viernes, 16 de diciembre de 2011

NADA, de Janne Teller


Nada importa
Hace mucho que lo sé.
Así que no merece la pena hacer nada.
Eso acabo de descubrirlo.

Esas son las palabras con que inicia la novela de la escritora danesa Janne Teller. Palabras que tal vez no resultarían tan impactantes si no fuera porque, en el contexto de la novela, están dichas por un adolescente de catorce años llamado Pierre Anthon, quien después de pronunciarlas se sube a un ciruelo, desde cuyas ramas más altas grita incesantemente al mundo el sinsentido de la vida. 
Quienes se ven más afectados por esta declaración, curiosamente, no son los adultos, sino los otros adolescentes de su clase que, empeñados en demostrarle a Pierre Anthon que sí existen cosas importantes, comienzan a recolectar sin ton ni son objetos con significado e importancia para sus jóvenes vidas. Sin embargo, el concepto de importancia se mueve aleatoriamente entre objetos más o menos representativos de la vida, de la muerte, del honor, de los valores que los seres humanos representamos con símbolos que pierden su eficacia cada dos por tres. 
Libro duro, desencantado, con un cierto aire de desesperación contenida que nos recuerda al mejor Saramago. Su curriculum lo muestra como prohibido en varios países europeos, en donde se supone que habita la liberalidad más a ultranza. 
Libro que hace pensar, y mucho, no solamente a los jóvenes, sino a todos quienes lo lean, en dónde anida el verdadero sentido de la existencia, o si el significado de la vida necesariamente tiene que ser algo más complejo y profundo que simplemente vivir.

Janne Teller nació en Dinamarca en 1964. Su vida la ha dedicado a la resolución de conflictos y a tareas  humanitarias. Actualmente está dedicada a la escritura de novelas.

Janne Teller, Nada, Trad.Carmen Freixenet, Barcelona, Seix Barral, 2011. Más información en Lectores furtivos.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

REFLEXIONES TAURINAS


Ahora último, a propósito de las polémicas por las corridas de toros, a la gente de Quito le ha dado por reflexionar. Profundamente.
Los primeros que reflexionaron fueron los concejales. Se pusieron minuciosos, los chicos. Hilaron fino, finísimo, y dedujeron algo importantísimo: que como la pregunta de la consulta popular del 7 de mayo pasado se refería a abolir en el cantón los espectáculos que implicaran la muerte de un animal, mientras no se matara al toro en el espectáculo todo estaba bien, entonces crearon la corrida de toros con muerte del animal fuera de la arena. Igual obligan a pelear al toro con otro animal mucho menos pesado pero infinitamente más sagaz y diestro. Igual le clavan banderillas, o sea, lo torturan. Y no solo eso, lo peor de todo: igual lo matan, solo que no en público. O sea, Maquiavelo y su sombra habrían estado felices con semejante nivel de reflexión. 
Luego, ya en la feria sin muerte pública, hubo un incidente que llevó a la gente a seguir reflexionando más o menos igual que el pensador de Rodin: un toro dio una cornada (afortunadamente no fatal) a un joven torero. Entonces, según el inefable diario Hoy, la gente reflexionó: "Los toros sí pueden matar, nosotros en cambio, no". Igual, profundísimo. Y falso, diríamos, porque, en primer lugar, al toro lo matan nada más abandonar el ruedo, aunque no sea el torero quien lo haga, y lo hace un humano. En segundo lugar, la idea de la consulta popular no era esa: fue la reflexión de los concejales lo que condujo a este tipo de hechos, pues se trataba de que ningún toro vuelva a morir en un ruedo y de que ningún torero vuelva a poner su vida en riesgo en lo que se llama la "fiesta brava". La idea era suprimir las corridas de toros como un ritual sangriento en donde el ser más arrogante y asesino de la naturaleza se divierte siendo cruel con otro ser, justificándose, como es costumbre humana, con toda una gama de pretextos tan convincentes como perversos.
El tercer nivel de reflexión también se relaciona con esto. Al no poder matar al toro, los toreros (o sus defensores, mejor dicho) dicen que esto es injusto, pues mientras el torero pesará un máximo de setenta kilos, el toro pesa un promedio de quinientos. En este punto yo también reflexiono honda, profundamente, y lanzo la pregunta: ¿quién les mandó a meterse a toreros? pues deduzco que un ser de setenta kilos que se enfrenta con uno de quinientos por el puro gusto de hacerlo está sobrepasando peligrosamente la débil línea que separa la valentía de la imbecilidad.

lunes, 28 de noviembre de 2011

LA LECCIÓN DEL GRANIZO

El sábado pasado en Quito, la ciudad donde vivo, cayó una granizada espectacular. Y hubo los problemas de siempre, claro, sobre todo a nivel de tránsito y de circulación por las calles.
Sin embargo, esa no es la lección de la que me gustaría hablar hoy, sino más bien de otra: el granizo cubrió de blanco el parque de la Carolina, en el centro norte de la ciudad. Aquí, en una parte del mundo en la que la única nieve disponible es la de los nevados, de repente la gente se sintió transportada a otro tiempo, a otro lugar, y con una capacidad de asombro que los quiteños promedio parecíamos ya no tener, salieron a regodearse con el granizo: hicieron muñecos, se arrojaron "bolas de nieve", sintieron el frío en los pies descalzos... en fin, fueron felices.
Y fueron felices con poco. Con el instante en que se rompió la rutina cotidiana de una tarde de sábado.
Yo me pregunto, ¿será difícil en el resto de la vida enfrentar esas roturas de la rutina cotidiana como lo hicieron los quiteños la tarde del 26 de noviembre? ¿Será posible dejar de quejarse, de lamentarse, de ver en qué nos afecta todo, y simplemente asombrarnos y salir a ser felices con lo que hay a la mano? ¿Será que todavía podemos maravillarnos, encontrar al niño o a la niña que llevamos dentro y tomar como un regalo del cielo cualquiera de esas granizadas imprevistas con que la vida nos sorprende a cada paso?
Ojalá que así sea.
Siempre.

martes, 22 de noviembre de 2011

CON MI CORAZÓN EN YAMBO, O EN UN BUEN DESQUITE NO HAY VENGANZA

No he querido intervenir en seguida, aprovechando la efervescencia del momento. He querido dejar reposar las emociones, pensar un poco, observar el cauce que van tomando los hechos tras la exhibición del documental de Fernanda Restrepo Arismendi, Con mi corazón en Yambo.
Como todos quienes vivimos en el Ecuador en la segunda mitad de la década de los ochenta, recuerdo el suceso. Y recuerdo otras cosas: las fotos de supuestos guerrilleros muertos a balazos que aparecían en la prensa, por ejemplo; el apresamiento de tres jóvenes hermanos universitarios (cada uno de una universidad de las tres que existían en aquel entonces: Central, PUCE y Politécnica); el estremecimiento al sentir el paso de un camión de escuadrón volante por al lado de una. A nuestra manera, este paisito también tuvo su reinado del terror. Teníamos miedo. No el miedo de utilería que se pretende reciclar en estos días. Un miedo de verdad. Porque aquel gobierno, que técnicamente  tampoco era una dictadura, sí se comportaba como tal: ahí sí hubo represión, muerte, tortura, desapariciones forzadas...
Se han dicho muchísimas cosas sobre el documental de Fernada Restrepo. Y casi todas están encaminadas al hecho histórico de la desaparición. Sin embargo, yo quisiera centrarme en el coraje y los arrestos de esta mujer joven, aparentemente frágil, que ha sabido hacer del dolor de su familia un testimonio más allá de lo circunstancial. Porque la obra de Fernanda Restrepo es, además de un documental, el relato épico de la lucha de una familia, y particularmente de dos personas, por mantenerse a flote en medio de la tragedia que, por otro lado, no es solamente el secuestro, la muerte y la desaparición de dos niños inocentes, sino el enfrentamiento de la gente de bien con las formas más arteras, solapadas y estridentes de la perversidad humana.
Sorprende la capacidad policial e institucional para negar lo evidente. Tal como los niños pequeños cierran los ojos y así piensan que no se los ve, los implicados en el caso Restrepo y en otras acciones policiales contra la gente, como el 30 de septiembre, piensan que negando lo que todos sabemos que sucedió los hechos podrán desaparecer del pasado.
Con mi corazón en Yambo es una suerte de llanto. Esos llantos que solamente el arte nos permite llorar, más allá de las lágrimas líquidas y los sollozos desgarrados. El llanto de una niña cuya tragedia comenzó la tarde en que nadie la pudo ir a recoger de una fiesta infantil. El llanto de una familia que aprendió las diversas variaciones que la pena y la indignación encuentran para manifestarse y para convertirse en emociones trascendentes más allá de la simple lamentación. Porque gracias a este llanto de Fernanda Restrepo, gracias a sus imágenes y a su particular y estremecedora poética los ecuatorianos y ecuatorianas también podremos llorar la lástima de nuestra institucionalidad, el asco de la consuetudinaria maldad de quienes deberían cuidar de nosotros, la vergüenza ajena de su cinismo y su hipocresía. Y tal vez ese sea uno de sus mayores méritos.
Mucho me temo que, yendo en contra de la defensa de su honra, la Policía y los gobiernos de turno de aquel entonces jamás reconocerán su verdadera participación en este crimen y en las circunstancias que condujeron a él. Sin embargo, me atrevería a decir que ya no hace tanta falta. Fernanda Restrepo Arismendi ha sabido hacerse justicia por su propia mano sin necesidad de mancharse de sangre, como solo las almas nobles lo pueden hacer: a través del arte, de las imágenes y de la palabra, por encima del odio y la bajeza de quienes sembraron el dolor en su vida y la de su familia.

FICHA TÉCNICA:

Título original: Con mi corazón en Yambo
Dirección María Fernanda Restrepo Arismendi
País: Ecuador
Idioma: Español
Categoría: documental
Duración: 137 minutos
Año de producción: 2011
Guión: María Fernanda Restrepo
Música: Iván Mora Manzano
Producción: María Fernanda Restrepo, 

domingo, 20 de noviembre de 2011

YO VOTÉ EN CONTRA DE ESTO

En la consulta popular del 7 de mayo yo voté en contra de las corridas de toros. Y creía que gané. Que ganamos. Por eso, ahora, pertenezco al grupo de quiteños y quiteñas que miramos boquiabiertos y desconcertados los letreros que pululan por todas partes anunciando la Feria de Quito. La Feria Taurina.
No entiendo lo que pasó. No sé en qué momento quién hizo qué. Y tampoco quiero que me lo expliquen. He escuchado argumentos hasta la saciedad: matar un toro no es tan grave como matar un humano, los toros de lidia existen como raza gracias a las corridas de toros, los toros de lidia nacen para morir en las corridas, también se mueren los toreros, es parte de una tradición, quién les va a dar trabajo a todos los que se queden desempleados cuando ya no haya corridas, las corridas de toros crean riqueza, las corridas de toros son un ritual arquetípico y tradicional que no se debe perder...
Al igual que con la Ley de Comunicación, ¿a quién le importa lo que dijo la mayoría? La democracia solo sirve cuando ganan los que tienen la sartén por el mango. Si no, no importa quién vote qué. Un Sí se puede transformar en No. Un No, el rato menos pensado, puede volverse un sí contundente.Cuando la mayoría de votos favorecía al establishment nadie pensaba medio segundo en los derechos de las minorías. 
Muchas veces he pensado que no solo los toros de lidia nacen para morir: también los seres humanos; pero a nadie se le ocurre ir por la calle matando a tiros a la gente porque de todas maneras se tiene que morir. Tal vez, como también se mueren los toreros, sería bueno dejarlos indefensos en la plaza vacía frente a toros enfurecidos que se hicieran justicia con su instinto animal exacerbado. Existen costumbres ancestrales, que son tradición, y que sin embargo son excecrables y tendrían que ser abolidas, por ejemplo la ablación del clítoris de las mujeres en ciertas culturas africanas. Supongo también que cuando se acabó la costumbre de las luchas de gladiadores con animales en las arenas romanas un buen número de gente se quedó sin ese trabajo, pero también creo que encontrarían algo qué hacer. A nadie se le puede ocurrir como una solución al desempleo volver a crear la arena de los gladiadores. Y sobre lo de crear riqueza, que parecería ser el punto más neurálgico de esta situación, pues el narcotráfico también, pero eso no es excusa suficiente para declararlo legal.
Al igual que la OTAN exhibe muchos motivos para invadir y masacrar a los países árabes pero todos sabemos que lo único que quieren es el petróleo, los taurinos pueden decir todo lo que quieran, pero es sabido que lo que más les duele son los codos. Y por hoy ya se los curaron. No importa que se siga manteniendo el rito sangriento de torturar con crueldad extrema a un animal absolutamente inocente. 
Por eso, como quienes votamos en contra de las corridas de toros, y tal vez igual que los toros que serán torturados y masacrados en esta maldita feria, igual que quienes defendieron la causa y por eso fueron excluidos de los medios e incluso de sus trabajos, me siento traicionada. Muy traicionada. 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

TIPOLOGÍA DE LA GENTE QUE CONDUCE AUTOMOTORES EN QUITO

Una de las más grandes y desesperantes Odiseas de la vida cotidiana en Quito puede ser conducir auto por las calles de esta ciudad. Y si bien puede suceder que el vehículo ideal para la crítica a esta circunstancia sea el comentario mordaz, pienso que en mucho una tipología de quienes conducen auto en la ciudad puede ayudar por lo menos a identificar a quienes circulan por la urbe y el riesgo que pueden representar. Entonces veamos, en una lista no exhaustiva, algunos tipos de conductores y conductoras de nuestra ciudad:
  • No tiene ningún apuro: Piensa que la diferencia de ir a pie e ir en auto no radica en la velocidad, sino en el hecho de que en el auto no se va caminando, sino sentados y disfrutando del paisaje. Su parsimonia causa bloqueos, y generalmente a ella se une un muy errático sistema de maniobras como cambiarse de carril sin poner luz direccional, detenerse a leer detalladamente un letrero, a silbar a una muchacha o simplemente buscar una dirección durante veinte cuadras manejando casi siempre por la izquierda a una velocidad inferior a la de arranque de un vehículo normal (15km/h). 
  • Necesita un baño: Es completamente diferente al caso anterior. Su tiempo promedio de viaje, por ejemplo, Quito-Latacunga es de cuarenta y cinco minutos, o menos. Seguramente siempre va con retraso. No le importa un pito la vida ajena con tal de alcanzar su meta en el menor tiempo programado: rebasa sin poner luces, pone luces intensas en los semáforos en rojo y zigzaguea constantemente. En una congestión de tránsito fácilmente puede sufrir un infarto a causa de la ansiedad.
  • La beldad sin tiempo para...: Se maquilla en el espejo retrovisor, y obviamente lo ajusta no para ver el camino que va dejando atrás, sino sus ojos, sus labios o su cabello. Utiliza para ello los semáforos en rojo (y a veces también los que están en verde). Hay momentos en que emplea ambas manos en el maquillaje mientras el auto está en movimiento, creando pánico en todos quienes conducen a su alrededor.
  • El "Odio mi vida... y la de los demás", también comocido como "El vengador de las vías": Por su actitud, se supone que acaba de enterarse de una infidelidad o simplemente lo desmamantaron con leche de tigre (si no algo más grave). Generalmente es hombre, y sus niveles de machismo se encuentran en el percentil superior. Insulta a todo ser humano que interfiere en sus propósitos al volante, manda a realizar tareas domésticas a toda mujer que conduce en su presencia, de cuatro palabras que utiliza, cinco son palabrotas... y todo a gritos. 
  • El enfermo de crueldad: Se caracteriza, sobre todo, porque cuando ve una direccional encendida que pide paso para sortear un obstáculo en la vía, decide no dar paso pero ni por nada y pasa pitando y sintiéndose feliz de su mala acción. Siempre vienen en tandas de por lo menos cincuenta unidades.
  • El hijueputa crónico: Existe una canción de Fito Páez que sentencia, sabiamente: "El mundo está lleno de hijos de puta...", y para comprobarlo basta con hacer cola para curvar a la izquierda en un semáforo con flecha que esté muy concurrido. Todos hacemos cola, un poco impacientes, pero también resignándonos a nuestra suerte cuando, de la nada, surge como una flecha este ejemplar, rebasa toda la cola y se sitúa en primer lugar de una cola paralela que no solo pretende 'ganar' a quienes hicimos la cola, sino que también entorpece la circulación en el otro carril sin que le importe para nada el desajuste urbanístico que produce.
  • El serial killer: Suele ir al volante de un bus interprovincial o urbano. De seguro, si se le pregunta qué es un semáforo o una señal de tránsito se queda en blanco, no sabe de qué se habla. Cree firmemente en el destino, y está convencido de que la gente se muere cuando le llega la hora o cuando él lo decide. Su ventaja sobre Daniel Camargo Barbosa, Ted Bundy o Jack el Destripador es que el destino le permite matar gente por tandas de cincuenta en cincuenta de una sola maniobra. Su desventaja es que con frecuencia él también se cuenta entre los fallecidos. 
Esos son los que se me han ocurrido hasta ahora. Si alguien puede enriquecer esta tipología, mande un comentario a esta entrada del blog.

lunes, 7 de noviembre de 2011

INFORMAR, EDUCAR, ENTRETENER

Se supone que esas son las funciones de los medios de comunicación. Al menos, eso dicen. Sin embargo, de lo que se ve, quizá la idea que tenemos sobre estos conceptos es un poco diferente entre ellos y nosotros. Y vamos por partes:
  • Informar: En mucho, la prensa nacional informa sobre todo acerca de lo que considera desaciertos del gobierno. Los pone en primera página. Incluso tergiversa cosas que podrían ser aciertos para poner su lado malo, feo o cuestionable. También informa, y mucho, sobre cuestiones similares de los gobiernos de Chávez, Cristina Fernández, Daniel Ortega... No ha informado, o lo ha hecho de un modo muy somero, por ejemplo, acerca del premio Cubadisco obtenido por Enrique Males en junio de 2011.
  • Educar: Se considera que pasar documentales de Discovery Channel, National Geographic u otros es hacer televisión educativa, y suponemos que eso forma parte de, pero no lo es todo. Hay una educación más profunda, que pasa por los ejemplos, por los discursos de lo no dicho, por las imágenes, los conceptos, las actitudes. No podríamos decir, por ejemplo, que periódicos como el Extra eduquen. Recuerdo las campañas de desprestigio cuando se propuso establecer la modalidad de introducir la mitad de producciones nacionales en las radios se nos dio un maravilloso ejemplo de rechazo a lo nacional. El negativismo de siempre. Y el otro gran ejemplo: todo se reduce a ganancia, a dinero. Y no se diga nada acerca del imperio de la crónica roja...
  • Entretener: sábado tarde, aburrimiento frente a la tele. La mano recorre los canales una y otra vez. El comentario: "No hay nada qué ver". Suficiente, para qué decir más.
La pregunta que ronda es: ¿para qué sirven entonces, los medios, en general?

sábado, 5 de noviembre de 2011

NO SABER LO QUE SE TIENE



Es un poco triste, pero a quienes vivimos en el Ecuador nos encanta mirar hacia fuera. En todo. Aprendemos cualquier idioma, menos el quichua. Nos encanta demostrar que por ahí, aunque sea de refilón y por mala suerte, tenemos un abuelo aunque sea colombiano. Hablamos dos minutos con un extranjero y el acento se nos pega durante quince días. Nos jactamos de no haber leído literatura ecuatoriana porque fuera de aquí nadie sabe quién es Joaquín Gallegos Lara. Nos jactamos de odiar el pasillo porque es una música tristísima.
Lo tristísimo, más que cualquier pasillo, es que pasemos por la vida sin saber lo que tenemos. Los tesoros de todo tipo que abundan en este paisito tan pequeño y tan autodespreciado que dan ganas de llorar cada vez que se piensa en eso.
Y uno de esos tesoros es un hombre indígena que, sin aspavientos ni poses, da lo que tiene en escenarios que se llenan de magia cuando los pisa.
Enrique Males lleva varias décadas ofrendando a la música su vida y su talento. No solamente canta. No solamente interpreta instrumentos, no solamente cubre la música con la poesía de su suave y maravillosa lengua. No solamente nos obsequia la magia y la profundidad de su voz. No. La música de Enrique Males sana, limpia, cura, da paz y felicidad.
No soy la única persona que asegura haber salido de sus presentaciones con el cuerpo liviano y el corazón tranquilo, como si hubiera recibido un inmerecido baño de belleza y de bondad.
A su talento como músico, a su calidad interpretativa, Enrique Males ha ido añadiendo un formato de presentación en el que las canciones se van engarzando en un ritual purificador. La misma escenografía nos conduce al mundo mágico y ancestral de nuestras raíces indígenes. Los pétalos regados con preciocismo en el borde del escenario nos hablan de que estamos en territorio sagrado, y esta impresión se confirma al escuchar su voz hecha de barro, de tierra removida. Los músicos que lo acompañan son acólitos de este ritual sanador, y la danza de su compañera, Patricia Gutiérrez, no hace sino reforzar la impresión de haber entrado en el reino de la redención del alma.
Ojalá que, antes de que sea demasiado tarde, los organismos encargados de la cultura de este país permitan que más ecuatorianos tengan contacto con la maravilla que es asistir a un espectáculo de este gran artista, cantautor, poeta, excelente músico y artífice de rituales de música que sanan el ser ecuatoriano y hacen que sintamos no solo el orgullo de haber nacido en este suelo, sino que también experimentemos el contacto con un poder superior a nuestra simple y a veces intrascendente peripecia cotidiana.

viernes, 4 de noviembre de 2011

MUCHO QUE DECIR

Miren esos ojos inteligentes, esa expresion profunda y un poquito, solo un poquito coqueta. Es un hombre que tiene mucho qué decir. No me refiero para nada a un charlatán. Tampoco a alguien que a fuerza de hablar nos agota. Y mucho menos a uno de esos seres que no tienen facilidad de palabra sino dificultad de silencio. Me refiero a alguien que dice cosas que, a más de ser tan ciertas como el amanecer de cada día, tienen en encanto de la poesía más fina y precisa. 
Apenas acompañado por un fino guitarrista, y en algunas de sus canciones, por las magistrales manos de Raimón Rovira al piano, en el entrañable escenario del Teatro Sucre de Quito, Joan Isaac nos cuenta sus verdades. Algunas suenan cotidianas, como eso de que a una no le importa nada si tiene cerca a los hijos de madrugada. Otras suenan desgarradoras, como la muerte de un joven anarquista por garrote vil en los últimos estertores de la dictadura franquista. Otras, existenciales como la certeza de la vejez que no espantará para nada a la muerte. Otras, mágicas, como la de las cuatro arquetípicas lunas que anidan en el fondo de su alma.
Y sin embargo, si de algo peca este hombre es de una sencillez apabullante. Esa sencillez que solamente puede hablar de la grandeza del corazón. Tranquilamente, lee los textos de sus canciones en castellano antes de interpretarlas en catalán, en un gesto de cortesía, de deferencia, quizá también de respeto y cariño por quienes lo escuchamos casi con reverencia. Tranquilamente menciona a Quito, mi ciudad, de la que dice estarse enamorando a pesar del susto de un terremoto mañanero. Cuando canta, en su voz resuenan los ecos del Mediterráneo, ese que el viejo Serrat nos ha enseñado a amar incluso mucho antes de conocerlo. 
Una vez, cuando accidentalmente el corazón se me lastimó por un ajeno movimiento en falso, sin saberlo, Joan Isaac pudo poner sincrónicamente en palabras mis sentimientos confusos y encontrados en la preciosa letra de esa canción llamada "Si vols" (Si quieres). Pero no es eso solamente lo que ha hecho por mí, sino mucho más: me ha honrado con su confianza, con su deferencia, con su amistad, con el abrazo y el proverbial par de besos en las mejillas cuando la vida nos hace el bien de reunirnos, con el sencillo pero a la vez invalorable hecho de dedicarme la "Breve canción de amor para dos hijas" en el íntimo concierto de La Estación. Y yo, feliz de existir en el mismo tiempo y planeta que él, solo le doy las gracias por saber hacerlo con la mesura y la profundidad de quien tiene un corazón tan grande como el sol que ve brillar.Y por seguir regalándonos la magia de su música, de su poesía, de lo mucho que aún le queda por decir.

miércoles, 26 de octubre de 2011

COMUNICADO OFICIAL DEL IV ENCUENTRO INTERNACIONAL DE CANCION DE AUTOR

Precisamente después de presentar a Pedro Guerra (España), Fernando Delgadillo (México) y Agnès Debord (Francia), en el Pregón del IV Encuentro Internacional de Canción de Autor Ecuador 2011, con teatros a reventar en Quito, Manta y Cuenca. Dos días después  del exitoso concierto de Ismael Serrano y Alejandro Filio con el Teatro Nacional de la CCE completamente lleno y mientras se realizan presentaciones de otros 8 artistas internacionales que incluyen a figuras como Joan Isaac; y después de haber presentado en tres ediciones anteriores 30 conciertos, 36 invitados internacionales y 29 cantautores nacionales en 9 ciudades del país, La actual administración del Ministerio de Cultura del Ecuador al mando de la Ministra Erika Sylva, considera que nuestro festival no da la talla para ser beneficiario de fondos del Sistema Nacional de Festivales ni del programa de auspicios establecido por dicho Ministerio. En el preciso momento en que varios Municipios e instituciones privadas se suman a nuestro proyecto como lo han hecho en ediciones anteriores, pero aún con mayores aportes, al ver los resultados obtenidos y la gran expectativa nacional e internacional sobre el mismo, que posiciona a este Encuentro como el más importante para la Canción de Autor en toda la región, los jurados designados  por la actual administración piensan todo lo contrario.
Cabe entender que los jurados en mención no saben lo que el público y estas instituciones (que nos han hecho llegar sus felicitaciones y su apoyo) han comprendido perfectamente. Cabe pensar que están menos enterados aún de que el aporte que niegan (que representa cerca del 20% del costo de realización del festival) niega la posibilidad de cubrir honorarios a colegas de la Red Ecuatoriana de Trovadores, así como costos de logística, difusión y honorarios de producción.
              La errónea decisión de la Ministra Erika Sylva y sus colaboradores inmediatos implica que la cobertura prevista para el festival se haya reducido.

                Sin embargo y a pesar de este inconveniente mayúsculo, el IV Encuentro Internacional de Canción de Autor está en marcha, pues así se anunció en su reciente exitoso Pregón, gracias al importante contingente de instituciones que felizmente si consideran que su realización es un aporte de gran impacto para la comunidad, como lo han reconocido las anteriores administraciones del MCE, el Municipio Metropolitano de Quito, Casal Catalá, Alianza Francesa, Fundación Teatro Nacional Sucre, CCE Núcleo Chimborazo, Municipio de Cuenca, Universidad Eloy Alfaro de Manta y Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Fundación Humanizarte, Fundación Cultural La Trinchera, La Estación y varios medios de comunicación como Andes Noticias, Telesur, El Telégrafo, Radio Pública de Quito, Radio Pública del Ecuador , etc.
Los productores generales del Encuentro dejamos constancia de que hemos expresado formalmente ante la Ministra de Cultura y su Viceministra nuestro total desacuerdo frente a su decisión. Hemos agotado mecanismos de diálogo posibles y propuesto medios alternativos para solucionar el error cometido a través de la Subsecretaria Técnica y la Viceministra, los cuales no dieron resultado efectivo alguno.
Agotados todos los medios, nos vemos obligados a hacer esta primera divulgación de  los hechos ante la opinión pública, como una forma clara de mostrar otro dato que evidencia la poca claridad de criterios de las actuales Ministra y Viceministra de Cultura.
Esta es la postura oficial de la producción de IV Encuentro Internacional de Canción de Autor, sin embargo todos los cantautores, gestores, instituciones, medios locales, nacionales y de países relacionados con el Encuentro, así como el público en general son libres de emitir sus criterios al respecto.
Fabián Meneses Massuh
Fabián Jarrín A.
 
Quito, Octubre 26 de 2011.

LIBERTAD...


Libertad es una palabra que suena ahora último por todas partes. Las grandes revoluciones de la historia se han hecho en su nombre, y con frecuencia han terminado reprimiéndola con brutalidad cuando se dieron cuenta de que su concepto de libertad difería radicalmente del que tenían sus detractores. La iglesia católica, por ejemplo, es hoy por hoy una gran defensora de la libertad de culto, pero cuando detentaba el poder bastaba que alguien se refiriera colateralmente al tema para que lo incineraran sin mayor trámite. Todo el mundo se llena la boca con la palabra y manosea el concepto de diversas maneras. Sin embargo, con frecuencia me pregunto si saben de lo que están hablando. 
En nuestro medio, por ejemplo, hay un conflicto muy fuerte debido a los conceptos de libertad de prensa y libertad de expresión. Y esta última, algo que durante mucho tiempo ni siquiera existió, es una importante bandera de lucha en nuestros días, sobre todo debido a los conflictos gobierno-prensa. 
A mí, personalmente, me resulta bastante divertido observar cómo muchos medios se quejan a voz en cuello a través de sus editorialistas, articulistas y voceros de toda laya de que en el Ecuador no hay libertad de expresión. ¿No hay?, me pregunto. ¿Están seguros? Cae de cajón la pregunta: ¿y cómo es que les dejan quejarse tanto de la falta de libertad si es que no mismo hay libertad? Que yo sepa, no hay un solo peroódico o canal de televisión clausurado por ese tema. 
Lo que veo en la prensa es, aparte del lloriqueo constante, otra cosa, y la voy a llamar por su nombre: mala fe, artería, doblez, mezquindad. Están en guerra. Y esa guerra hace, por ejemplo, que no se refieran en una sola ocasión a ninguno de los logros del actual gobierno del Ecuador, o que si ya les toca hacerlo porque lo contrario resultaría clamorosamente estúpido, lo minimicen y le resten cuaquier clase de importancia. Esa misma guerra los conduce a exagerar cualquier incidente. Y a mentir, se ha visto con frecuencia. ¿Será entonces que lo que quieren es libertad para mentir descaradamente? 
Pero más allá de los temas mediáticos, y regresando sobre nuestro tema, ¿qué es la libertad? ¿Hasta dónde cabe respetarla?  Si su hijo, amable lector o amable lectora, le hace una seña de dedo o lo insulta con lenguaje soez, ¿usted, en nombre de la libertad de expresión le agradecerá por mostrar enfáticamente su inconformidad con su manejo del control familiar o le aplicará la consecuencia correspondiente? ¿Si su hermano o hermana lanza una calumnia contra usted, usted la dejará seguir, total, hay que respetar la libertad de expresión? Si en esta franciscana ciudad alguna persona se dedica a correr desnuda por las calles, ¿respetaremos su libertad?
Y más allá: ni siquiera nacemos libres. Lo sabemos. Venimos ya al mundo con las ataduras de nuestros árboles genealógicos, de los miedos ancestrales de las familias. Y luego establecemos lazos que son precisamente eso: lazos. Ataduras. Rupturas de la libertad.
A lo largo de la historia de la humanidad, ¿quiénes fueron completamente libres?¿Cómo se puede ejercrer la libertad si no se tiene poder? ¿Es cierto que libertad es una cosa y libertinaje otra? ¿Cuántas veces al día nos tenemos que autocensurar porque no conviene que hagamos o digamos lo que queremos?
No estoy de acuerdo con la tiranía, y pienso que ni las ideas ni los afectos se pueden imponer. Pero también sé que la libertad está dentro de las personas más que fuera de ellas. Y no se pueden defender en su nombre la artería, la mezquindad, la mala fe, porque eso es insultar una de las más grandes y bellas utopías de la humanidad, como todas las utopías, inalcanzable, porque como afirma Alejandra Pizarnik en su magistral relato La condesa sangrienta: "La libertad total del ser humano es horrible". Y a todos nos consta.

martes, 28 de junio de 2011

SI USTED ES CLIENTE, ES SOSPECHOSO...


Tengo una hija adolescente, y cada cierto tiempo (cuando la economía lo permite, o sea rara vez) nos vamos de compras al centro comercial cercano a la casa. A ella le gusta la ropa de un almacén cuyo nombre no mencionaré por razones obvias. Y siempre que vamos allá, la escena se repite: nos saludan cordialmente, alguien se nos acerca a preguntar si necesitamos ayuda, y digamos sí o no, mientras vamos por las perchas observando las existencias, los precios, las ofertas (sobre todo eso) uno de los dependientes o una de las dependientas se sitúa exactamente a un metro de distancia de la niña o de mí y sigue todos nuestros movimientos con la acuciosidad de un espía formado en los avatares de la Guerra Fría. Para todo esto, me faltó decir que en la puerta del almacén hay por lo menos tres sensores de alarmas perfectamente instalados, haciendo sonar cualquier objeto que peque de sospechoso, aunque no pertenezca al almacén y haya sido correctamente pagado en la tienda donde fue adquirido. 
El día de ayer fui de compras a unos grandes supermercados. Adquirí algunos accesorios para computación. Cuando pregunté si podía pagar en la caja de la sección y salir, en lugar de hacerlo en las cajas normales, el empleado me dijo que sí, claro, que no había problema. ¿No había problema? Pagué y salí... o mejor dicho, pretendí salir, pues apenas atravesado el torno de salida se me acercó un guardia de seguridad muy serio y me pidió la factura de lo que acababa de comprar. Se la dí. La observó, la leyó, me miró de pies a cabeza con obvia desconfianza (yo llevaba los accesorios en la funda típica del establecimiento, no vayan a creer...) y luego fue a la caja en donde sostuvo un breve diálogo con el empleado que me había atendido, lanzándome ambos miradas que me hacían sentir como Juana de Arco a punto de ser condenada a la hoguera. Luego el guardia, muy satisfecho de su 'deber cumplido', vino, me devolvió la factura y regresó a seguir cazando sospechosos, supongo. La pregunta es: ¿por qué me dijeron que sí podía pagar en la caja de la sección si luego me iban a hacer objeto de tal 'observación'? ¿no era más fácil decirme que pague en las cajas normales y salga por ahí para evitarme el mal momento? 
Cuando estas cosas me ocurren, me pregunto si mi aspecto, el de una señora por el medio siglo, que yo creía normal, tendrá algunas de las características que Lombroso mencionaba en sus tipologías. No es frecuente, pero me parece que ni siquiera debería ocurrir nunca. Por otro lado, estoy muy consciente de que hay gente que roba en tiendas y supermercados, una de ellas es una de mis actrices favoritas. Sin embargo, me parece que se deberían inventar y emplear métodos que no violenten el bienestar psicológico y la honra de la gente honesta que acude a los almacenes y supermercados a comprar objetos que necesita y que nunca tuvo una intención diferente a la de pagar por ellos. 
Pero no es la única. Como mucha gente sabe, soy escritora. Una de las empresas que edita lo que escribo (tampoco mencionaré su nombre) me hizo una invitación para ir a dar una charla en un colegio. Se me dijo, con toda amabilidad, que podía dejar mi auto en el garaje de la empresa mientras iba, en el auto de la persona que arregló el contacto, al colegio. Ingenuamente, lo hice. Ni siquiera llegué a entrar al edificio: dejé mi auto en el estacionamiento y subí al otro auto. Pasó el día. Cuando regresé después de la charla en el colegio, igual, pretendí sacar mi auto del garaje tranquilamente. Pero no pude: un guardia muy serio y 'firme' (en ocasiones firme quiere decir grosero, por si acaso) me conminó a detener el auto, abrir la puerta de la perrera, abrir la guantera, y observó arrugando la nariz el espacio que media entre los asientos delanteros y el asiento posterior, todo esto aparte de revisar mi bolso. De milagro no me esculcó el cuerpo, pienso. 
Me pregunto, si ni siquiera entré al edificio, ¿qué podía haber tomado? ¿qué podría haber robado? Si estaba saliendo del lugar, la bomba que tal vez quise poner ya debía estar adentro, ¿no? Solo que no se sabe cómo porque nunca entré. Por otro lado, la editorial gana dinero (mucho más que yo) a partir de lo que yo he escrito y ellos han publicado. Entonces, lo que menos se podría pedir es un así de respeto. 
Estos hechos me hacen pensar en realidad en que el mundo está lleno de cancerberos que a la gente común nos hacen sentir delincuentes aunque no lo seamos y jamás hayamos pretendido serlo. De la antigua frase "el cliente siempre tiene la razón" hemos pasado a "el cliente puede ser un gran ladrón", y así se nos trata en muchos ámbitos. Si ya han puesto sus alarmas, cosa que se puede comprender, ¿para qué tanta revisión, tanto requerimiento, tanta humillación, en últimas? Y me respondo, también, que son los recursos del dominio del mercado para defender sus intereses sin ahorrarse un miligramo de mezquindad. 
Por eso, alguna vez, cuando un dependiente de tienda, que supongo que no hacía más que cumplir órdenes, subrayó ostentosamente con un marcador los dos billetes de veinte dólares que le di por pago de una chaqueta que costaba treinta, yo también le pedí el marcador para subrayar el billete de diez que me dio de vuelto. Después de todo, suele juzgar el ladrón por su propia condición...¿no es cierto?

domingo, 26 de junio de 2011

LA DELINCUENCIA (II): PARA TEMAS COMPLEJOS NO HAY RESPUESTAS SIMPLES


En el mundo, en el universo en que vivimos, todo está interrelacionado. Y en realidad pocas veces nos damos cuenta, o pocas veces nos queremos dar cuenta. Nos encanta pensar que las sociedades que habitamos producen próceres, científicos, artistas, filántropos y santos. Olvidamos que esas mismas sociedades producen ladrones, asesinos, violadores, delincuentes, estafadores, y lo que es peor: fanáticos, fundamentalistas y tiranos. Queremos, a toda costa, conservar la idea de que pertenecemos al bando de "los buenos". No tenemos nada qué ver con "los malos". Por eso, cuando un hecho de sangre, un robo, un asesinato ocurren alzamos indignados nuestras voces y pedimos cabezas y otras partes del cuerpo con un entusiasmo digno de mejor causa. 
Y sin embargo, el instinto de muerte siempre estará presente en el ser humano. De hecho, es la especie más agresiva y asesina sobre la tierra. A alguien que mata una persona se le dan veinticinco años de cárcel o se la condena a muerte. A alguien que asesina miles o millones en una guerra, se le condecora con una medalla. Entonces, ¿de qué nos quejamos? 
Al conversar sobre este tema, el criminólogo Santiago Argüello dijo una frase muy sabia: "para asuntos complejos no hay respuestas simples". Y la delincuencia es un tema extremadamente complejo. Santiago Argüello comenta al respecto: "Vengo rogando desde hace años una política criminológica que incluya planes, estrategias y hasta mecanismos de prevención para nuestros hijos. Hay que taparse las orejas para no oírles a los que creen que esta vaina es facilísima. Son generalmente políticos que no entienden nada y están comprando nuestro voto con argumentos peregrinos..."
La desigualdad económica y social es uno de los factores que desencadenan la delincuencia, pero no el único. La crisis familiar, los problemas psicológicos de ciertas personas, las situaciones relacionales también se hacen presentes en el abanico de posibilidades. Y más: en toda familia aparentemente 'funcional', en toda sociedad perfecta se guardan esqueletos en los armarios. Y no se diga nada respecto de ese hecho de sangre tan frecuente en nuestro país: el crimen pasional, tantas veces además seguido de un suicidio. Las ideas de 'posesión' que unas personas tienen sobre otras. La justicia comunitaria ejercida 'por la propia mano' en tantos ámbitos de nuestro país, tal vez por gente desencantada del manejo judicial, es cierto, pero también ejercida por gente que valora muy poco la vida en general y la vida humana en particular. Porque ¿qué valor tiene en realidad la vida en un medio que pide a gritos la pena de muerte para los transgresores? 
Dicen que Manuel Calisto era un hombre de esos que, en ciertas ocasiones, como todos, sienten curiosidad y fascinación por la muerte. Dicen también que era alguien que amaba la pintura, la música académica, y por supuesto la actuación, aparte del compartir con los amigos... Seguro que, más que la nuestra, su alma ya ha encontrado la paz y las respuestas que solamente se hallan al otro lado del camino de la vida. 
Mientras tanto, algunos buitres mediáticos ya están sobrevolando la tragedia de su asesinato para aprovechar las circunstancias sobre todo con los 'sacrosantos' fines de sembrar cizaña sin que haya respeto que valga por  el dolor de quienes lo amaban. 
Y sin embargo, siempre que uno de estos acontecimientos nos estremece, deberíamos, más allá de todos los sesudos argumentos que pueblan nuestras indignadas conversaciones, revisar si han germinado en el nuestro, y cuánto, las semillas de muerte que anidan en el corazón de cada ser humano.

jueves, 23 de junio de 2011

LA DELINCUENCIA (I): OPINIONES Y ARGUMENTOS


La delincuencia, el asesinato, destrozan la vida no solo de las víctimas sino de todos quienes se encuentran cerca de ellas. En nuestro país, se diga lo que se diga, los niveles de delincuencia han crecido, o por lo menos se han hecho más visibles y cercanos. Y entonces nos alarmamos, nos asustamos, nos indignamos...
Antes de continuar, quisiera decir que las siguienes reflexiones se dirán siempre con mucho respeto hacia las víctimas de esta circunstancia y sus familiares, y sobre todo con muchísimo respeto por el dolor que experimentan a causa de estos hechos.
Hace dos días fue asesinado en Quito el talentoso actor y director de cine Manuel Calisto. No lo conocí. Amigos míos sí lo conocieron y, como es lógico, están impacatados y abatidos por su deceso y por las circunstancias en que se dio. Esto ha llevado a que, como siempre que sucede un acontecimiento de este tipo, se produzca un 'enjambre' de opiniones que voy a citar y comentar someramente a continuación. Y lo repito, siempre desde el respeto a quienes sufren (sufrimos) por este tipo de hechos. 
  1. La de moda: es culpa de Correa. Como todo, diríamos. Correa tiene la culpa de todas las cosas malas que suceden, han sucedido y están por suceder en el Ecuador, en el mundo, en el Sistema Solar y en el Universo todo. Y lamentablemente, hechos como este no hacen sino  reforzar la aparente validez del argumento. Sin embargo, la delincuencia es una situación demasiado compleja como para achacársela a Correa per se. Es posible que en su administración haya existido, sobre todo, el error de permitir la entrada indiscriminada de gente extranjera al Ecuador, y no porque la gente extranjera sea mala per se, sino porque al existir un permiso de entrada demasiado amplio puede venir a nuestro país toda clase de gente, convirtiéndolo así en un paraíso para el hampa internacional. Sin embargo, es importante resaltar que ningún gobierno ha equipado y dotado a la Policía como lo ha hecho este, aunque la respuesta haya sido utilizar estos equipos y dotaciones para atacar al presidente y a la gente el 30-S.
  2. Hay que establecer la pena de muerte. El que mata tiene que morir. El que secuestra o viola, también. No es mala idea, así luego habría que matar al verdugo del verdugo y del verdugo y finalmente el crecimiento desmesurado de la población terminaría por frenarse. La discusión sobre la pena de muerte es un cuento de nunca acabar. Sus defensores parecen ignorar que la intención de matar nace en el corazón de las personas, que en el suyo propio ya existe. No se puede negar los sentimientos de rabia, impotencia y deseo de 'justicia' que llenan el corazón de quienes han perdido un familiar por causa del crimen. Sin embargo, se ha demostrado hasta la saciedad que la pena de muerte no disuade, no arregla nada. En lugares en donde existe la pena de muerte la criminalidad no disminuye. Y por otro lado, se dan también las 'equivocaciones' típicas de esta legislación, que consisten en matar a quien no se debía. Se dice que "muerto el perro, se acabó la rabia", pero de sobra sabemos que no es así: por cada perro muerto nacen miles, y bastante rabiosos. ¿Y quén los produce? la misma sociedad formada por los 'buenos' que pretenden defenderse de los 'malos' exterminándolos. 
  3. Hay que endurecer las penas y reforzar la vigilancia social. Si por algo hay que inclinarse, sería por la primera parte de este argumento. Sin tomarse la atribución de matar, se está aplicando una consecuencia válida a las acciones de los delincuentes. Incluso en caso de 'error', existiría una posibilidad aunque sea remota de rectificarlo. Sin embargo, este tipo de solución exige reformas profundas y urgentes al sistema penitenciario, comenzando por la infraestructura y terminando por el uso del tiempo libre de los internos y las internas, pasando además por la reforma de los sistemas operadores de la justicia y por la revisión de la filosofía misma de todo el sistema. 
  4. Los organismos de derechos  humanos defienden a los delincuentes. Esta afirmación no es más que una prueba fehaciente de que la ignorancia es lo más atrevido que existe. Los organismos de derechos humanos se han creado, en muchos casos, para frenar los abusos de una fuerza pública que ha servido más a las ambiciones  y patologías de ciertos sistemas antes que a los ciudadanos comunes y corrientes. Si estos organismos reclaman o protestan contra la pena de muerte, contra la tortura o contra este tipo de situaciones se debe no a que se las apliquen a delincuentes, sino a que violentan derechos inherentes al ser humano. Otro argumento patético es que los organismos de derechos humanos no dicen nada ante las muertes de policías o militares caídos en acción. En realidad, la defensa de los derechos humanos es una actitud de vida que pasa por una visión del ser humano como un ente con derechos inviolables más allá de sus acciones y condiciones, pues, además, las  justificaciones que se usan para agredir a los delincuentes pueden comenzar a parecerse sospechosamente a las que ellos usan para atacarnos a quienes no somos delincuentes... 
Y bueno, hasta aquí por  hoy... Este tema continuará en otra entrega... 

miércoles, 15 de junio de 2011

LA AVENTURA AMOROSA



Querido Abdón:
Había pensado mucho en cómo podría abordar en este momento la presentación de tu bello libro La aventura amorosa para honrar la deferencia que tuviste al pedirme que lo hiciera. Y me lo había pensado mucho porque no es una tarea fácil, ¿sabes? Al menos para mí.
No tendrías por qué saberlo, y tal vez muchos de los que hoy nos acompañan tampoco, pero las vicisitudes del amor de pareja son un tema neurálgico en mi vida. Y más allá del anecdotario personal, que poco interesa, tu libro llegó a mis manos in medias res, diríamos, utilizando la jerga literaria: en el momento preciso. Como dice ese escritor a quien tú tanto admiras, Jorge Luis Borges: no es que una encuentre los libros, sino que los libros nos dan el encuentro por el camino.
Abdón querido, ya es casi un lugar común aquello de que un escritor se escribe. Se reescribe, diríamos. Como dijo alguna profesora de un seminario de tema psicológico: detrás de cada pregunta existe un corazón. Y de igual forma, detrás de cada poema, drama, cuento, novela o ensayo también existe un corazón con su carga de anhelos y su avidez de respuestas. Tus generosas y sabias reflexiones sobre la aventura amorosa y sus arquetípicos personajes hablan precisamente de ese corazón que late detrás de ellas. Pues, como dice Leonardo Padura, “¿qué cosa es un escritor sin sus obsesiones?”.
Mucho nos acostumbramos en la infancia, y luego con la sarta de telenovelas de happy end a creer en la idea del amor en el que “se casaron y fueron felices”. La novia, todavía con velito, y el novio de esmoquin se dan un beso que llena la pantalla y sobre sus rostros arrobados se dibuja lentamente la palabra “Fin”. Las tías solteras se limpian las lágrimas y se van a dormir, conmovidas y seguras de que así tiene que ser, lamentando íntimamente no haberlo experimentado en carne propia. Y tal vez es mejor. Porque detrás del “fin” de la pantalla están al acecho las rutinas cotidianas, el agotamiento de la pasión, los terceros en discordia, la sombra de la ruptura y el comenzar de nuevo, o no.
Dice el estudioso de los mitos y la psicología Robert Johnson que el amor romántico es el peor enemigo del matrimonio estable y de la familia. Y sin embargo, cuánta falta nos hace desde el día en que nos despertamos, despeinados y con los ojos irritados, obligados tal vez por el frío a utilizar pijamas mata pasiones, y nuestras soñolientas miradas se encuentran en la nostalgia de la pasión que se ha ido quién sabe a dónde. En su lugar, como un lazo dorado, luce el cariño profundo que nos une las almas gritando “no” a cualquier intento de traición o separación. Solo que nuestras células y también nuestro deseo claman, como en la hermosa canción de Jacques Brel, que “hace falta pasar el tiempo y es muy necesario que el cuerpo exulte”: el cuerpo y la necesidad de volver a sentir el arrobamiento del enamorado, de la enamorada; “… las endorfinas del amor”, que menciona Fito Páez en una canción, y que según la biología se agotan o pierden efecto antes de cumplir cuatro años.
A quienes nos ha tocado hacer más de confidentes que de protagonistas en la aventura amorosa, las reflexiones de tu libro nos hacen ver algo que parecería obvio: la vida no es fácil para nadie. Sobre todo la vida amorosa. En un tiempo en donde los afanes reproductivos han pasado a segundo plano, la vigencia de la pareja estable y de la familia como “la base de la sociedad” comienza a tambalearse peligrosamente. Y sin embargo, en el fondo seguimos anhelando esa sensación de completud que da la engañosa exclusividad del amor de pareja. Lloramos con letras de tango como “Nunca tuvo novio” o “Soledad” porque nos identificamos con el dolor que traducen. Pero al observar, a veces con envidia, las parejas supuestamente felices que pululan a nuestro alrededor comenzamos también a ver las costuras de esas relaciones impecables.
De la lectura de tu libro, que tocó mi corazón con toda la fuerza de su sinceridad me quedan sobre todo dos temas fundamentales que quisiera mencionar:
  • ·        Esa idea, tan desgarradora como cierta, de que el ser humano, el individuo humano experimenta de primera mano la muerte en el momento de la ruptura amorosa. Cuando dejamos de amar, matamos. Cuando nos dejan de amar, morimos, o mejor dicho: nos matan. Cuando decidimos, por miedo o agotamiento, renunciar a la búsqueda del amor, nos suicidamos, de alguna forma. Y sin embargo la energía del amor no se agota, tan solo se recicla en las historias personales.
  • ·        Las verdaderas lecciones y visiones del amor se encuentran, sobre todo, en los relatos míticos, en el arte y la literatura. La mayor parte de obras literarias abordan, aunque sea colateralmente, el tema del amor de dos. Y aunque se podría entender esto como una visión simbólica del encuentro de un hombre con su ánima o de una mujer con su ánimus, es en estas historias donde se puede, de alguna manera, aprender y aprehender el sentido de la presencia del impulso amoroso en nuestras vidas.
Solo me queda, querido Abdón, agradecerte por haber puesto la primera copia de este precioso trabajo en mis manos. Habló conmigo como pocos libros lo han hecho, y eso ya es bastante. Tal vez en el futuro alguien tome la posta y se ponga a reflexionar sobre esa con frecuencia dolorosa y siempre fascinante contraparte del amor que es la soledad. No prometo nada, pero sí puedo afirmar que tu libro dejó no solo certezas y emociones en mi psique y mi sensibilidad, sino también semillas de inquietud, y como todo buen libro, deseos de escribir.
Con todo mi cariño y gratitud,
Lucre

martes, 7 de junio de 2011

LA INSEGURIDAD


Circula en la red, a partir del diario El Universo de Guayaquil, una carta de una empresaria que se dirige al presidente Correa señalándole que lo que él nos debe es solucionar la inseguridad en el Ecuador. La señora relata que ha sido asaltada y/o robada en tres ocasiones y de diversas maneras. Como ya es costumbre, menciona que reclama a pesar del amedrentamiento constante de que es objeto (dice que los ecuatorianos lo somos, pero yo no me incluyo en ese grupo, y no porque no sea ecuatoriana, sino porque nadie me ha amedrentado) debido a que Rafael Correa amenaza a todos los que no piensan como él. Más o menos eso dice. Y claro, lo típico: es hora de que Correa pare la delincuencia, porque nos lo debe.
En resumen eso es lo fundamental del artículo. 
Nunca pondría en duda lo que esta dama porteña menciona. Tampoco puedo poner en duda los sentimientos de indignación, desazón, miedo, pánico y estropeo psicológico que sufrimos cuando nuestra integridad y nuestra propiedad son violentados. 
Sin embargo, y como decía el título de una antigua novela brasileña: todo vale. En este caso, todo vale para la manipulación mediática. 
En primer lugar, si bien la inseguridad se ha acrecentado en el Ecuador, igual que en muchos países del mundo, no es una cosa que se deba exclusivamente a Rafael Correa. Hasta donde me alcanza el entendimiento, la inseguridad y la delincuencia no dependen exclusivamente de una sola persona, y si así fuera, esa persona no es el presidente de la república. Son circunstancias extremadamente complejas, de la misma manera que las posibles soluciones tampoco son fáciles. Primera táctica de manipulación: señalar al presidente Correa como el único culpable de que haya inseguridad en el Ecuador e increparlo por la prensa para que él solucione el problema. 
En segundo lugar, daría la impresión de que antes de Correa no ha habido en este país ni siquiera una estafa hecha por un cuentero a un ingenuo en media calle. No se ha visto en la prensa ninguna carta que, en igual tono, pida a Alfredo Palacio, Lucio Gutiérrez, Gustavo Noboa, Yamil Mahuad, Fabián Alarcón, Rosalía Arteaga, Abdalá Bucarám, Sixto Durán Ballén, Rodrigo Borja, León Febres Cordero, Oswaldo Hurtado o Jaime Roldós la solución al problema de la delincuencia. Y, si bien pudo ser una situación menor que ahora, también en sus gobiernos se produjeron algunos actos delictivos. ¿Por qué Correa tiene que ser el único presidente de los últimos treinta años que 'pague' la deuda de controlar la delincuencia? Segunda técnica de manipulación: la sincronía, la descontextualización en el tiempo. 
En tercer lugar, en la actualidad en este país hay grandes avances en infraestructura vial, en atención de salud, en logística de obtención de documentos... pero sobre estos logros nadie escribe en los medios, ni siquiera cartas al editor (me queda una duda... ¿no se escriben o no se publican?). Tercera técnica de manipulación mediática: fijarse solo en lo malo y no decir una palabra acerca de las cosas buenas que también ocurren y han ocurrido en este gobierno.
En cuarto lugar, resulta que según se afirma, en este país nadie puede pensar diferente a Correa. Todos lo dicen, lo gritan. Los que piensan diferente lo proclaman a los cuatro vientos y siempre añaden la muletilla de que aquí ya no hay libertad de expresión. ¿En serio? ¿No hay? Nunca antes en la historia (y esto es un hecho, no una opinión) se ha atacado desde tantos frentes al mandatario y a su gobierno, tan abiertamente y con tanta vehemencia, desde la ironía y la mordacidad semi ocultas hasta la estulticia y la grosería. Si se han planteado algunos juicios o querellas, esto se ha producido precisamente en el punto en que la tan manida libertad de expresión ha pasado de la emisión de una opinión a la injuria personal. Cuarta técnica de manipulación (y esta, además, engloba las tres anteriores), aunque algunos acusen a Correa de fascista, no dejan de seguir aquella consigna de Goebbels, que al estructurar sus técnicas de propaganda creó el axioma de que "una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en verdad"... aparentemente.

miércoles, 1 de junio de 2011

LOS DIEZ MANDAMIENTOS EN POSITIVO


I
ENTREGA TU ALMA AL PODER SUPERIOR, COMO ESTE SE TE HAYA MANIFESTADO Y SEGÚN LA CONCEPCIÓN QUE TENGAS DE ÉL
II
INVOCA A TU DIOS TANTAS VECES COMO TE HAGA FALTA

III
AGRADECE Y SANTIFICA LOS DONES QUE LA EXISTENCIA TE HA REGALADO

IV
HONRA A TUS ANCESTROS ASÍ COMO LA VIDA QUE TE TRANSMITIERON

V
AMA Y RESPETA LA VIDA DE TODOS LOS SERES

VI
ADMIRA LO QUE ES PURO Y SUBLIME

VII
VIVE FELIZ CON LO QUE HAS ELEGIDO TENER

VIII
SABOREA EL PLACER DE LA HONESTIDAD

IX
DESEA A LA MUJER O AL HOMBRE QUE ES TU PAREJA, APRENDE A DISFRUTAR TAMBIÉN DE TU INDIVIDUALIDAD Y A SER TU MEJOR COMPAÑÍA EN SOLEDAD

X
ALÉGRATE TANTO DE TU FELICIDAD COMO DE LA FELICIDAD DE LOS OTROS


(basado en una idea de Alejandro Jodorowsky)

lunes, 30 de mayo de 2011

DEL MISMO BARRO VENIMOS...


Estos días, a  propósito del conflicto provocado en Sucumbíos por un radical giro dado desde Roma para seguir barriendo del mundo los rastros de la Teología de la Liberación que pudieran quedar, he encontrado algunas páginas de Internet de individuos o agrupaciones ateas. Las he seguido con interés, pues puedo ver en ellas, tal vez como su mayor mérito, una sinceridad elemental, un deseo de encontrar una verdad menos manipulada que las que las iglesias (y sobre todo las iglesias cristianas) pretenden vendernos. 
Un punto aparte son las críticas y comentarios que estos blogs y páginas reciben. Los cristianos, de la denominación que sean, y que supuestamente obedecen la doctrina de alguien que propuso poner la otra mejilla si se recibe una bofetada en la una, que predicó el amor, el perdón, la oración por los enemigos y la piedad por quienes nos ofenden, estos cristianos, decía, olvidan de golpe y porrazo todas estas enseñanzas y a quien en la mayoría de casos ni siquiera los ofende, sino que simplemente discrepa de algunos aspectos de sus creencias, no solo no le ponen la otra mitad de creencias a disposición para que igual las refute (teoría de la otra mejilla), sino que insultan y vituperan con términos del más grueso calibre, mandan votos por verlos arder en los infiernos y porque la justicia divina les caiga encima con todo su peso haciéndolos trizas. Se los tacha de ignorantes (algo de lo que no se les puede acusar, pues en la mayoría de los casos conocen unos cuántos libros más que la Biblia). Se los envía al infierno. Y se los insulta de varias maneras, que por decoro es preferible  no citar aquí.O sea, el Jesús del amor y del perdón, después de leer alguna de las cartas de sus defensores más acérrimos, terminaría con un imparable ataque de vómito. 
Otra son los argumentos. La gente cristiana, y sobre todo de las iglesias reformadas, llamadas 'evangélicas' en nuestro medio, no esgrime más argumento que los versículos de la Biblia, y poco importa que tengan algo que ver con aquello que están atacando o defendiendo. No apelan a más  lógica que los versículos de la Biblia y los citan a diestra y siniestra sin darse cuenta de que aquellos a quienes refutan o critican no creen pero para nada en esa 'lógica versicular', por llamarla de alguna manera.
Sin embargo, y contrariamente a lo que se pudiera pensar, los ateos de algunas páginas y publicaciones llegan a ser tan recalcitrantes en la defensa de sus ideas como los cristianos en la de las suyas. Agresivos. Hirientes. ¿Por qué lo digo? El otro día, entusiasmada por el contenido de una página de internet (visítenla e infórmense, pero no se les ocurra decir ni mú si no piensan exactamente-lo-mismo que sus administradores) que supuestamente defiende el libre pensamiento, les escribí una carta y, para mi mala suerte, me permití expresar una defensa de la validez del pensamiento mítico y mi afición por la psicología de Carl Gustav Jung. Ahí fue Troya. Se sintieron insultados y me dijeron de todo, menos gracias por haberles escrito (como sí lo hacen con algunos de los cristianos que terminan insultándolos de verdad).
En fin, pasada la impresión, y enviada una respuesta que no ha sido contestada (tal vez afortunadamente para mí), me puse a pensar en que cristianos unos, ateos otros, del mismo barro (o, curándonos en salud, de las mismas estructuras moleculares) estamos hechos. ¿No les parece?

sábado, 21 de mayo de 2011

GUERRAS DE RELIGIÓN (II)


En la nota anterior se hizo una descripción de lo que quien escribe estas líneas conoce sobre la situación. Ahora, unas breves reflexiones personales al respecto.

  •    En primer lugar, es obvio que tanto Wojtila como Ratzinger llevaron hasta las últimas consecuencias la consigna de destruir a como diera lugar cualquier intento de cualquier sector de la Iglesia Católica por apegarse, aunque sea de lejos, a los postulados de la Teología de la Liberación. Todas sus acciones se encaminaron, y se siguen encaminando a esa finalidad. No dudaron incluso en apoyar a gente como Ronald Reagan y su mortífero proyecto de la Guerra de las Galaxias con tal de conseguir apoyo de la  gran potencia anticomunista del mundo para cumplir con sus objetivos. Tampoco dudaron en elevar a congregación religiosa a una institución de tan dudosa reputación como “Tradición, Familia y Propiedad”, cuyo fundador padecía, por decir lo menos, de severos trastornos psicológicos, con el fin de tener una especie de ‘brazo armado’ (aparte del Opus Dei, entre otros) que los ayudara a cumplir con su cometido. Entonces, lo que está ocurriendo ahora en nuestra alejada y humilde provincia de San Miguel de Sucumbíos no es más que una parte de un plan global para establecer unas directrices católicas preconciliares (me refiero al Concilio Vaticano II), conservadoras y autoritarias en todo el planeta.
  • Lo que Juan Pablo II y más Benedicto XVI no toman en cuenta es que en nuestros días ya no existe el Tribunal del Santo Oficio que actuó en épocas como la Edad Media, y que la pena de anatema de excomunión ya no pinta ni siquiera una leve preocupación en las personas que hemos abandonado el redil católico porque nos negamos a seguir como ovejas las consignas de una institución que comenzó por traicionar los más básicos postulados de quien dicen ser su fundador: Jesús de Nazareth. Culpan de la secularización del mundo actual a todo menos a quienes son los verdaderos culpables: una jerarquía de la iglesia que se aferra al poder echando mano de cualquier procedimiento, por espurio que resulte desde el punto de vista de la ética. Una jerarquía que sigue las líneas de conducta de quienes condenaron, torturaron y crucificaron a Jesús más que las normas de conducta dadas por él en las páginas de un libro que descaradamente exhiben como su base doctrinal. 
  •  No voy a censurar la defensa que los católicos simpatizantes de los Carmelitas Descalzos y su labor hacen del proceso iniciado y propiciado por Monseñor Gonzalo López Marañón. Seguramente es el que más se apega a las enseñanzas de Jesús y a la doctrina cristiana original. Sin embargo, me parece que es gastar pólvora en gallinazos. El proceso de retroceso ideológico de la Iglesia Católica está dado, seguramente, desde poderes y fuerzas más oscuros que los que parecen detentar Juan Pablo II y Benedicto XVI,  tanto es así que al Papa Ratzinger ni siquiera le interesa quedarse sin feligreses con tal de sacar el cuerpo por donde metió la cabeza. Pienso, desde una posición tal vez desencantada, que lo que los católicos de recta conciencia deben hacer es dejar vacías las iglesias. No creo que sea un pecado dejar de asistir a una misa oficiada por un Heraldo del Evangelio. Más bien, desde el punto de vista de Jesús, el pecado sería asistir a ella. Lo que sugeriría es que revitalicen sus comunidades eclesiales de base y que dejen a los carismáticos poseídos por el espíritu, a los mentirosos del Juan XXIII y a los Heraldos cantando aleluyas en sus iglesias, a ver cómo les va. Con el tiempo, las cosas suelen caer de su peso sin que nadie las empuje.
  •  Por sus obras los conoceréis, dijo el mismo Jesús. La obra de Monseñor Gonzalo López es evidente y no solo para quienes simpatizamos con él o tuvimos alguna vez un contacto con el trabajo de la misión carmelita en Sucumbíos. Los escándalos financieros y de otro tipo (de cuyo nombre no quiero acordarme) que cercan la Iglesia de Roma no solo hablan sino que gritan sobre la verdadera naturaleza de la jerarquía institucional católica actual.
  • Unas palabras respecto del tema de la radio. En este momento, en el Ecuador existe una gran conmoción porque, supuestamente, el gobierno atenta contra la “libertad de expresión” de los grandes medios al defenderse de los constantes ataques que sufre de parte de ellos y al pretender regular ciertos aspectos de estas instituciones. Sin embargo, los mismos que se rasgan las vestiduras ante esto, no han dicho una palabra ante la disputa respecto de Radio Sucumbíos, en donde lo que los Heraldos, y a través de ellos la jerarquía católica actual pretenden es quitar la libertad de expresión del pueblo de Sucumbíos respecto de la proverbial marginación y pobreza en que nuestras provincias orientales han vivido desde el origen del Ecuador como país.
En fin, que parecía cosa de la antigüedad, pero henos aquí, observando con pena nuestra propia Guerra de Religión y pensando en que, si Jesús la viera, no dudaría ni dos segundos en tomar partido por quienes han velado desde hace cuarenta años por limpiar su doctrina del ripio del poder y la ambición. 

GUERRAS DE RELIGIÓN (I)


Se supone que hace una hora mi ciudad debió haber sido devastada por el espantoso terremoto que un ‘iluminado’ anunció para cada ciudad del mundo a las seis de la tarde (hora local) con que se daría inicio al Juicio Final, al fin de los tiempos y a eso.  Tampoco he tenido noticia de ningún otro terremoto en ninguna otra parte del mundo.
Por otro lado, en mi país, terremotos más, terremotos menos, hay una guerra de religión desde hace unos meses. Las cosas comenzaron cuando se aceptó la renuncia del obispo de la provincia oriental de Sucumbíos, Monseñor Gonzalo López Marañón, carmelita descalzo, y se lo reemplazó por un obispo perteneciente a una orden llamada Heraldos del Evangelio. Esta orden nace, hasta donde se tiene entendido, de un movimiento llamado “Tradición, Familia y Propiedad”. Ante el conflicto que se creó, en el cual se tomó la salomónica decisión de nombrar temporalmente un obispo local del clero secular, el Vaticano ordenó que los carmelitas descalzos abandonaran la diócesis y la misión en la que habían trabajado con amor y entrega durante más de cuarenta años.
Largo sería detallar cómo “Tradición, Familia y Propiedad” se convirtió en “Heraldos del Evangelio”. Durante algún tiempo estuvieron, digamos ‘proscritos’ debido a serias denuncias de utilizar técnicas de ‘lavado de cerebro’ y otras cosas peores en algunos países.
¿Por qué se ha producido esta guerra de religión? Monseñor Gonzalo López Marañón estableció en su diócesis una línea progresista, acorde con la Teología de la Liberación de los años setenta y ochenta, a saber: opción preferencial por los pobres, una mayor participación de la gente en la liturgia y la vida religiosa de la comunidad, grandes cuotas de acción social no asistencialista sino autogestionaria. Todos sabemos que esta doctrina fue hábilmente desarticulada en toda Latinoamérica por el Papa Juan Pablo II, quien dio mucho apoyo y otorgó grandes poderes a sectores ultraconservadores de la Iglesia Católica como el Opus Dei.
También sería largo detallar todo lo que Juan Pablo II (de nombre civil Carol Wojtila, recientemente beatificado, aunque con muchos cuestionamientos al proceso por parte de la opinión pública mundial) hizo para que la Iglesia volviera a convertirse en una institución apegada a la ritualidad, a una estricta moralidad sexual, rabiosamente anticomunista (o anti cualquier cosa que de lejos se pareciera al comunismo) y con una jerarquía alejada de la gente aunque haya ejercido, él en particular, algo que podríamos llamar un ‘populismo mediático’ bastante hábil, sobre todo en medio de los jóvenes.
Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, asesor ideológico y doctrinal de Juan Pablo II, es menos afortunado que su antecesor porque carece de la simpatía que le sirvió a Juan Pablo II de piel de oveja en las circunstancias en que tuvo que hacer de lobo. Y es Benedicto XVI quien ha aceptado la renuncia de Monseñor López y ha impuesto en nuestra provincia oriental la presencia de los Heraldos del Evangelio con toda su carga de ritualidad y conservadurismo religioso a cuestas.
Sin embargo, parece que Ratzinger no contaba con un pequeño detalle: la semilla que Monseñor López y la orden de carmelitas descalzos dejaron sembrada en la gente de Sucumbíos durante cuarenta años de apostolado real en el lugar. Si bien hay grupos conocidos por su fundamentalismo, como la Renovación Carismática Católica, o por su ignorancia (no quisiera pensar que es otra cosa), como el grupo Juan XXIII (y digo ignorancia porque de seguro no saben lo que hizo para renovar la iglesia y volverla más cercana a la gente y a los pobres el papa cuyo nombre están usando) que defienden a los Heraldos del Evangelio, en general la gente de Sucumbíos no los quiere allí.
Uno de los ‘botines’ que se disputan ambos grupos es Radio Sucumbíos. Una radio comunitaria perteneciente a la CORAPE (Coordinadora de Radios Populares del Ecuador) y que, como muchas otras emisoras populares, nació al amparo y bajo el signo de la comunicación popular y comunitaria, aunque tuviese vínculos con los misioneros carmelitas descalzos de aquel entonces.