viernes, 12 de diciembre de 2014

NADIE ES PERFECTO




Antes que nada, debo indicar que sigo confiando, y mucho, en Rafael Correa, y que todavía pienso que, puestos a evaluar, es el mejor gobierno que este país ha tenido en décadas, o tal vez en toda la historia. Sin embargo, como todo en esta vida, existen debilidades, problemas, situaciones que no son precisamente de lo mejor. Por supuesto, no estoy en esa línea que le exige perfección solo a él, nadie sabe por qué, y que vive a la que cae porque en realidad están en guerra.
Yo no estoy en guerra contra él, y sí me importa mi país, y por eso mismo quisiera señalar las que considero las más importantes debilidades de Rafael Correa como Presidente, y que además afectan a su gestión de manera no poco grave, pues aparte de no ser lo más adecuado, le brindan al enemigo argumentos bastante sólidos para seguir molestando con jota.
La primera gran debilidad de Rafael Correa es gramatical, y se puede resumir en una sola frase: un exagerado apego a los adjetivos. En realidad, va un poco más allá: se agarra de cuanta pelea se le pone por delante y desarrolla la situación con un prolífico uso de adjetivos y frases ídem. Olvida ese sabio refrán que afirma contundentemente: "Dos no pelean si uno no quiere". Sabemos que gran parte de la oposición se encuentra en la prensa privada, y sabemos que recurre a todas las tretas posibles para desprestigiar y desestabilizar a través de los medios de comunicación. Esto no es novedad (lo venimos viviendo siete años), sin embargo, humildemente pienso que, en lugar de hablar de "prensa corrupta", "caretucos", "amargados" y otros calificativos, simplemente el Señor Presidente podría batirse con la mera verdad, o sea, presentar la información de la siguiente forma:
1. Tal periódico (o periodista, o canal, o noticiero, o whatever...) ha dicho esto...
2. ... la verdad es esta...
3. ... y las pruebas son estas.
¿Para qué más? Aunque es legítimo y humano indignarse, con un desmentido elegante como ese no hay necesidad de enredarse en esa pelea que lastima los corazones de cristal de conspicuos comunicadores, gente delicada que se ofende hasta por lo que no se le dice (siempre que venga de Correa) y que después es capaz de pasarse décadas respirando por la herida hasta que se le infecte de verdad.
¿Qué habría sucedido, por ejemplo, si en el famoso incidente con un conocido cantautor la caravana presidencial hubiera pasado de largo dejando al artista con la mano alzada? Una de dos: u otra persona asumía que el gesto era contra ella y se armaba una pequeña gresca callejera sin importancia... o, sencillamente, no pasaba pero NADA, con gran decepción del infractor y gran tranquilidad del resto del país. ¡Pero no! ¡Tenían que trenzarse en un incidente que nos tuvo entretenidos durante quince días entre estas y las otras! Y lo peor, que no aportó nada al proceso ni nada a nadie, en últimas, salvo a los cazadores de conflictos y a los cizañosos profesionales de los que está compuesto un alto porcentaje del personal de nuestros medios de comunicación.
La segunda debilidad de Rafael Correa, y según mi modo de ver la más grave, es la imposibilidad de separar su fe religiosa de su gestión como jefe de un Estado Laico. Sobre todo en temas de salud sexual y reproductiva y en temas de género.
Desde mi pasado de niña educada en un colegio de monjas, recuerdo cómo se me adoctrinaba cuando aún no llegaba a los doce años, diciéndome que tenía que influir (léase manipuar) en mis papás para que votaran por listas y partidos de tendencia más bien conservadora porque si no nuestras almas se podían condenar. Desde mi pasado de adolescente en el mismo colegio, recuerdo cómo se nos decía que si el gobierno decidía despenalizar ('legalizar', afirmaban las madrecitas) el aborto, quienes votaban por ese gobierno irían a para en la quinta paila sin posibilidad de redención. Yo no me lo creí. Y no quisiera pensar que mi Presidente, en cambio, sí.
Es muy grave, por ejemplo, el hecho de nombrar directora de un organismo de prevención del embarazo adolescente a una persona que pertenece a una de las más conservadoras sub sectas del catolicismo, una persona que, por otro lado, puede ser muy brillante e inteligente en algunas áreas del hacer humano, pero que en toda la documentación relacionada con su evaluación de la mencionada situación en el país demuestra esa cerrada ignorancia propia del fanatismo. Es inconcebible que el Presidente hable de algo como la "ideología de género", concepto inventado por la iglesia católica para desprestigiar los Estudios de Género, y que desde el punto de vista de las ciencas sociales hace agua por todas partes.
Lo triste de esta circunstancia es que la gente a veces se aferra a sus debilidades pensando que son fortalezas. Sería bueno que el Presidente Correa revisara estas actitudes, sobre todo porque le están haciendo daño a un proceso al que gran parte de la población le apostó con mucha fe y que se ve ensombrecido por la cerrazón y la imprudencia en este par de temas. Sería muy triste que este proceso que mucho tiene de maravilla se viera afectado gravemente no por la cizaña externa, sino por la falta de toma de consciencia de las debilidades internas que pueden carcomer por dentro una de las más grandes esperanzas de cambio para un país pequeño y olvidado como siempre fue el nuestro.

NOTA: Si bien estoy consciente de que este blog no es tan visitado, quiero dejar expresa mi voluntad de que si alguien va a citarme lo haga sin descontextualizar y sin utilizar mis palabras, frases y expresiones aisladamente de lo que se ha expresado en el primer párrafo de este artículo.

viernes, 14 de noviembre de 2014

QUERÍAN SER MAESTROS


Raro, en este mundo de pragmatismo a ultranza, de interés por la ganancia más que por el servicio, de egocentrismo y falta de ideales. Porque además no querían ser cualquier clase de maestros: querían ser maestros rurales.
Las personas que vivimos en un aula, aunque no sea en el campo ni esté sumida en la miseria, sabemos de lo que se trata cuando se vuelve vocación: sabemos, para empezar, que sin humildad no se puede. En pocos días se nos revela que, en un aula, quien más aprende es quien pretende enseñar. Sabemos, para continuar, que las cifras, los datos, los procedimientos y otros elementos del ramo no son lo fundamental, y mientras las nuevas tecnologías nos quitan el lugar comprendemos que no se trata tanto de impartir conocimientos como de modelar maneras de estar en la vida, y que venimos a quitar seguridades, a derrumbar creencias y cambiar la perspectiva de la mirada que mantiene a la humanidad estática en muchas cosas, aunque parezca que por otras sendas avanza demasiado rápido.
Querían ser maestros. En un país en donde el narco es la medida de todas las cosas, optaron por la profesión menos reconocida, por la peor pagada, por la que quita el sueño y en muchos sitios se instala en el hambre y la preocupación.
Querían ser maestros, y como nos sucede a quienes escogimos esa tarea, en seguida se dieron cuenta de que, en este mundo, pocas cosas están en su lugar. Jóvenes, apasionados, idealistas, decidieron que cambiarían aunque sea la pequeña parcela de realidad que le compete a cada ser humano. No importa hoy si fue correcto o no. A la vuelta de la esquina, los esperaba el horror. Y se dieron de manos a boca con él.  
Hoy no sabemos dónde están, aunque lo sospechamos. Como buenos maestros, su sacrificio cotidiano está abriendo los ojos del mundo ante una realidad que la estulticia y la mojigatería pretendían esconder por los siglos de los siglos. Por buscarlos a ellos, se descubre el espanto de la tierra nutrida por su sangre. Como buenos maestros, hacen ver las cosas como son y nos dan la precisa perspectiva de la textura del mundo perfecto que nos mienten a todos.
Mientras se desentierran los secretos de las fosas alimentadas por un horror más allá de toda comprensión, en silencio y sin aspavientos, desde la tragedia de su desaparición, estos cuarenta y tres muchachos mexicanos hacen lo que todo buen maestro pretende: abrir los ojos del mundo a la realidad. Porque, aunque sea desde el martirio, querían ser maestros, y lo lograron.
Gracias, Maestros.

martes, 26 de agosto de 2014

Y... SIEMPRE QUE LLOVIÓ, PARÓ

(crónicas cortazarianas de la ciudad de Buenos Aires)
para Alicia y Eduardo Dayan
y a la memoria de Julio Cortázar, ya se verá por qué
 
Algo me ha dicho siempre que Buenos Aires y yo, a pesar de no habernos conocido sino hasta la semana pasada, tenemos un lazo mucho más fuerte de lo que se podría imaginar.  Y no es un lazo por fotos, datos o enciclopedias, no. Es un lazo musical y literario y, por supuesto, muy sentimental. Un lazo que comenzó a anudarse en el viejo patio de la casa del quiteñísimo barrio de San Juan donde jugaba al bus con mi abuelito Lucho mientras viejos tangos que habían estado de moda veinte años atrás resonaban aún en las radios cuando las muchachas del servicio lavaban la ropa en las antiguas piedras del patio. Y de entre esos tangos, sobre todo uno que hablaba, como todos tal vez, de un pasado de pobreza e inocencia comido por una dudosa prosperidad económica aunada a una pérdida de todo lo demás: “Percal”, en la voz de Alberto Podestá (esto lo supe como un tercio de siglo más tarde). Percaaaaal… ¿te acuerdas del percaaaaal? Tenías quince abriles, anhelos de sufrir y amar, de ir al centro a triunfar y olvidar el percal…
Después, mucho después, las calles de Buenos Aires se las arreglaron para invadir mi mente, mi imaginación y mi corazón a partir de las palabras indescriptibles de Borges y de Cortázar, con sorprendentes situaciones mágicas que yo siempre atribuí a la genialidad de estos escritores más que cualquier otra cosa. Pero no. La ciudad que me atrajo como un imán durante la última Semana Santa me corroboró una vez más que nada es casual y que todo tiene una razón y un motivo. Ah, y como dijo un guapísimo mozo de restaurante mientras intentábamos acomodar nuestra parrillada bajo un aguacero, que “siempre que llovió, paró”, por más “si así llueve, que no escampe” que nos empeñemos en repetir. Aquí comparto algunos de los fragmentos de mi primera (y espero que jamás única) visita a la mágica ciudad de Buenos Aires.
LAS PUERTAS DEL CIELO
Sucedió en la Confitería Ideal, a cuyo segundo piso subimos para mirar una clase de tango. La noche transcurría entre alumnos principiantes de varias nacionalidades y profesores guapos y hábiles que hacían lo suyo. Los meseros todavía no llegaban, y Pauli, Martalú y yo teníamos la impresión de ser invisibles en aquel mundo diverso y cotidiano a un tiempo.
Más tarde, algún mesero recién llegado se percató de nuestra presencia y nos preguntó si queríamos ver el menú. Nos lo trajo. Lo revisamos y tomamos decisiones. Solo que el mesero había sido tragado por la puerta de la cocina y ya no regresó. Es más, daba la impresión de no haber existido nunca. Otros meseros salieron y repartieron órdenes y pedidos entre las pocas mesas ocupadas. Siempre que tratamos de llamar la atención de alguno, sus miradas pasaban de nosotras como si fuésemos transparentes.
Finalmente, preguntándonos si aquel mesero que nos hizo literalmente “ver el menú” de verdad había existido, nos fuimos, entre la diversión y el desconcierto, a comer una verídica pizza en “Il Gatto”.



CONTINUIDAD DE LAS CALLES
Los nombres vinieron envueltos en melodía de tango, letras de poesía inmarcesible, el nombre de mi país cobijando un hospital en un relato de Borges, lugares que se me hicieron familiares a fuerza de leerlos y releerlos en los amados cuentos de Cortázar, escenas que no traicionaron mi fantasía cuando me encontré de manos a boca con ellas intentando encontrar al loco de la balada en Arenales, bailar un melancólico vals de desamor entre Florida y Corrientes, viviendo los retazos de alguna turbia historia en la calle Juncal, y buscando los restos de conejitos de pascua desparramados por la calle Suipacha.
NO SE CULPE A NADIE
El deseo casi obligatorio de ver un impecable show de tango a precio módico se nos hizo realidad en el Centro Cultural Borges (Borges, además), ubicado en una de esas galerías-centro comercial de Florida que te llevan de golpe y porrazo a revivir escenas de “El otro cielo”. Y fue precisamente allí donde un micrófono díscolo decidió atacar a su cantante.
No lo hizo durante un tango, sino en un valsecito de esos que atacan directo a las cavidades izquierdas del corazón. Mientras el cantor (por otro lado, magnífico) no lo tocara, las cosas iban bien, solo que no amplificaba el sonido adecuadamente. Entonces, en un intento de mejorar la situación, con mucho disimulo, el intérprete apretaba con dos dedos la base del micrófono y ocurría lo impensable: el micrófono emitía una mezcla de tos y aullido que ponía los pelos de punta a toda la concurrencia, no se diga al cantante, quien por último tuvo que prescindir de él por el resto de la canción.
No llegó a mayores. El cantante decidió dejar de pellizcar el micrófono. El micrófono se tranquilizó, y todos pudimos seguir disfrutando de la maravilla de la música porteña.
EL HUMOR PORTEÑO
Me di un beso con Mafalda, qué más. Cómo olvidar frases como “Justo a mí tenía que tocarme ser como yo”, o “… el acabóse del empezóse de ustedes…”
Pero al caminar por Buenos Aires sentí que el humor de la gente porteña, esa ironía para inteligentes que parecía ser privativa de Quino, está por todas partes. Campea por los parques y las plazas, revolotea en el aire, en los Buenos Aires, mientras tomamos una foto de la impresionante arquitectura de la ciudad y un par de parroquianos se ponen a posar a nuestras espaldas, entonces les tomo una foto a ellos, y mandan, con impecable acento:
-Un saludo a todas las chicas.
O el hombre cuyo paso entorpecíamos al quedarnos mirando casi, casi boquiabiertas alguno de los edificios y nos apuró con un amable pero perentorio:
-¡Moverse, chicas, que pesa!
LA CASA TOMADA
Motivos logísticos y turísticos hicieron que resultara casi imposible encontrar un alojamiento promedio para mis últimas dos noches en Buenos Aires. Eran los días finales de Semana Santa  y medio Brasil había decidido venir a pasar su feriado en Argentina.
Al fin, gracias a los buenos oficios de mi amigo Eduardo, quién, aparte de ser “el dueño de Buenos Aires” (comentario de la Pauli) decidió fungir de mi ángel protector, encontramos sitio en un hotelito de pasajeros situado en las inmediaciones del hospital Italiano.
La primera noche, después de recoger la llave de la pieza, llegué pasadas las diez y media. Aunque las luces de la recepción se encontraban encendidas, no había una sola presencia humana en el lugar. Al entrar en la habitación constaté, con algo parecido al horror, que la puerta del baño se me había quedado cerrada y que no tenía una llave para abrirla desde fuera. Decidí apañármelas como mejor pudiera, y creo que lo hice. De vez en cuando, se escuchaba el ruido de una llave en la reja y la puerta cancel de vidrio, entonces yo salía casi corriendo a ver si había alguien que me ayudara, pero solo me acompañaban el silencio y la soledad bajo la luz encendida de la recepción. Por el piso alto campeaban voces bajas, crípticas conversaciones que no se podían descifrar desde mi sitio.
Estaba a punto de entrar en pánico, cuando de repente todo se me hizo claro: cómo podía yo tener una estancia en Buenos Aires sin que de alguna manera se me manifestara el espíritu de ese duende travieso, primero en el panteón de mis dioses, que fue, es y será el gran Julio Cortázar, que tal vez era quien me regalaba ese minuto de pavor y maravilla como ya lo había hecho tantas veces en el tiempo en que sus libros alimentaron de lleno mi fantasía.
CARTAS DE MAMÁ
Mi madre murió hace dos meses, con esa cruel enfermedad que ahora se conoce como el mal de Alzheimer. A pesar de lo esperado del final, su ausencia todavía es un dolor indeleble en el espíritu.
Uno de esos días, en la sección de discos compactos de una de las librerías El Ateneo, perdí el tino: ahí estaba toda la música del mundo, sobre todo toda la música argentina del mundo, y lo único que me frenó fue mi siempre precaria economía.
En uno de los discos de Jairo que compré, conociendo apenas los títulos de las canciones, ya en Quito, me sorprendió sin haberlo buscado este bello poema de Rafael Amor:
Han pasado muchos años pero sigue en mí,
Y le he empezado a comprender
Esas fugas suyas donde no reconocí
La mordaza de querer.
Madre mía, sangre mía, de su amor mamé
Y hasta me sorprendo pareciéndome.

Mi silencio y su silencio van buscándose,
Ser silencioso no es callar,
Con los años uno aprende a saber decir
Toda el alma sin hablar.
Tallo arriba va la vida creciendo feliz
Mientras uno va volviéndose raíz.
Otro regalo de Buenos Aires. Y me pregunto: ¿se puede pedir más?
Lucrecia Maldonado
Quito, abril de 2011

martes, 29 de abril de 2014

VI UN BEATLE DE VERDAD


Es típico que cualquier cosa de la vida termina volviéndose hacia la infancia. A la vieja casa del barrio de San Roque donde la música no paraba nunca. Donde aprendí, al menos en el aspecto musical, a tener un gusto que me ha costado más de un rechazo, pero no importa. Ahí, entre otras cosas, sonaban The Beatles. Y era lindo. Y los niños veíamos Plaza Sésamo y los títeres cantaban Help, All together now y enseñaban a contar con los números del Submarino Amarillo. Y mi tía tenía el álbum Abbey Road entre sus discos favoritos. 
Así va creciendo una, lo poco que puede. Y la vida de la gente del siglo XX es diferente a la de los siglos anteriores porque tiene banda sonora. Y la banda sonora de la vida de cada uno se vuelve entrañable. Porque los deberes del colegio se hacían al lado de un pequeño radio de pilas en donde desde la desaparecida Radio Musical las voces del cuarteto de Liverpool acompañaban las ecuaciones y los análisis literarios y los cuestionarios de las Ciencias Sociales así, como acompañan los buenos amigos, sin hacer mucho más que eso, solamente estando. 
Porque en el precario inglés que además nos negamos a aprender en los tres últimos años de la secundaria se dicen esas cosas que hemos sentido, que hemos vivido, que sabemos cómo iluminan o cómo pueden llegar a doler, desde muy temprano ya. 
La tía envejece. La casa se deja. Gente va, gente viene. Solo la música queda, como un aroma que permea la memoria. Y ahí están The Beatles, aunque ya no sigan juntos, lo cual poco importa para el efecto de seguirlos escuchando. Un día del primer año de universidad, cae el primero, abatido por las balas de un fanático demencial del signo que sea, poco importa eso. Desconcierto: son mortales. Diríamos, en quiteño: han sabido ser mortales. 
Años después, cae otro. Esta vez es el cáncer. Mortales. Y sin embargo, inmortales como sus canciones, como su presencia en el pequeño radio de pilas ahora reemplazado por el toca discos, el toca casetes o lo que sea que venga. Pero ellos se mueren. Y a este país nunca viene (venía) nadie. Ya se sabe: paisito tercermundista, cuya capital roba el oxígeno de los visitantes y que en realidad hay gente que ni siquiera sabe que existe. 
Por eso, cuando uno de los dos que quedan decide venir es algo así como "el sueño del pibe", que dirían en Argentina. 
Y un día feliz para esta ciudad Paul McCartney aterriza en Quito. 
Y es más mirarlo ahí, dueño del escenario, entre el humor y la nostalgia, entre la dicha y esa punzante conciencia de que todo lo bueno siempre dura menos de lo que quisiéramos. Inagotable. Bello. No importa si los altos nos tapan. Nos vamos hacia atrás. Y dice "A Long and Winding Road" como un derechazo directo al nudo de la garganta. Y dice "Blackbird" y no lo podemos creer. Y dice "Here today" (para su hermano John) y nos manda de un plumazo a algún paraíso cercano. Y dice cosas en castellano. Y se ha dado el trabajo de aprender palabritas ecuatorianas como "Achachay", "chévere"  y "Una canción de yapa..." Y dice "Something" (como un guiño a su 'compadre' George) y saca el aire. Y dice "Hey Jude" y enloquecemos. Y sale al escenario. Y no se hace de rogar. Nada. Y bailamos. Y cantamos. Y somos felices con esa felicidad que solo las navidades en la infancia remota eran capaces de provocar tan limpiamente. Y flamea las banderas de su país y el nuestro en un gesto que convierte los recuerdos de la Tatcher en una pesadilla ya olvidada. Y dice "Yesterday" y todas nuestras penas de amor regresan vestidas de ángeles de la guarda, porque eso es la música, porque eso es, eso siempre fue su música: el ángel de la guarda del corazón, aunque no la podamos comprender muy bien.
Alguna vez, en una entrevista muy bella, otro de esos genios que gracias a la vida existieron, Julio Cortázar, dijo que sus dioses estaban en la tierra. Él, que era otro de esos dioses, lo sabía muy bien. Y así es. Aterrizan en Quito cuando menos se espera. Tienen más de setenta años y brincotean como adolescentes en un escenario a 2800 metros de altura. No se cansan nunca. Regalan con su música y sus palabras de nuestro propio léxico un amor más allá de película romántica. Y si son mortales... casi no se nota.

lunes, 14 de abril de 2014

LA PIEL DE LA OVEJA

Me cuentan que el elegido Alcalde de Quito, Mauricio Rodas, está recurriendo a personajes de la Centro Izquierda socialdemócrata e incluso al mismo exalcalde Paco Moncayo para armar su equipo de trabajo en el período siguiente. 
También se filtra en la información que el exalcalde Moncayo está entusiasmadísimo con las propuestas y planes de Rodas. Sorprende, pues en las últimas elecciones estuvo como candidato por Ruptura 25, un movimiento que se promociona más bien como izquierdista, y según todos los medios de comunicación que cubrieron con mucho entusiasmo el triunfo de Rodas sabemos que "La derecha ganó la Alcaldía de Quito".
Pero ahora resulta que Rodas no ha sido tan de derecha. Esa es la idea que está vendiendo, al menos en ciertos ámbitos. Está interesadísimo, por ejemplo, en los temas que constituyen, a mi juicio, el talón de Aquiles de este gobierno: el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto. También pretende coquetear con ciertos movimientos animalistas, lo cual resultaría bastante cínico si nos podemos a ver la ambigüedad de su posición ante la abolición de las corridas de toros en el cantón Quito. 
En política, lo sabemos, no hay amistades, sino intereses. Y por otro lado, nada es inocente: es el reino del cálculo, y la traición está a la orden del día. Si bien Rodas jamás mostró su postura ante temas ligados a la liberalización de una ética de comportamiento antes ligada a los valores católicos y tradicionales, ahora quiere pescar, en su política social, a río revuelto: ganar la simpatía de quienes se han decepcionado por la postura ultraconservadora del gobierno actual, y particularmente del presidente Correa ante los temas mencionados. Muy pronto (si no lo ha hecho ya) se pondrá a apoyar a los Yasunidos y a gente por el estilo (aunque bien sabemos cuánto le puede durar), apelando a los nobles sentimientos de la gente, al ecologismo, a la equidad... y tejiendo de esta manera un disfraz de oveja bastante convincente en su camino para convertirse en un candidato que le 'haga calor' a quien presente Alianza País para las próximas elecciones presidenciales.
Hay que ser demasiado inocente para no advertir el disfraz de oveja. Sin embargo, la decepción de algunos grupos es tan grande que  están decididos a hacerse eco del odio de los otros para conseguir lo que el régimen actual les ha negado o de alguna manera ha pospuesto en su particular agenda. Está visto que Rodas coqueteará con todos los estamentos de la sociedad quiteña para conseguir visibilizarse como un adecuado presidenciable, pero basta recordar la experiencia con Yamil Mahuad para ponerse alerta con la factura que nos puede venir en el futuro a mediano plazo. 
De igual manera, no está mal recordar el tiempo en que Lucio Gutiérrez hacía campaña rodeándose de indígenas y haciendo proclamas que hasta a la izquierda le parecían revolucionarias, ofreciendo el oro y el moro al que es y al que no es. Muchos le creímos, y así nos fue.
Tal vez ahora es el momento conveniente para que el Presidente Correa y su equipo echen una mirada a su caduca posición (confesional, además, dentro de un estado laico) ante los temas de moral personal como son el aborto y el matrimonio igualitario. Con las actuales tecnologías de realidad virtual, las pieles de oveja progresista pueden ser bastante convincentes; y cuando el lobo decida dar el mordisco definitivo, es posible que ya sea tarde para tomar medidas.

lunes, 3 de febrero de 2014

TÁCITAMENTE...

Miro, leo, oigo y siento los intríngulis de la disputa SECOM - Bonil, y saco algunas conclusiones:
  1. Personalmente pienso que esta caricatura de Bonil (la de la bronca) no es humorística. Claramente afirma algo que el dibujo solamente corrobora. No encuentro la connotación, la poesía, el humor... ¿o acaso esto estará dado por el dibujo? Se afirma directamente y sin que medie ningún recurso poético o artístico que se hizo el allanamiento para sustraerse información sobre casos de corrupción. No provoca ningún tipo de sonrisa ni está expresada como una opinión (lo que sí sucede con otras innumerables obras del mismo caricaturista). 
  2. Sin embargo de lo afrimado arriba, y colocándome en el lugar del Gobierno y la SECOM, yo no le habría dado importancia. En el momento en que eso se produce, la caricatura y su autor se vuelven más importantes de lo que realmente son, y en el caso concreto del autor se le brinda en bandeja de plata la oportunidad de volverse víctima y sobre todo emblema de la libertad de expresión conculcada por el régimen a partir de lo cual expresará de todas las formas posibles su victimización en todos los medios que forman parte del "Team-de-medios-contra-Correa" al uso. 
  3. El gobierno y sus estamentos entran a formar parte de un juego perverso: como diría Salvador Valadez, hay alguien que se pone en una actitud de "chingar", y chinga, y chinga, y chinga hasta que el otro reacciona con una protesta o con una aplicación de la ley, pues tiene la sartén de la ley por el mango. Entonces el "chingador" se ofende, se victimiza, lloriquea, pone sobre la mesa la carta de sus más santas, sanas e inocentes intenciones, explica a los ignorantes de la SECOM lo que es una caricatura (aunque la caricatura en cuestión no cumpla con algunas de las características técnicas de ese género) o magnánimamente (con ese cinismo que muchas veces permea la magnanimidad) 'perdona' la 'represión' de la que es objeto y queda como un rey o como una reina, aparte de que ya quedó como una víctima o un víctimo. 
  4. Algunos organismos de derechos humanos, nostálgicos de cuando se desaparecía gente por un quítame allá esas pajas, toman partido por los 'afectados' y se quejan a voz en cuello, de todas las maneras posibles y en todas partes de que en este país no-existe-libertad-de-expresión porque nadie puede decir nada. Lo repiten tantas veces y durante tanto tiempo que es imposible no enterarse del asunto y una termina preguntándose si realmente no existe la tal libertad de expresión.
  5. Los artistas del país se solidarizan con el artista sancionado, aunque la caricatura sea, técnicamente hablando, un arte menor...
Mientras tanto, en otras latitudes, un actor muere de sobredosis, un director es asesinado, un poeta se suicida de soledad... y otros dos dejan el mundo cubierto de un impresionante silencio tras su ausencia definitiva. 

martes, 14 de enero de 2014

NADIE ES INOCENTE

No se pueden juzgar las intenciones más profundas de las personas al realizar cualquier tipo de acción. Para hacerlo con integridad y un mínimo margen de error habría que estar en su lugar, o como dice el proverbio de alguna etnia norteamericana "llevar sus mocasines durante un mes". También es muy cierto que cada persona tiene un buen motivo para hacer las cosas que hace, por horribles que estas puedan parecernos. Y este buen motivo casi nunca se encuentra fuera de la persona, sino dentro, relacionado con sus filiaciones, con sus traumas, con sus viejas lealtades familiares, casi siempre inconscientes. 
Ahora que en el Ecuador se libra una solapada guerra entre los medios de comunicación privados y los poderes a quienes ellos representan, y el régimen de turno, salen a relucir interesantes aristas del comportamiento humano y sus motivaciones. Motivos de estudio. Elementos de indagación y reflexión. 
La última es una caricatura de un afamado caricaturista en donde se señala, no sin malicia, algunos aspectos de un conocido allanamiento producido en días pasados. La caricatura en sí misma habla sola, pues en su dibujo se muestra agresión, prepotencia y también robo (los policías, en la última viñeta salen llevando elementos de una computadora, es cierto, pero también un horno microondas y tal vez algún otro electrodoméstico). Pero, por si el dibujo no fuera suficientemente elocuente, la leyenda ya no es poética o connotativa, sino muy explícita y denotativa, cuando afirma: "Policía y Fiscalía allanan domicilio de Fernando Villavicencio y se llevan documentación de denuncias de corrupción" (textual).
Estamos en guerra, lo dije, y en esta guerra, como en cualquier otra, todo se vale. Sin embargo, tras la reacción de Correa ante el dibujo y la leyenda, se alzan voces que defienden el 'humor', que amparan su ataque al gobierno en el prestigio y la fama del caricaturista, que se quejan amargamente de que ya no es posible la sátira que es la única arma que nos quedaba contra la tiranía...
Porque si bien la sátira y el humor pueden ser una buena arma para combatir muchas cosas, también es muy cierto que rara vez se esconde detrás de ellos una actitud transparente, sana o totalmente inocente. Lo que busca el humor que se sirve de la ironía y el sarcasmo es golpear, lastimar, herir y a través de esto azuzar, provocar. La misma palabra, sarcasmo, tiene su origen remoto en el latín, de allí en el griego, y está relacionada con las ideas originales que hablan de morder o de rasgar la carne. 
A partir de allí, el debate ya no es una confrontación de ideas, sino un juego de provocaciones. No se valora la inteligencia si no sirve para lastimar. Se aplaude la insolencia, el descomedimiento, la capacidad para insultar y ofender. 
Por otro lado, mucho se defiende la inteligencia que está detrás del humor. Nadie lo niega. Una persona sin unas básicas destrezas intelectuales no puede ni emitir ni comprender frases humorísticas u otros productos similares. Una persona poco o nada inteligente difícilmente usa con acierto la ironía y el sarcasmo. Pero sabemos también que la inteligencia no lo es todo. Y que mucho depende del uso que se le da a las cualidades para que estas sean válidas y realmente útiles. Enormes inteligencias casi sobrehumanas, como la de Hitler o la de Openheimer, estuvieron a un tris de terminar con la vida humana en el planeta tal como se la conoce hasta el día de hoy. La inteligencia per se, desprovista de integridad y puesta al servicio del mal o de la agresión no sería tanto una cualidad cuanto un arma letal.
Otro aspecto bastante triste de esta situación, sin embargo, es la tendencia del mandatario a caer redondo en el juego de las provocaciones. Podemos recordar, con algo de vergüenza ajena por ambas partes, su lamentable actuación en el famoso impasse con Jaime Guevara, que tampoco es la Paloma Blanca que representa al Espíritu Santo, dicho sea de paso. Si al ver la seña descomedida del cantautor la caravana presidencial hubiera pasado de largo, sin parar mientes en el pírrico agresor, habría conseguido mucho más que armando el escándalo que se armó de la nada y que en últimas no llegó a ninguna parte. Rafael Correa habría obrado realmente según la Majestad del Cargo que ostenta, y Guevara habría visto frustrado su provocador gesto que, por otro lado, terminó llevándolo a una fama y un despliegue mediático que sus excelentes canciones contestatarias jamás consiguieron por sí solas.
No se puede decir, sin embargo, que la caricatura de la discordia constituya algo similar. Tal vez sí merecía una explicación. Lo que no merecía es, nuevamente, terminar victimizando al hechor hasta convertirlo en el héroe de la oposición no tanto por su talento o inteligencia (que no hay duda que los tiene) cuanto por el proverbial y cuestionable mérito de estar en contra del gobierno de Rafael Correa.

viernes, 3 de enero de 2014

CON QUÉ DERECHO


Me entero de que un grupo de personas católicas impidieron que se continuara con la irreverente exposición de un artista en el barrio de Carcelén. Este hecho, ya de por sí es grave, pero se vuelve más grave cuando las personas en cuestión arman una gresca monumental por el suceso, y en medio de este zafarrancho quieren quemar la obra, la estación de bus convertida en galería de arte y quién sabe si también al artista. La pregunta es ¿con qué derecho?
Se hablará de irrespeto. ¿Irrespeto a qué? A lo largo de su historia, la iglesia católica no se ha caracterizado precisamente por respetar nada que no le convenga. Los católicos fundamentalistas (que los hay, y muchos) utilizan toda clase de irrespetuosos mecanismos para minimizar y satanizar a quienes consideran nocivos para la difusión y permanencia de su fe, comenzando por la mordacidad y la ironía y pasando por un variopinto muestrario de actitudes que en su momento llegaron al más monstruoso y arbitrario irrespeto a la integridad y a la vida humanas (no olvidemos las hogueras de la Inquisición y todo lo que las antecedía en vejación y tortura).
Se hablará de arrogancia. ¿Arrogancia? A lo largo de su historia, en un comportamiento no exclusivo pero sí bastante fanático, la Iglesia Católica se ha proclamado como la 'religión verdadera', concepto que en nuestros días hace agua por todas partes. Se ha entronizado como parte de los poderes más perversos que han regido nuestro mundo. ¿Por qué, si no, en nuestros países es común que en los actos oficiales esté no solo presente, sino presidiendo mesas directivas y ocupando sitios de honor un personero católico, privilegio que está vedado para empezar, a las mismas monjas católicas, y para continuar a los pastores evangélicos, a los rabinos, a los imanes, a los monjes budistas, etc., etc., etc...?
Ahora pretenden seguir regulando la vida y obra de la humanidad. Como afirma el maestro Fernando Vallejo en su inmejorable libro La puta de Babilonia: coarta a las otras religiones donde manda y defiende la libertad de cultos donde no manda. Con su boca se opone a la unión legal entre personas del mismo sexo, mientras el resto de su cuerpo perpetra y encubre monstruosos y masivos casos de pedofilia y pederastia en sus propias instituciones y edificaciones. Con una mano firma peticiones 'provida' oponiéndose irracionalmente a la despenalización del aborto y a la legalización de la eutanasia como el derecho a una muerte digna para los seres humanos, mientras con la otra perpetró toda clase de crímenes de lesa  humanidad durante más de diez siglos. Se autoproclama un poder espiritual pero se da modos para mantenerse como uno de los más típicos poderes económicos y políticos que en el mundo han sido. 
Supuestamente defiende la obra divina y la glorifica, pero estigmatiza la sexualidad del ser humano como pecaminosa y sucia. 
Las palabras de Jesús en el Evangelio (que con toda desfachatez esta iglesia sigue manteniendo vigente en sus rituales) hablan con claridad de esto: "misericordia quiero, y no sacrificio" sentencia su maestro. Habla de la ley para la gente y no viceversa. Grita Sepulcros Blanqueados a los fariseos de su tiempo (tan parecidos a los del nuestro)... y finalmente muere crucificado solamente para ser secuestrado por un poder perverso que durante dos mil años lo ha utilizado como icono de todo lo contrario a lo que proclamó su revolucionaria doctrina.
Y son ellos los que hablan de irrespeto.