sábado, 17 de febrero de 2024

LOS 'VÍSTIMOS'...


 

En el último feriado de Carnaval se popularizó en algunas redes sociales un meme que dice, literalmente:

TAMBIÉN ES MALTRATO AL HOMBRE

·         Cuando le gritas.

·         Cuando lloras para manipularlo.

·         Cuando lo castigas con tu silencio.

·         Cuando lo ignoras.

·         Cuando lo dejas con la palabra en la boca.

·         Cuando volteas la versión de las cosas.

·         Cuando lo haces sentir mal.

·         Cuando lo insultas.

·         Cuando jamás le pides perdón.

Y en seguida se dio en las mismas redes un movimiento de apoyo que no veas: hombres replicándolo, comentándolo favorablemente, muchos victimizándose y saltando como canguil cada vez que una osaba responderles, y, aunque no se crea, bastantes mujeres aupándolos y diciendo a coro que ‘todo tipo de maltrato es malo, venga de donde venga’ o ‘maltrato es maltrato’.

Días antes de ese mismo fin de semana se reportó la desaparición de una menor de apenas ocho años en la ciudad de Riobamba, y fueron encontrados, en el fondo de un pozo, los cuerpos de dos niñas menores de diez años, una de ellas de tres, que en el pasado mes de octubre habían desaparecido en la ciudad de Tulcán después de salir con su madre, cuyo cadáver fue encontrado en un terreno o campo de la misma ciudad a poco de haber salido de la casa. Al viernes siguiente también se encontró el cuerpecito sin vida de la pequeña Danna, la niña de Riobamba. ¿Dónde? En una cisterna ubicada en la casa de sus abuelos paternos.

Los principales sospechosos son el padre de la niña en contubernio con una familiar cercana, y la actual pareja de la madre que en el primer caso también fue asesinada, presumiblemente por la misma persona. En el caso de Danna, además, su padre es policía y la niña fue ‘contactada a través de una red social’ para provocar un supuesto encuentro fuera de su casa, por lo que se sospecha que está involucrada en el aberrante hecho la parienta en mención, que se encuentra embarazada y por lo mismo en arresto domiciliario.

Es entonces cuando una vuelve al popular meme que sigue circulando en redes sociales y se pregunta, con dolorido asombro: ¿es en serio? Seguramente la madre de Danna grita de dolor por su niña, y la madre de las dos pequeñas de Tulcán gritó desgarradoramente suplicando por su vida y las vidas de sus hijitas, ¿será eso maltrato a los machos que terminaron con ellas? Por supuesto que estas madres habrán llorado, y una de ellas debe seguir llorando sin consuelo, ¿será para maltratar al femicida y filicida que supuestamente cometió los crímenes? La madre de las niñas de Tulcán se quedó en silencio para siempre, ignorando y dejando con la palabra en la boca a su victimario, ¿se sentirá él maltratado por eso? Y la versión de las cosas es importante ahora que sea clara y contundente contra estos delincuentes, por más ‘maltratados’ que se sientan. Ojalá la sociedad los trate proporcionalmente al tamaño de sus crímenes. Y quienes tienen que pedir un inmerecido perdón son ellos, que de seguro no lo harán, culpabilizando otra vez a sus víctimas por cualquier minucia.

Es tan ofensivamente irónico que alguien reclame que también es maltrato impedir que un padre vea a sus hijos pequeños, cuando en estos dos hechos está comprobado que, dada la descomposición social que se vive, en algunos casos, quizá minoritarios, existen razones de peso para mantener a las niñas lo más alejadas posible de sus progenitores y otros familiares que aún así se dan modos para secuestrarlas y asesinarlas.

Es tan insultantemente absurdo que un grupo de hombres con corazón de cristal de Bohemia comiencen a dolerse de que se les levanta la voz o se los ignora, mientras hace menos de dos años un policía ebrio y enfurecido asesinó a su esposa con una golpiza que duró veinte minutos en un recinto policial, en donde nadie acudió en auxilio de la víctima pese a sus gritos suplicantes y desgarradores.

Entonces que no vengan a decir que se los ‘maltrata’, pocas horas antes de que aparezcan los cuerpos no ni siquiera de tres mujeres adultas, sino de tres niñas menores de diez años, cuyos principales sospechosos de ser victimarios son sus propios padres o personas del entorno familiar. Porque, además, no es el primer caso ni la primera vez que esto sucede en este país, y más durante los últimos siete años.

Nunca levantar la voz o no pedir perdón se podrá equiparar a dar una bofetada, poner un ojo morado, partir un labio, romper un hueso, mandarla al hospital con politraumatismos, o de una vez asesinarla a patadas y puñetes. Nunca el ‘voltear’ la versión de las cosas podrá ser lo mismo que matar con tus propias manos a tu propia hija o la hija de la persona a la que has dicho amar, y arrojar su cuerpecito mancillado en el fondo de un pozo o una cisterna.

¿O sí?

Les invito a sacar sus conclusiones.

Pero antes les recuerdo que el contrato con el holding de Manta se terminó hace quince años, y que Rafael Correa no es presidente hace casi siete. Ah, y que nunca existió la tal ‘tabla de drogas’, sino una guía para diferenciar tráfico de consumo, que se sigue considerando necesaria no por ‘gobiernos anteriores’, sino por organismos internacionales especializados.

lunes, 15 de enero de 2024

BUENOS Y BELLOS (O YA NO HACEN LOS POLICÍAS COMO ANTES)

 

En aquellos años ya pasaban cosas horribles por estas tierras, pero no estaba muy enterada. Todavía era pequeña, y los sábados tarde me iba en bicicleta a la iglesia del Carmelo a dar catequesis a los niños del barrio. Los otros días iba al colegio, como toda persona de trece o catorce años que se respetara. Y como toda persona de clase media de aquel entonces en la noche nos congregábamos en torno al único televisor de la casa.

La sesión, durante o después de los deberes, consistía en un noticiero, una telenovela y una serie de detectives, de esas que a mi papá le privaban, sobre todo las que pasaban en el canal 8, más tarde la inefable Ecuavisa: lunes, Hawaii 5-0 ('tremenda goleada', decíamos en broma), martes, Las calles de San Francisco, los miércoles no recuerdo bien qué daban al principio, creo que era Cannon, los jueves creo que era algo así como Barnaby Jones o alguna otra cosa de misterio, y luego Cannon creo que se fue a los viernes porque llegó una serie muy novedosa que en seguida nos encantó: Starsky y Hutch.
 
Bueno, creo que a mi papá no le gustaba tanto esta última. Para él los detectives tenían que ser como Steve Magaret y sus tres ayudantes, Barnaby Jones o el teniente Stone de Las calles de San Francisco y su inseparable gabardina, acompañado siempre por Michael Douglas en un papel cuyo nombre no recuerdo ahora mismo. 
 
Pero Paul Michael Glaser y David Soul en sus respectivos papeles de Starsky y Hutch tenían algo que el resto de detectives de serial no poseían: eran jóvenes e informales, no usaban terno ni uniforme, y no le temían a demostrarse el natural cariño de la amistad entre hombres, y tal vez eso resultara lo más perturbador, pues más allá de ser dos detectives no tenían la carga de rudeza masculina de los otros, y se profesaban una profunda amistad con manifestaciones de cariño como abrazos y toques afectuosos, quizá demasiado para mentes conservadoras, tanto que a veces hasta lloraban juntos por alguna tristeza compartida, pero en general eran muy divertidos. 
 
Por otro lado, en su accionar no se diferenciaban mucho de los otros, pues en cada episodio provocaban por lo menos una muerte, ya sea accidental o voluntariamente. Pero era por una causa noble: liberar a la sociedad de la peste delincuencial. Sin embargo, y al contrario de los otros, también pasaban la tenue línea de la impolutez y se codeaban con un delincuente callejero, soplón de poca monta, representado por Antonio Fargas, que se llamaba Huggy Bear. 
 
Los dos eran guapos y atractivos, pero quizá Hutch, o sea David Soul, lo era un poco más. Por compensación, Starsky era más divertido e irreverente. Y sostenían, entre bromas y afectuosa complicidad esa idea del policía bueno que nos cuida y que se haría trizas después de que nos enteráramos de las vicisitudes del primer Plan Cóndor y viviéramos episodios tan perturbadores como la desaparición de los hermanos Restrepo, por mencionar solo un hecho de muchos que desmitificaban con violencia aquello de que "el policía es tu amigo". 
 
A Paul Michael Glaser creo que no lo vi más, pero a David Soul sí, en una película muy bonita que hasta ahora no he podido localizar y que se llamaba algo así como La perrera municipal. Y también, andando la vida, cuando mi pasión por Stephen King me hizo buscar todo lo posible relacionado con sus novelas hasta descubrir que nada superará sus libros, pude ver El misterio de Salem's Lot
 
El día que supe de la muerte de David Soul, nacido Soldberg, me enteré de que también era un cantante pop, y de otras cosas bastante tristes como su lucha contra el alcoholismo y contra un temperamento violento, y la dolorosa decadencia del final de la vida. Pude escuchar su bella voz y me dio pena no haberle conocido antes en esa faceta. Pero más que nada sentí nostalgia de aquella adolescencia en donde yo echaba en falta, como en toda mi vida, la ausencia de un amor maravilloso, y otras cosas igual de volátiles, sin darme cuenta de que tenía una familia que me cuidaba, un papá que siempre escogía quedarse en casa viendo series de detectives con nosotros, mis artistas favoritos que desaparecen del planeta pero se quedan en la memoria por obra y gracia de la tecnología y en el corazón por lo que disfrutamos de su trabajo y todo lo que nos dieron sin saber. 
 
Buen viaje, sargento Ken Hutchinson, un policía que parecía saber quiénes eran los buenos y los malos, que lloró cuando murió su novia y también la novia de Starsky y que después se puso a rescatar perritos y cazar vampiros sin perder la frescura de su imperecedera belleza, ahora resucitada en los videos de redes sociales. Que el universo le devuelva la paz que tanto buscó en vida y sobre todo las horas de emoción que ahora recupero al mirar sus historias, y que me siguen haciendo feliz, como en aquellos lejanos catorce años en donde también lo era y no lo sabía.