En el último feriado de Carnaval se popularizó en algunas redes sociales un meme que dice, literalmente:
TAMBIÉN ES MALTRATO AL HOMBRE
· Cuando le gritas.
· Cuando lloras para manipularlo.
· Cuando lo castigas con tu silencio.
· Cuando lo ignoras.
· Cuando lo dejas con la palabra en la boca.
· Cuando volteas la versión de las cosas.
· Cuando lo haces sentir mal.
· Cuando lo insultas.
· Cuando jamás le pides perdón.
Y en seguida se dio en las mismas redes un movimiento de apoyo que no veas: hombres replicándolo, comentándolo favorablemente, muchos victimizándose y saltando como canguil cada vez que una osaba responderles, y, aunque no se crea, bastantes mujeres aupándolos y diciendo a coro que ‘todo tipo de maltrato es malo, venga de donde venga’ o ‘maltrato es maltrato’.
Días antes de ese mismo fin de semana se reportó la desaparición de una menor de apenas ocho años en la ciudad de Riobamba, y fueron encontrados, en el fondo de un pozo, los cuerpos de dos niñas menores de diez años, una de ellas de tres, que en el pasado mes de octubre habían desaparecido en la ciudad de Tulcán después de salir con su madre, cuyo cadáver fue encontrado en un terreno o campo de la misma ciudad a poco de haber salido de la casa. Al viernes siguiente también se encontró el cuerpecito sin vida de la pequeña Danna, la niña de Riobamba. ¿Dónde? En una cisterna ubicada en la casa de sus abuelos paternos.
Los principales sospechosos son el padre de la niña en contubernio con una familiar cercana, y la actual pareja de la madre que en el primer caso también fue asesinada, presumiblemente por la misma persona. En el caso de Danna, además, su padre es policía y la niña fue ‘contactada a través de una red social’ para provocar un supuesto encuentro fuera de su casa, por lo que se sospecha que está involucrada en el aberrante hecho la parienta en mención, que se encuentra embarazada y por lo mismo en arresto domiciliario.
Es entonces cuando una vuelve al popular meme que sigue circulando en redes sociales y se pregunta, con dolorido asombro: ¿es en serio? Seguramente la madre de Danna grita de dolor por su niña, y la madre de las dos pequeñas de Tulcán gritó desgarradoramente suplicando por su vida y las vidas de sus hijitas, ¿será eso maltrato a los machos que terminaron con ellas? Por supuesto que estas madres habrán llorado, y una de ellas debe seguir llorando sin consuelo, ¿será para maltratar al femicida y filicida que supuestamente cometió los crímenes? La madre de las niñas de Tulcán se quedó en silencio para siempre, ignorando y dejando con la palabra en la boca a su victimario, ¿se sentirá él maltratado por eso? Y la versión de las cosas es importante ahora que sea clara y contundente contra estos delincuentes, por más ‘maltratados’ que se sientan. Ojalá la sociedad los trate proporcionalmente al tamaño de sus crímenes. Y quienes tienen que pedir un inmerecido perdón son ellos, que de seguro no lo harán, culpabilizando otra vez a sus víctimas por cualquier minucia.
Es tan ofensivamente irónico que alguien reclame que también es maltrato impedir que un padre vea a sus hijos pequeños, cuando en estos dos hechos está comprobado que, dada la descomposición social que se vive, en algunos casos, quizá minoritarios, existen razones de peso para mantener a las niñas lo más alejadas posible de sus progenitores y otros familiares que aún así se dan modos para secuestrarlas y asesinarlas.
Es tan insultantemente absurdo que un grupo de hombres con corazón de cristal de Bohemia comiencen a dolerse de que se les levanta la voz o se los ignora, mientras hace menos de dos años un policía ebrio y enfurecido asesinó a su esposa con una golpiza que duró veinte minutos en un recinto policial, en donde nadie acudió en auxilio de la víctima pese a sus gritos suplicantes y desgarradores.
Entonces que no vengan a decir que se los ‘maltrata’, pocas horas antes de que aparezcan los cuerpos no ni siquiera de tres mujeres adultas, sino de tres niñas menores de diez años, cuyos principales sospechosos de ser victimarios son sus propios padres o personas del entorno familiar. Porque, además, no es el primer caso ni la primera vez que esto sucede en este país, y más durante los últimos siete años.
Nunca levantar la voz o no pedir perdón se podrá equiparar a dar una bofetada, poner un ojo morado, partir un labio, romper un hueso, mandarla al hospital con politraumatismos, o de una vez asesinarla a patadas y puñetes. Nunca el ‘voltear’ la versión de las cosas podrá ser lo mismo que matar con tus propias manos a tu propia hija o la hija de la persona a la que has dicho amar, y arrojar su cuerpecito mancillado en el fondo de un pozo o una cisterna.
¿O sí?
Les invito a sacar sus conclusiones.
Pero antes les recuerdo que el contrato con el fol de Manta se terminó hace quince años, y que Rafael Correa no es presidente hace casi siete. Ah, y que nunca existió la tal ‘tabla de drogas’, sino una guía para diferenciar tráfico de consumo, que se sigue considerando necesaria no por ‘gobiernos anteriores’, sino por organismos internacionales especializados.