No es nada personal. Tampoco es su homofobia lo que más me perturba o me incomoda, porque creo que ahí no está el meollo del asunto. Para mí, el meollo de ese asunto está en otra cosa, mucho más sencilla: ¿por qué el PRE eligió al pastor Nelson Zavala como candidato presidencial?
Me devano los sesos preguntándome cuál será el motivo fundamental de semejante decisión. En un tiempo de apertura mental, de retroceso del patriarcado, de cuestionamientos al monoteísmo, y cuando la unión Iglesia-Estado lleva más de un siglo de agonía, en un país, además, mayoritariamente católico, escogen como candidato a un pastor evangélico cuya bandera de campaña son la intolerancia y el teocentrismo.
Del fundamentalismo islámico (recordemos que Abdalá proponía la castración para los violadores) pasamos al fundamentalismo cristiano, y realmente solo la seguridad de que no va a ganar me sostiene en la tranquilidad que, sin embargo, no deja de verse afectada por el desconcierto. Pienso que, si es un hombre pensante, como a veces aparenta, ni siquiera el mismo Dalo Bucaram está en tales niveles de enajenación.
No quiero aventurarme a dar un pronóstico para su votación, pero estoy segura de que será ínfima. No tiene de dónde sostenerse.
La pregunta siempre pasa por lo mismo: ¿qué clase de gente, de país nos creen? ¿Creen que la homofobia puede ser un argumento válido para captar votos en un país en donde existen millones de problemas más acuciantes que la presencia de una orientación sexual por demás legítima, aunque a algunos no les guste?
Lo único que se me ocurre es que el PRE eligió a semejante candidato porque no quiere ganar. ¡Ni de fundas!
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