martes, 19 de junio de 2018

¿DE QUÉ MISMO SE TRATA?


Aunque la Biblia no dice nada al respecto, e ilustres padres de la Iglesia Católica como San Agustín y Santo Tomás de Aquino consideraban que en un embrión todavía no hay un ser humano, en la discusión acerca de la despenalización de la interrupción del embarazo llevan la voz cantante movimientos religiosos, así como personas particulares. 
 
Ahora último circula en redes sociales un 'meme' que consta de una fotografía en donde se ve una mano de mujer, incluso con las uñas largas y pintadas, sosteniendo un preservativo, y una frase bastante displicente: "Esto es un preservativo. Sirve para que no andes haciendo marchas desnuda pidiendo legalizar la muerte de un bebé que no tiene la culpa de tu calentura", y algunos acuciosos añaden: "también existen DIU, inyecciones, parches..." El 'ingenioso' meme en cuestión desconoce unas cuantas condiciones básicas, que parecería innecesario aclarar, pero tal parece que sí hace falta. 

La primera: salvo el mítico embarazo de las vírgenes en los relatos heroicos, no se ha sabido en la historia de la humanidad de ninguna mujer que se haya embarazado absolutamente sola, por generación espontánea. Siempre hace falta la intervención, aunque sea vía probeta, de un componente masculino. Con más frecuencia de la deseable, la mencionada 'calentura' no es solamente de ella, o de plano no es de ella, y quienes son o han sido acosadas por cualquier macho, llámese compañero de trabajo, ex novio, tío ansioso o incluso padrastro sabe de lo que se habla aquí. 

Otro detalle 'sin importancia' que desconoce el meme es que el preservativo lo usa el hombre, que quien siempre debe llevar un preservativo consigo es un hombre (a la mujer se le sugiere portar alguno porque los hombres se hacen los descuidados al respecto), además con más frecuencia de la debida los hombres se niegan a utilizarlo aduciendo largas y complicadas justificaciones que se reducen a una sola: no querer disminuir una micra las sensaciones placenteras del coito. Entonces, ¿qué se hace? ¿se le pone el preservativo por asalto? ¿se arma un berrinche? ¿se le amenaza con arma de fuego? Lo único que queda es negarse, y con frecuencia también ellos coaccionan a la pareja para de alguna manera forzarla a tener relaciones sexuales.

Pero no se detiene ahí la estulticia humana. Centrar la 'calentura' en la mujer y endilgarle solo a ella la responsabilidad de lidiar con las consecuencias de algo que se hizo con la connivencia de alguien más ya es bastante. Pero al afirmar este tipo de cosas se está pasando por alto otros supuestos igual de importantes: incesto y violación, por ejemplo. O los casos -que los hay, aunque sea pocos- en que por uno u otro motivo la anticoncepción falla. 

Por otro lado, el aborto que se despenaliza es el que se produce antes de la décimacuarta semana de gestación. Ahí no hay un bebé, como reza el meme. Ahí ni siquiera hay un feto (cfr. San Agustín o Santo Tomás de Aquino). Ahí hay un embrión, y cualquier médico, incluso los médicos pro vida, dará fe de aquello.  

No se niega que puede haber casos en los cuales hubo descuido, imprevisión, y casos de interrupción de embarazos que nacieron de una decisión egoísta o irrespetuosa de la vida. Sin embargo, por regla general, el aborto no es una decisión feliz. Es una decisión durísima que nace de las difíciles circunstancias que se les presentan a algunas mujeres para sacar adelante un embarazo. 

No estamos de acuerdo con la interrupción de una gestación para poder estudiar, trabajar o 'realizarse' en cualquier campo de la vida que no sea el de la maternidad, una vez que no se ha tenido suficiente cuidado en evitarla, porque además todo se puede hacer con un poco de empeño y valentía. Sin embargo, como dice un conocido refrán, 'nadie sabe lo de nadie'. 

Y un último aspecto que se desconoce en todo este intríngulis es que gran parte de las mujeres que interrumpen su embarazo lo hacen porque no tienen el apoyo de padre del niño para sacar adelante la gestación. Desde la humillante pregunta de "¿cómo sé que es mío?", pasando por la súbita desaparición o la descarada recomendación de abortar porque un futuro brillante se puede arruinar, son muchísimos los hombres que orillan a que bastantes mujeres tomen la fatal desición. Pero esta actitud, que se ha dado en llamar aborto masculino, no se penaliza. A veces incluso se justifica la actitud del hombre por los amigos, la familia e incluso por la misma sociedad. 

En estos últimos días, cuando el inicio de la despenalización del aborto en Argentina ha puesto el tema sobre el tapete, las redes sociales se llenan de imágenes truculentas como la de un pequeño feto agonizando entre una masa sanguinolenta, o de cadáveres de fetos, a veces mutilados, y de mucho más de catorce semanas (etapas en las que ya no está despenalizada la interrupción del embarazo) con el fin de conmover a la opinión pública. Sin embargo, lo primero que hay que pedir a los movimientos pro vida es que jueguen limpio, con la verdad, sin manipulaciones burdas ni noticias amarillistas. Un embrión de menos de catorce semanas no es un feto de treinta centímetros de longitud, eso también tendrían que decirlo. 

Existe una trilogía que conviene recordar en estos momentos, sabiendo además que en ese orden van las cosas: 
  • Educación sexual para decidir. 
  • Anticonceptivos para no abortar.
  • Aborto legal para no morir.
Y dentro de esa "Educación sexual para decidir" se debería tomar en cuenta que debe dirigirse a las mujeres, que no se embarazan solas, de igual manera que a los hombres, que no se embarazan, pero que provocan embarazos, y deben estar conscientes de ello. Tal vez si se llegara a fortalecer esa educación sexual, y a desmitificar todo lo que se dice y se cree acerca de la anticoncepción, y sobre todo si tanto hombres como mujeres tomaran consciencia de la gravedad de las acciones y la importancia de las precauciones, la práctica del aborto, aunque sea legal, decaería notablemente.