miércoles, 27 de septiembre de 2023

LA ESTÉTICA DE LA ÉTICA DEL TRABAJO


Son buenas personas. Van a misa, o al culto. Porque creen en Dios. Sí. En Jesús, ese que dicen que dijo, en Mt. 19: 23-30: “Es más fácil que un camello (se puede entender también, por traducción, como ‘soga gruesa’, que para el caso da lo mismo) pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos”. Pero esa parte no les gusta mucho. Suelen decir que es simbólica. O, como escuché insinuar alguna vez, que alguien la puso ahí tendenciosamente porque Dios no puede discriminar a los ricos. En navidad hacen agasajos para niños sin recursos, y tomándolos de uno en uno son excelentes personas. Pero en épocas como estas su reclamo es: “Dejen de protestar y póngase a trabajar”. También se les oye decir, haciendo gala de una ignorancia voluntaria difícil de combatir, que el comunismo y el socialismo aúpan la vagancia de la gente. Se llenan la boca diciendo que sus fortunas las hicieron trabajando, y que todo el mundo debería ser como ellos: trabajar hasta ser rico, eso en lugar de quejarse, llorar porque le suben la gasolina y salir a robar y matar en las calles en lugar de trabajar como ellos han hecho para conseguir todo lo que tienen. 

Sería bueno navegar en las aguas de la historia para entender mejor la situación: en épocas de los cazadores y recolectores, es decir, unos 10 000 años antes de la Era Común, la gente, hombres y mujeres, no trabajaban más de tres horas diarias. Hay que aclarar, por supuesto, que la esperanza de vida era de treinta y cinco años y que lo que se necesitaba para vivir era más bien poco; pero no importaba: de las veinticuatro horas del día, las veintiuna restantes se dormía, se comía, se pasaba con los niños, se jugaba, se hacía el amor… ¡en fin! Se vivía. Luego, sobre todo después del descubrimiento de la agricultura, la gente debió trabajar más tiempo, y con más constancia. Unos ahorraron, otros no. Unos trabajaban en tareas aprobadas por la sociedad, otros no (porque, aunque nos duela, salir a robar y asaltar varias veces al día también puede considerarse una especie de ‘trabajo’, otra cosa es que no estemos de acuerdo). Y así se fue regularizando el tiempo del trabajo en detrimento del tiempo del ocio hasta casi hacerlo desaparecer. 

Una afirmación constante en nuestro medio, por ejemplo, es que ‘los indios’ o ‘los negros’ son ‘vagos’. Lo repiten pomposamente los ‘blancos’, los mestizos, y algunitos que por su tipo no son ni lo uno ni lo otro pero tampoco se aceptan como indios ni negros. A esta gente no le vendría nada mal estudiar un poquitín la historia. Digo, para que vea si lo que afirma tiene sustento: desde que Colón holló con la cristiana suela de su escarpín alguna isla caribeña, los españoles se dedicaron a hacer trabajar a los indígenas de por estas tierras en la búsqueda de oro y otros tesoros. Los esclavizaron de las maneras más brutales posibles. Los obligaron a trabajar hasta la extenuación e incluso les dieron sustancias como la hoja de coca para que resistan el trabajo sin comer y exacerbaron el consumo de alcohol para que después del trabajo se embrutezcan y no reaccionen. 

Cuando el oro de las mitas se comenzó a agotar los pusieron a trabajar en la industria textil en jornadas más largas que ‘de sol a sol’ sin apenas comida, con castigos y malos tratos que le darían envidia a Vlad Dracul, a Hitler y a Videla. Esa es la historia consignada no por gente del partido comunista ni socialista, que todavía no existían, no por indígenas ‘resentidos sociales’ (otra expresión que les encanta), sino por los emisarios enviados de la corona española para investigar cómo iban las cosas por estas tierras, en un muy poco difundido informe que se llama Noticias secretas de América  y que sería bueno que leyera todo aquel que repite lugares comunes sin siquiera saber de dónde vienen. 

Y sobre los negros, de quienes se afirma con toda soltura que ‘no les gusta trabajar’… por si acaso no se hayan enterado, fueron esclavos por lo menos quinientos años. Esclavos: propiedad de sus amos, trabajando sin paga, las mujeres siendo violadas sistemáticamente por aquellos que no las consideraban humanas sino en el momento de obtener placer de sus cuerpos. Sin seguro médico. Sin horario. Pregunta necesaria: ¿a usted, señor, señorita, señora que les acusa de vagancia… le habría gustado trabajar en esas condiciones? ¿No habría hecho todo lo posible por escapar de esa situación aunque sea con la muerte? Porque eso es lo que muchos hacían, preferían poner en riesgo su vida o incluso suicidarse antes de seguir en el infierno de la esclavitud, no por vagos. ¿Se entiende? Tal vez por humanos, que sí lo eran. Que lo siguen siendo. 

Durante los años de la Revolución Industrial, la gente se caía muerta sobre los telares, escupiendo sangre por anemia y tuberculosis. Trabajaban hasta dieciséis horas diarias. Mujeres, niños, hombres de todas las edades, para que un empresario (un ‘emprendedor’, dirían ahora, alguien ‘con visión’) tenga una mayor ganancia. Y siempre que pidieron mejores condiciones de trabajo se les tildó de ‘vagos’. Cuando paralizaban las máquinas, cuando salían a protestar, a solicitar un horario justo, un día de descanso, siempre, pero siempre, se les tildó de vagos, y los dueños de las fábricas, y las autoridades a su servicio no dudaron en recurrir a la fuerza hasta niveles criminales contra semejantes ociosos flojos y desagradecidos. ¿De dónde cree que salen las efemérides del 1 de mayo o del 8 de marzo? Del martirio de gente ‘vaga y malcriada’ que se atrevió a pedir una disminución en su explotación. Por eso apareció el socialismo. Por eso se desarrolló el comunismo. No por otra cosa. 

Hoy en día, todavía hay gente que se levanta antes de las cinco de la mañana y no para hasta las tantas de la noche. ¿Haciendo qué? Trabajando, aunque no le guste. Todavía hay niños que no van a la escuela porque la maquila se come sus horas. Y cuando se juntan para pedir, o exigir, que no estaría nada mal, mejores condiciones de trabajo, una legislación laboral más justa, hay gente que, oronda y prepotente, habla de que son vagos, que no les gusta trabajar y que si les gustara y lo hicieran bien seguramente ya serían millonarios. Porque ellos hicieron su fortuna trabajando, así dicen. Obviamente, no mencionan las condiciones. Y por supuesto, olvidan por completo las diferencias entre uno y otro ‘trabajo’. 


lunes, 10 de julio de 2023

EL 'ORGULLO' HETEROSEXUAL

 
Durante la última quincena de julio aparecieron en redes algunas imágenes, memes y posts que invitaban al público en general a sentir y expresar su 'orgullo heterosexual'. Recuerdo uno en especial: una fotografía de una pareja heterosexual en el día de su boda, vestida de blanco ella, él de esmoquin, en un paisaje romántico e idílico.  

Es obvio que, a no ser que se trate de un asesino, de un genocida, de un mentiroso contumaz o de un impoluto practicante de cualquiera de los siete pecados capitales, cada uno de nosotros y de nosotras debe, más que orgullo, sentir aceptación por lo que es y lo que hace. Pero hablando de orgullo relacionado con la orientación sexual o el género, tal parece que es necesario aclarar algunos puntos. 

En primer lugar, aunque las personas heterosexuales lo sientan así, de ninguna manera están siendo atacadas. De hecho, su orgullo se impone en el mundo judeocristiano como un símbolo de pureza o de integridad moral. La visibilización de las otras orientaciones no es un ataque contra la heterosexualidad, sino una manera de mostrar que no es la única posibilidad de vivir, y que existen otras orientaciones sexuales que no constituyen ni un vicio, ni una falta moral, y peor un delito.

Por otro lado, las personas defensoras de este tipo de teorías, creen que la orientación sexual es una cuestión de elección. Se escuchan con frecuencia términos como opción o preferencia sexual. No es así. Así como usted, señora, señor, señorita, señorito no escogió ser heterosexual, una persona homosexual o una mujer lesbiana, o incluso un bisexual, un trans o un travesti, y peor un intersexual no han escogido vivir la realidad que viven. Las ciencias de la vida y del comportamiento humano aún no determinan las causas que llevan a que una persona tenga una orientación sexual diversa en relación con la normativa social. 

La homosexualidad se encuentra presente en la especie desde sus orígenes, y existen documentos y hasta textos literarios que así lo consignan, por ejemplo la epopeya sumeria Gilgamesh, que data de más de mil años antes de la era común. 

Pero además, ¿por qué es un absurdo reclamar el 'orgullo heterosexual'? Que yo sepa, nadie tiene que andar por ahí explicando que lo es. A nadie le preguntan por qué 'se hizo' heterosexual, o si no quisiera dejar de serlo. Y así tiene que ser porque, como ya se dijo, la orientación sexual no es voluntaria. Pero solo en el caso de la heterosexualidad se da por sentado. Si va a buscar trabajo o quiere entrar una iglesia, no digamos que se lo permite sin problema, sino que no hay cuchicheos ni miradas cargadas de sospecha. Durante los años oscuros de la Inquisición, se acusó de homosexualidad y de la práctica secreta de la sodomía a los cátaros y a los templarios, falacias y mentiras que más tarde se demostraron, y en el segundo caso se demostró además que fue para quedarse con las propiedades y bienes de los mencionados religiosos, algo, por otro lado, muy frecuente en los procesos del Santo Oficio. 

Cuando los españoles llegaron a América, en donde la homosexualidad era común en algunas etnias aborígenes, no se les ocurrió mejor idea que arrojar a los indígenas homosexuales a ser despedazados por perros entrenados para el efecto. En los países islámicos es considerado un delito que se castiga con muerte por lapidación. En muchos países ser homosexual fue un delito castigado con cárcel hasta bien entrado (y casi salido) el siglo XX. En nuestros días muchas iglesias y familias acuden a las llamadas clínicas de deshomosexualización, en donde a los hombres homosexuales se les veja de maneras inenarrables, y a las mujeres se las viola (entre otras cosas) para que 'tomen el gusto' de la heterosexualidad. 

Por otro lado, un homosexual no es necesariamente un pervertido, un abusador de niños o un violador de gente de su mismo sexo. Los abusos que entran en lo patológico, en la psicopatía y en el derecho penal no van con la homosexualidad como una condición sine qua non, como se pretende dar a entender con una buena dosis de malicia. Sería importante que se investigue cuántos abusos y actos de pedofilia se producen también o son cometidos por gente heterosexual antes de activar el prejuicio. Y aquí también merece citarse lo irónico que resulta que una de las instituciones que más ha perseguido la homosexualidad a lo largo de su historia, albergue en su seno gente que ha cometido numerosos actos de pederastia homo y heterosexual.
 
Sería bueno saber también por qué se instauró el 28 de junio como el Día del Orgullo Gay, primero, y luego LGBTIQ+. Fecha que, al igual que el Día Internacional del Trabajador (1 de mayo) o el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) nace de dolorosos y humillantes momentos de represión y abuso contra poblaciones vulnerables como los trabajadores y las mujeres que reclamaban mejores condiciones laborales, y, en este caso, la población GLBTI que se juntaba para no ser estigmatizada, maltratada y muchas veces incluso asesinada tan solo por su condición diversa respecto de la norma. Al igual que en las otras fechas citadas, el día del Orgullo nace en una masacre, y en la necesidad de revalorizar el derecho a la diversidad de quienes, sin proponérselo, viven una orientación sexual diferente a la canónica. 

Así que si usted es heterosexual y se enorgullece de ello, no le vamos a quitar el gusto, pero recuerde que también existen, como grandes cualidades humanas, el cariño, la empatía, y sobre todo el respeto hacia quien nada nos ha hecho y merece ser y existir tanto como nosotros, nosotras y nosotres. Y recuerde a ese Dios de compasión a quien citó Jesús, y que decía: "Misericordia quiero, y no sacrificio". Y también "ámense los unos a los otros como yo les he amado". Es decir aceptándonos como Él mismo, si es que ha existido, nos hizo lo que somos. 

lunes, 24 de abril de 2023

CLAROSCURO

Hace cuatro años y medio tuve la suerte de asistir al encuentro de Literatura Infantil y Juvenil “Trompo”, en las instalaciones de la Universidad San Francisco de Quito y organizado por la gran profesora y experta en el tema Alejandra Zambrano. Fue un encuentro muy iluminador e interesante, en donde pudimos compartir con muchas personas dedicadas a escribir e ilustrar, editar y difundir libros escritos y hechos para niños y niñas y para jóvenes lectores. 

También suelo utilizar con frecuencia los servicios de los Sistemas Médicos de la Universidad San Francisco de Quito, pues hay uno cercano al lugar en donde vivo, y, como lo he dicho en otra parte, allí me encuentro con gente de todo nivel social, aparte de que la atención está llena de calidez y consideración. 

No puedo, entonces, renegar de la institución per se, pues me he beneficiado no solo de los dos ejemplos que cito, sino de otras actividades y eventos de innegable calidad. E incluso trabajé un corto tiempo como docente, antes de que comenzara la construcción de su campus actual. 

Sin embargo, tampoco se puede desconocer algunos detalles acerca de su fundación y sobre todo de la ideología de su dueño y creador, que tal vez deslucieron de un proyecto cuya excelencia no dependió solamente de él sino del trabajo, inventiva, creatividad y dedicación de muchas otras personas. 

Es turbia la obtención de los terrenos donde se sitúa ahora el campus. No está muy clara la situación impositiva del fundador y de la universidad. Incluso se afirma que con algún pretexto el doctor Gangotena ni siquiera pagaba las alícuotas del conjunto donde vivía. También recuerdo la época de su fundación, un tiempo en el cual en Quito había tres universidades como opción: la Central, la PUCE y la Escuela Politécnica Nacional. Por aquel entonces, en la década de los 80, la naciente Teología de la Liberación estaba siendo atacada, desde la misteriosa muerte del papa Juan Pablo I, por la actitud extremadamente conservadora de su sucesor, Juan Pablo II. Sin embargo, la doctrina de la opción por los pobres había calado hondo en algunos grupos de estudiantes de la PUCE que por fin encontraban en su fe una salida para sus ideales de cambio social y solidaridad humana. Es entonces cuando, oh sorpresa, aparece una universidad particular, privada y laica. Justo después de la represión del régimen Social Cristiano de Febres Cordero que había visto, entre otras cosas, alguna manifestación conjunta en su contra por parte de las tres universidades citadas, y se pudo notar que la religión no alcanzaba a frenar la inconformidad con el statu quo, como se había pretendido en los años 40, ante la combatividad de la universidad Central. 

Más allá de lo que en sus aulas y campus se realizaba, el doctor Santiago Gangotena se caracterizó, en los últimos años, por un discurso excluyente y anti derechos. No comentaré lo de ‘longo cualquiera’ porque me parece que fue una trivialización bromista del discurso clasista de la clase alta quiteña, a la cual perteneció. Sin embargo, sí era preocupante escucharlo decir que solo quienes poseen propiedad privada debían tener derecho al voto, y que la educación no era un derecho, aparte del otorgamiento del doctorado Honoris Causa a Guillermo Lasso, dizque por la vacunación (¿a alguien más en el mundo se lo otorgaron, por el mismo motivo?), pero en el fondo la distinción se otorgaba por no ser Rafael Correa (otrora brillante profesor de la misma universidad, acuérdense). 

En medio del desastre nacional, Santiago Gangotena olvida la civilizada conveniencia de cruzar por un puente peatonal y muere, irónicamente, atropellado por un bus interparroquial, típico transporte de los “longos cualesquiera”. Por cierto, el bus ya está localizado, y no sé si su conductor también, haciendo gala de una velocidad en el proceso que la familia de cualquier longo o longa ya se quisiera si le llega a suceder lo mismo. 

Institución respetable, cuyo aporte a la sociedad y la cultura quiteñas no se puede negar ni desconocer, la USFQ siempre vivirá, sin embargo, bajo la sombra (en el sentido junguiano) de su fundador, que es a la vez la enorme y dañina sombra de los grupos excluyentes, manipuladores, racistas y clasistas que hoy por hoy detentan el poder en nuestro país.