sábado, 26 de marzo de 2022

LA ESPOSA DE PUTIFAR


 

Aunque no sea verdad y tenga episodios muy cuestionables, la Biblia es un excelente semillero de historias que en determinados casos pueden ser muy útiles. Está, por ejemplo, la leyenda de José. Y de esa leyenda, un episodio poco promocionado es el impase que atraviesa con la esposa de Putifar, el hombre que lo había tomado como esclavo y lo había ascendido a ayudante de cámara por sus innegables cualidades compartidas de ética, sagacidad y honradez.

Sucede que la señora de Putifar se sintió en seguida muy atraída por el joven semita que ayudaba a su esposo, y no perdía ocasión de insinuársele. Él, sin embargo, fiel a sus principios y sobre todo a su sistema de creencias y valores, la ignoraba olímpicamente hasta que un día ella no pudo más y, aprovechando que Putifar andaba de viaje, le cerró el paso en el dormitorio mostrándose ante él semidesnuda. Posiblemente José sintió un sacudón en la sangre, pero era un siervo respetuoso, honesto y sobre todo leal al hombre que lo había sacado de la esclavitud y le había confiado el servicio de su casa. Entonces decidió hacer lo que muchos hombres deberían, pero evitan, en estas circunstancias: salir corriendo. La astuta mujer, sin embargo, agarró el manto del joven, quizá para detenerlo o quizá con intenciones más protervas, y se quedó con él en la mano. Mismo manto que fue aprovechado y exhibido como evidencia para, al regreso de su esposo, acusar a José de intento de violación y contar una triste historia en la cual ella, por defenderse, había conseguido quedarse con el manto del malhechor. Putifar sintió que su corazón se resquebrajaba. Sin embargo, entre dudar de la palabra de la mujer amada y la del siervo preferido, optó por creerle a ella.

Dolido e indignado, pero sintiendo en el alma todavía el cariño por su sirviente, y más que nada porque era tan justo como José, no lo mató con sus propias manos ni lo mandó matar, lo que habría sido de esperar, sino que, con justicia y dolor, lo envió a la cárcel… y el resto es historia conocida.

¿Por qué traer a colación estas escenas? Bueno, la actitud del presidente Lasso al constatar que no contaba con los votos suficientes para la ley de Regalo del País envuelto en papel de colores y con lacito recuerda un poco a la de la mujer de Putifar lloriqueando con el manto en la mano como evidencia. Porque… ¿no sería que tal vez desde el Ejecutivo se quiso… digamos… ‘motivar’ a algunos asambleístas que por una vez en su vida y por el extraño motivo que haya sido decidieron no dejarse seducir por los cantos de sirena de los repartos, las rebajas de impuestos y el voluminoso contenido en papeles verdes del misterioso maletín que suele aparecer en estos casos?

¿No será que Lasso aparece en cámaras y redes mostrándonos un ‘manto’ que él mismo arranchó a quienes por esta sola vez decidieron salir corriendo del cuarto antes de que se enturbie el agua? Ya se venía preparando terreno desde ciertas declaraciones de la Ministra de Gobierno, Alexandra Vela, quien insinuó cierto unilateral chantaje por parte de los legisladores de ciertas bancadas. Pero… ¿no será la ejecución del chantaje contra quienes no aceptaron otro chantaje? No olvidemos que se dieron largas al asunto por parte de la tan limitada como servil señora Llori, para ver si algo se podía hacer, y recordemos que incluso hoy se dieron dos horas para tratar de ‘conseguir los votos’, como alguien dijo por ahí. ¿Y cómo los iban a conseguir? ¿acaso haciendo ‘razonar’, suplicando, aplicando buenas formas? Es cierto que en las últimas elecciones este pueblo votó con una buena dosis de ingenuidad… pero ya se está acabando. No nacimos ayer. Les conocemos bien, a unos y a otros.

Así que suelte el manto, señor Lasso, devuélvaselo a quienes les pertenece y déjeles que también digan su versión, y si realmente le importan la ética y la moral, hable claro. Déjese de amenazas y chismes de barrio, que no somos tan inocentes y confiados como Putifar. Y usted no es ni ha sido ninguna pseudo inocente damisela mal seducida por un inferior.