viernes, 11 de octubre de 2013

¿Y AHORA?


Supongo que no quiere irse contra sus convicciones, y entiendo que está en su pleno derecho. Nadie le puede obligar. 
Supongo (quiero pensar) que es parte de algo más profundo que una simple pose religiosa en un tiempo en el que cada vez se demuestra más que las religiones institucionalizadas de poco le han servido a la humanidad. 
Y no quiero que renuncie, ni voy a opinar sobre esa frase y esa actitud.
Pero me queda una sola pregunta: ¿y ahora? 
En ninguna parte del libro sagrado habla sobre el tema del aborto, ni para aprobar ni para reprobar. En muchas partes de ese mismo libro sagrado, habla de matar, y de muchas formas: lean si no los libros sobre la legislación que siguen al Éxodo. Matar a pedradas a las mujeres adúlteras, matar al que fornique con una mujer que está menstruando, matar al hijo que se porta mal con el padre (¿por qué no con la madre?), matar animalitos para los sacrificios... Así que que no me vengan a decir que por una vez, capaz para ganar adeptos, que el libro sagrado menciona un 'no matarás' ese libro articula alguna defensa de la vida. 
No alcanzo a comprender el empeño de la institucionalidad patriarcal en reprimir y castigar a la mujer que interrumpe un embarazo. No entiendo tampoco por qué no pone el mismo empeño en castigar al hombre que de seguro también participó en ese embarazo y, sobre todo, que con su irresponsabilidad y falta de solidadridad empujó, la mayoría de las veces, a que las mujeres terminaran optando por esa interrupción.
Según mi modesto entender, no es un tema de 'matar o no matar'. La vida no es en blanco y negro. Detrás de toda opción por interrumpir un embarazo hay por lo menos un corazón roto, un alma angustiada, incertidumbre, miedo... y por supuesto una profunda herida psicológica que no se puede desconocer echando las circunstancias en las dispares canastas clasificadoras de lo bueno y lo malo. 
"Hecha la ley, hecha la trampa" reza un viejo refrán español. Y así es. Cerrada esta puerta, las mujeres que no puedan más que optar por interrumpir sus embarazos seguirán abortando, solo que lo harán en condiciones mucho más precarias e inseguras que las que proporcionaría una visión menos cerrada y más comprensiva de la naturaleza humana y sus implicaciones. Y eso sí es una lástima.