martes, 28 de junio de 2011

SI USTED ES CLIENTE, ES SOSPECHOSO...


Tengo una hija adolescente, y cada cierto tiempo (cuando la economía lo permite, o sea rara vez) nos vamos de compras al centro comercial cercano a la casa. A ella le gusta la ropa de un almacén cuyo nombre no mencionaré por razones obvias. Y siempre que vamos allá, la escena se repite: nos saludan cordialmente, alguien se nos acerca a preguntar si necesitamos ayuda, y digamos sí o no, mientras vamos por las perchas observando las existencias, los precios, las ofertas (sobre todo eso) uno de los dependientes o una de las dependientas se sitúa exactamente a un metro de distancia de la niña o de mí y sigue todos nuestros movimientos con la acuciosidad de un espía formado en los avatares de la Guerra Fría. Para todo esto, me faltó decir que en la puerta del almacén hay por lo menos tres sensores de alarmas perfectamente instalados, haciendo sonar cualquier objeto que peque de sospechoso, aunque no pertenezca al almacén y haya sido correctamente pagado en la tienda donde fue adquirido. 
El día de ayer fui de compras a unos grandes supermercados. Adquirí algunos accesorios para computación. Cuando pregunté si podía pagar en la caja de la sección y salir, en lugar de hacerlo en las cajas normales, el empleado me dijo que sí, claro, que no había problema. ¿No había problema? Pagué y salí... o mejor dicho, pretendí salir, pues apenas atravesado el torno de salida se me acercó un guardia de seguridad muy serio y me pidió la factura de lo que acababa de comprar. Se la dí. La observó, la leyó, me miró de pies a cabeza con obvia desconfianza (yo llevaba los accesorios en la funda típica del establecimiento, no vayan a creer...) y luego fue a la caja en donde sostuvo un breve diálogo con el empleado que me había atendido, lanzándome ambos miradas que me hacían sentir como Juana de Arco a punto de ser condenada a la hoguera. Luego el guardia, muy satisfecho de su 'deber cumplido', vino, me devolvió la factura y regresó a seguir cazando sospechosos, supongo. La pregunta es: ¿por qué me dijeron que sí podía pagar en la caja de la sección si luego me iban a hacer objeto de tal 'observación'? ¿no era más fácil decirme que pague en las cajas normales y salga por ahí para evitarme el mal momento? 
Cuando estas cosas me ocurren, me pregunto si mi aspecto, el de una señora por el medio siglo, que yo creía normal, tendrá algunas de las características que Lombroso mencionaba en sus tipologías. No es frecuente, pero me parece que ni siquiera debería ocurrir nunca. Por otro lado, estoy muy consciente de que hay gente que roba en tiendas y supermercados, una de ellas es una de mis actrices favoritas. Sin embargo, me parece que se deberían inventar y emplear métodos que no violenten el bienestar psicológico y la honra de la gente honesta que acude a los almacenes y supermercados a comprar objetos que necesita y que nunca tuvo una intención diferente a la de pagar por ellos. 
Pero no es la única. Como mucha gente sabe, soy escritora. Una de las empresas que edita lo que escribo (tampoco mencionaré su nombre) me hizo una invitación para ir a dar una charla en un colegio. Se me dijo, con toda amabilidad, que podía dejar mi auto en el garaje de la empresa mientras iba, en el auto de la persona que arregló el contacto, al colegio. Ingenuamente, lo hice. Ni siquiera llegué a entrar al edificio: dejé mi auto en el estacionamiento y subí al otro auto. Pasó el día. Cuando regresé después de la charla en el colegio, igual, pretendí sacar mi auto del garaje tranquilamente. Pero no pude: un guardia muy serio y 'firme' (en ocasiones firme quiere decir grosero, por si acaso) me conminó a detener el auto, abrir la puerta de la perrera, abrir la guantera, y observó arrugando la nariz el espacio que media entre los asientos delanteros y el asiento posterior, todo esto aparte de revisar mi bolso. De milagro no me esculcó el cuerpo, pienso. 
Me pregunto, si ni siquiera entré al edificio, ¿qué podía haber tomado? ¿qué podría haber robado? Si estaba saliendo del lugar, la bomba que tal vez quise poner ya debía estar adentro, ¿no? Solo que no se sabe cómo porque nunca entré. Por otro lado, la editorial gana dinero (mucho más que yo) a partir de lo que yo he escrito y ellos han publicado. Entonces, lo que menos se podría pedir es un así de respeto. 
Estos hechos me hacen pensar en realidad en que el mundo está lleno de cancerberos que a la gente común nos hacen sentir delincuentes aunque no lo seamos y jamás hayamos pretendido serlo. De la antigua frase "el cliente siempre tiene la razón" hemos pasado a "el cliente puede ser un gran ladrón", y así se nos trata en muchos ámbitos. Si ya han puesto sus alarmas, cosa que se puede comprender, ¿para qué tanta revisión, tanto requerimiento, tanta humillación, en últimas? Y me respondo, también, que son los recursos del dominio del mercado para defender sus intereses sin ahorrarse un miligramo de mezquindad. 
Por eso, alguna vez, cuando un dependiente de tienda, que supongo que no hacía más que cumplir órdenes, subrayó ostentosamente con un marcador los dos billetes de veinte dólares que le di por pago de una chaqueta que costaba treinta, yo también le pedí el marcador para subrayar el billete de diez que me dio de vuelto. Después de todo, suele juzgar el ladrón por su propia condición...¿no es cierto?

domingo, 26 de junio de 2011

LA DELINCUENCIA (II): PARA TEMAS COMPLEJOS NO HAY RESPUESTAS SIMPLES


En el mundo, en el universo en que vivimos, todo está interrelacionado. Y en realidad pocas veces nos damos cuenta, o pocas veces nos queremos dar cuenta. Nos encanta pensar que las sociedades que habitamos producen próceres, científicos, artistas, filántropos y santos. Olvidamos que esas mismas sociedades producen ladrones, asesinos, violadores, delincuentes, estafadores, y lo que es peor: fanáticos, fundamentalistas y tiranos. Queremos, a toda costa, conservar la idea de que pertenecemos al bando de "los buenos". No tenemos nada qué ver con "los malos". Por eso, cuando un hecho de sangre, un robo, un asesinato ocurren alzamos indignados nuestras voces y pedimos cabezas y otras partes del cuerpo con un entusiasmo digno de mejor causa. 
Y sin embargo, el instinto de muerte siempre estará presente en el ser humano. De hecho, es la especie más agresiva y asesina sobre la tierra. A alguien que mata una persona se le dan veinticinco años de cárcel o se la condena a muerte. A alguien que asesina miles o millones en una guerra, se le condecora con una medalla. Entonces, ¿de qué nos quejamos? 
Al conversar sobre este tema, el criminólogo Santiago Argüello dijo una frase muy sabia: "para asuntos complejos no hay respuestas simples". Y la delincuencia es un tema extremadamente complejo. Santiago Argüello comenta al respecto: "Vengo rogando desde hace años una política criminológica que incluya planes, estrategias y hasta mecanismos de prevención para nuestros hijos. Hay que taparse las orejas para no oírles a los que creen que esta vaina es facilísima. Son generalmente políticos que no entienden nada y están comprando nuestro voto con argumentos peregrinos..."
La desigualdad económica y social es uno de los factores que desencadenan la delincuencia, pero no el único. La crisis familiar, los problemas psicológicos de ciertas personas, las situaciones relacionales también se hacen presentes en el abanico de posibilidades. Y más: en toda familia aparentemente 'funcional', en toda sociedad perfecta se guardan esqueletos en los armarios. Y no se diga nada respecto de ese hecho de sangre tan frecuente en nuestro país: el crimen pasional, tantas veces además seguido de un suicidio. Las ideas de 'posesión' que unas personas tienen sobre otras. La justicia comunitaria ejercida 'por la propia mano' en tantos ámbitos de nuestro país, tal vez por gente desencantada del manejo judicial, es cierto, pero también ejercida por gente que valora muy poco la vida en general y la vida humana en particular. Porque ¿qué valor tiene en realidad la vida en un medio que pide a gritos la pena de muerte para los transgresores? 
Dicen que Manuel Calisto era un hombre de esos que, en ciertas ocasiones, como todos, sienten curiosidad y fascinación por la muerte. Dicen también que era alguien que amaba la pintura, la música académica, y por supuesto la actuación, aparte del compartir con los amigos... Seguro que, más que la nuestra, su alma ya ha encontrado la paz y las respuestas que solamente se hallan al otro lado del camino de la vida. 
Mientras tanto, algunos buitres mediáticos ya están sobrevolando la tragedia de su asesinato para aprovechar las circunstancias sobre todo con los 'sacrosantos' fines de sembrar cizaña sin que haya respeto que valga por  el dolor de quienes lo amaban. 
Y sin embargo, siempre que uno de estos acontecimientos nos estremece, deberíamos, más allá de todos los sesudos argumentos que pueblan nuestras indignadas conversaciones, revisar si han germinado en el nuestro, y cuánto, las semillas de muerte que anidan en el corazón de cada ser humano.

jueves, 23 de junio de 2011

LA DELINCUENCIA (I): OPINIONES Y ARGUMENTOS


La delincuencia, el asesinato, destrozan la vida no solo de las víctimas sino de todos quienes se encuentran cerca de ellas. En nuestro país, se diga lo que se diga, los niveles de delincuencia han crecido, o por lo menos se han hecho más visibles y cercanos. Y entonces nos alarmamos, nos asustamos, nos indignamos...
Antes de continuar, quisiera decir que las siguienes reflexiones se dirán siempre con mucho respeto hacia las víctimas de esta circunstancia y sus familiares, y sobre todo con muchísimo respeto por el dolor que experimentan a causa de estos hechos.
Hace dos días fue asesinado en Quito el talentoso actor y director de cine Manuel Calisto. No lo conocí. Amigos míos sí lo conocieron y, como es lógico, están impacatados y abatidos por su deceso y por las circunstancias en que se dio. Esto ha llevado a que, como siempre que sucede un acontecimiento de este tipo, se produzca un 'enjambre' de opiniones que voy a citar y comentar someramente a continuación. Y lo repito, siempre desde el respeto a quienes sufren (sufrimos) por este tipo de hechos. 
  1. La de moda: es culpa de Correa. Como todo, diríamos. Correa tiene la culpa de todas las cosas malas que suceden, han sucedido y están por suceder en el Ecuador, en el mundo, en el Sistema Solar y en el Universo todo. Y lamentablemente, hechos como este no hacen sino  reforzar la aparente validez del argumento. Sin embargo, la delincuencia es una situación demasiado compleja como para achacársela a Correa per se. Es posible que en su administración haya existido, sobre todo, el error de permitir la entrada indiscriminada de gente extranjera al Ecuador, y no porque la gente extranjera sea mala per se, sino porque al existir un permiso de entrada demasiado amplio puede venir a nuestro país toda clase de gente, convirtiéndolo así en un paraíso para el hampa internacional. Sin embargo, es importante resaltar que ningún gobierno ha equipado y dotado a la Policía como lo ha hecho este, aunque la respuesta haya sido utilizar estos equipos y dotaciones para atacar al presidente y a la gente el 30-S.
  2. Hay que establecer la pena de muerte. El que mata tiene que morir. El que secuestra o viola, también. No es mala idea, así luego habría que matar al verdugo del verdugo y del verdugo y finalmente el crecimiento desmesurado de la población terminaría por frenarse. La discusión sobre la pena de muerte es un cuento de nunca acabar. Sus defensores parecen ignorar que la intención de matar nace en el corazón de las personas, que en el suyo propio ya existe. No se puede negar los sentimientos de rabia, impotencia y deseo de 'justicia' que llenan el corazón de quienes han perdido un familiar por causa del crimen. Sin embargo, se ha demostrado hasta la saciedad que la pena de muerte no disuade, no arregla nada. En lugares en donde existe la pena de muerte la criminalidad no disminuye. Y por otro lado, se dan también las 'equivocaciones' típicas de esta legislación, que consisten en matar a quien no se debía. Se dice que "muerto el perro, se acabó la rabia", pero de sobra sabemos que no es así: por cada perro muerto nacen miles, y bastante rabiosos. ¿Y quén los produce? la misma sociedad formada por los 'buenos' que pretenden defenderse de los 'malos' exterminándolos. 
  3. Hay que endurecer las penas y reforzar la vigilancia social. Si por algo hay que inclinarse, sería por la primera parte de este argumento. Sin tomarse la atribución de matar, se está aplicando una consecuencia válida a las acciones de los delincuentes. Incluso en caso de 'error', existiría una posibilidad aunque sea remota de rectificarlo. Sin embargo, este tipo de solución exige reformas profundas y urgentes al sistema penitenciario, comenzando por la infraestructura y terminando por el uso del tiempo libre de los internos y las internas, pasando además por la reforma de los sistemas operadores de la justicia y por la revisión de la filosofía misma de todo el sistema. 
  4. Los organismos de derechos  humanos defienden a los delincuentes. Esta afirmación no es más que una prueba fehaciente de que la ignorancia es lo más atrevido que existe. Los organismos de derechos humanos se han creado, en muchos casos, para frenar los abusos de una fuerza pública que ha servido más a las ambiciones  y patologías de ciertos sistemas antes que a los ciudadanos comunes y corrientes. Si estos organismos reclaman o protestan contra la pena de muerte, contra la tortura o contra este tipo de situaciones se debe no a que se las apliquen a delincuentes, sino a que violentan derechos inherentes al ser humano. Otro argumento patético es que los organismos de derechos humanos no dicen nada ante las muertes de policías o militares caídos en acción. En realidad, la defensa de los derechos humanos es una actitud de vida que pasa por una visión del ser humano como un ente con derechos inviolables más allá de sus acciones y condiciones, pues, además, las  justificaciones que se usan para agredir a los delincuentes pueden comenzar a parecerse sospechosamente a las que ellos usan para atacarnos a quienes no somos delincuentes... 
Y bueno, hasta aquí por  hoy... Este tema continuará en otra entrega... 

miércoles, 15 de junio de 2011

LA AVENTURA AMOROSA



Querido Abdón:
Había pensado mucho en cómo podría abordar en este momento la presentación de tu bello libro La aventura amorosa para honrar la deferencia que tuviste al pedirme que lo hiciera. Y me lo había pensado mucho porque no es una tarea fácil, ¿sabes? Al menos para mí.
No tendrías por qué saberlo, y tal vez muchos de los que hoy nos acompañan tampoco, pero las vicisitudes del amor de pareja son un tema neurálgico en mi vida. Y más allá del anecdotario personal, que poco interesa, tu libro llegó a mis manos in medias res, diríamos, utilizando la jerga literaria: en el momento preciso. Como dice ese escritor a quien tú tanto admiras, Jorge Luis Borges: no es que una encuentre los libros, sino que los libros nos dan el encuentro por el camino.
Abdón querido, ya es casi un lugar común aquello de que un escritor se escribe. Se reescribe, diríamos. Como dijo alguna profesora de un seminario de tema psicológico: detrás de cada pregunta existe un corazón. Y de igual forma, detrás de cada poema, drama, cuento, novela o ensayo también existe un corazón con su carga de anhelos y su avidez de respuestas. Tus generosas y sabias reflexiones sobre la aventura amorosa y sus arquetípicos personajes hablan precisamente de ese corazón que late detrás de ellas. Pues, como dice Leonardo Padura, “¿qué cosa es un escritor sin sus obsesiones?”.
Mucho nos acostumbramos en la infancia, y luego con la sarta de telenovelas de happy end a creer en la idea del amor en el que “se casaron y fueron felices”. La novia, todavía con velito, y el novio de esmoquin se dan un beso que llena la pantalla y sobre sus rostros arrobados se dibuja lentamente la palabra “Fin”. Las tías solteras se limpian las lágrimas y se van a dormir, conmovidas y seguras de que así tiene que ser, lamentando íntimamente no haberlo experimentado en carne propia. Y tal vez es mejor. Porque detrás del “fin” de la pantalla están al acecho las rutinas cotidianas, el agotamiento de la pasión, los terceros en discordia, la sombra de la ruptura y el comenzar de nuevo, o no.
Dice el estudioso de los mitos y la psicología Robert Johnson que el amor romántico es el peor enemigo del matrimonio estable y de la familia. Y sin embargo, cuánta falta nos hace desde el día en que nos despertamos, despeinados y con los ojos irritados, obligados tal vez por el frío a utilizar pijamas mata pasiones, y nuestras soñolientas miradas se encuentran en la nostalgia de la pasión que se ha ido quién sabe a dónde. En su lugar, como un lazo dorado, luce el cariño profundo que nos une las almas gritando “no” a cualquier intento de traición o separación. Solo que nuestras células y también nuestro deseo claman, como en la hermosa canción de Jacques Brel, que “hace falta pasar el tiempo y es muy necesario que el cuerpo exulte”: el cuerpo y la necesidad de volver a sentir el arrobamiento del enamorado, de la enamorada; “… las endorfinas del amor”, que menciona Fito Páez en una canción, y que según la biología se agotan o pierden efecto antes de cumplir cuatro años.
A quienes nos ha tocado hacer más de confidentes que de protagonistas en la aventura amorosa, las reflexiones de tu libro nos hacen ver algo que parecería obvio: la vida no es fácil para nadie. Sobre todo la vida amorosa. En un tiempo en donde los afanes reproductivos han pasado a segundo plano, la vigencia de la pareja estable y de la familia como “la base de la sociedad” comienza a tambalearse peligrosamente. Y sin embargo, en el fondo seguimos anhelando esa sensación de completud que da la engañosa exclusividad del amor de pareja. Lloramos con letras de tango como “Nunca tuvo novio” o “Soledad” porque nos identificamos con el dolor que traducen. Pero al observar, a veces con envidia, las parejas supuestamente felices que pululan a nuestro alrededor comenzamos también a ver las costuras de esas relaciones impecables.
De la lectura de tu libro, que tocó mi corazón con toda la fuerza de su sinceridad me quedan sobre todo dos temas fundamentales que quisiera mencionar:
  • ·        Esa idea, tan desgarradora como cierta, de que el ser humano, el individuo humano experimenta de primera mano la muerte en el momento de la ruptura amorosa. Cuando dejamos de amar, matamos. Cuando nos dejan de amar, morimos, o mejor dicho: nos matan. Cuando decidimos, por miedo o agotamiento, renunciar a la búsqueda del amor, nos suicidamos, de alguna forma. Y sin embargo la energía del amor no se agota, tan solo se recicla en las historias personales.
  • ·        Las verdaderas lecciones y visiones del amor se encuentran, sobre todo, en los relatos míticos, en el arte y la literatura. La mayor parte de obras literarias abordan, aunque sea colateralmente, el tema del amor de dos. Y aunque se podría entender esto como una visión simbólica del encuentro de un hombre con su ánima o de una mujer con su ánimus, es en estas historias donde se puede, de alguna manera, aprender y aprehender el sentido de la presencia del impulso amoroso en nuestras vidas.
Solo me queda, querido Abdón, agradecerte por haber puesto la primera copia de este precioso trabajo en mis manos. Habló conmigo como pocos libros lo han hecho, y eso ya es bastante. Tal vez en el futuro alguien tome la posta y se ponga a reflexionar sobre esa con frecuencia dolorosa y siempre fascinante contraparte del amor que es la soledad. No prometo nada, pero sí puedo afirmar que tu libro dejó no solo certezas y emociones en mi psique y mi sensibilidad, sino también semillas de inquietud, y como todo buen libro, deseos de escribir.
Con todo mi cariño y gratitud,
Lucre

martes, 7 de junio de 2011

LA INSEGURIDAD


Circula en la red, a partir del diario El Universo de Guayaquil, una carta de una empresaria que se dirige al presidente Correa señalándole que lo que él nos debe es solucionar la inseguridad en el Ecuador. La señora relata que ha sido asaltada y/o robada en tres ocasiones y de diversas maneras. Como ya es costumbre, menciona que reclama a pesar del amedrentamiento constante de que es objeto (dice que los ecuatorianos lo somos, pero yo no me incluyo en ese grupo, y no porque no sea ecuatoriana, sino porque nadie me ha amedrentado) debido a que Rafael Correa amenaza a todos los que no piensan como él. Más o menos eso dice. Y claro, lo típico: es hora de que Correa pare la delincuencia, porque nos lo debe.
En resumen eso es lo fundamental del artículo. 
Nunca pondría en duda lo que esta dama porteña menciona. Tampoco puedo poner en duda los sentimientos de indignación, desazón, miedo, pánico y estropeo psicológico que sufrimos cuando nuestra integridad y nuestra propiedad son violentados. 
Sin embargo, y como decía el título de una antigua novela brasileña: todo vale. En este caso, todo vale para la manipulación mediática. 
En primer lugar, si bien la inseguridad se ha acrecentado en el Ecuador, igual que en muchos países del mundo, no es una cosa que se deba exclusivamente a Rafael Correa. Hasta donde me alcanza el entendimiento, la inseguridad y la delincuencia no dependen exclusivamente de una sola persona, y si así fuera, esa persona no es el presidente de la república. Son circunstancias extremadamente complejas, de la misma manera que las posibles soluciones tampoco son fáciles. Primera táctica de manipulación: señalar al presidente Correa como el único culpable de que haya inseguridad en el Ecuador e increparlo por la prensa para que él solucione el problema. 
En segundo lugar, daría la impresión de que antes de Correa no ha habido en este país ni siquiera una estafa hecha por un cuentero a un ingenuo en media calle. No se ha visto en la prensa ninguna carta que, en igual tono, pida a Alfredo Palacio, Lucio Gutiérrez, Gustavo Noboa, Yamil Mahuad, Fabián Alarcón, Rosalía Arteaga, Abdalá Bucarám, Sixto Durán Ballén, Rodrigo Borja, León Febres Cordero, Oswaldo Hurtado o Jaime Roldós la solución al problema de la delincuencia. Y, si bien pudo ser una situación menor que ahora, también en sus gobiernos se produjeron algunos actos delictivos. ¿Por qué Correa tiene que ser el único presidente de los últimos treinta años que 'pague' la deuda de controlar la delincuencia? Segunda técnica de manipulación: la sincronía, la descontextualización en el tiempo. 
En tercer lugar, en la actualidad en este país hay grandes avances en infraestructura vial, en atención de salud, en logística de obtención de documentos... pero sobre estos logros nadie escribe en los medios, ni siquiera cartas al editor (me queda una duda... ¿no se escriben o no se publican?). Tercera técnica de manipulación mediática: fijarse solo en lo malo y no decir una palabra acerca de las cosas buenas que también ocurren y han ocurrido en este gobierno.
En cuarto lugar, resulta que según se afirma, en este país nadie puede pensar diferente a Correa. Todos lo dicen, lo gritan. Los que piensan diferente lo proclaman a los cuatro vientos y siempre añaden la muletilla de que aquí ya no hay libertad de expresión. ¿En serio? ¿No hay? Nunca antes en la historia (y esto es un hecho, no una opinión) se ha atacado desde tantos frentes al mandatario y a su gobierno, tan abiertamente y con tanta vehemencia, desde la ironía y la mordacidad semi ocultas hasta la estulticia y la grosería. Si se han planteado algunos juicios o querellas, esto se ha producido precisamente en el punto en que la tan manida libertad de expresión ha pasado de la emisión de una opinión a la injuria personal. Cuarta técnica de manipulación (y esta, además, engloba las tres anteriores), aunque algunos acusen a Correa de fascista, no dejan de seguir aquella consigna de Goebbels, que al estructurar sus técnicas de propaganda creó el axioma de que "una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en verdad"... aparentemente.

miércoles, 1 de junio de 2011

LOS DIEZ MANDAMIENTOS EN POSITIVO


I
ENTREGA TU ALMA AL PODER SUPERIOR, COMO ESTE SE TE HAYA MANIFESTADO Y SEGÚN LA CONCEPCIÓN QUE TENGAS DE ÉL
II
INVOCA A TU DIOS TANTAS VECES COMO TE HAGA FALTA

III
AGRADECE Y SANTIFICA LOS DONES QUE LA EXISTENCIA TE HA REGALADO

IV
HONRA A TUS ANCESTROS ASÍ COMO LA VIDA QUE TE TRANSMITIERON

V
AMA Y RESPETA LA VIDA DE TODOS LOS SERES

VI
ADMIRA LO QUE ES PURO Y SUBLIME

VII
VIVE FELIZ CON LO QUE HAS ELEGIDO TENER

VIII
SABOREA EL PLACER DE LA HONESTIDAD

IX
DESEA A LA MUJER O AL HOMBRE QUE ES TU PAREJA, APRENDE A DISFRUTAR TAMBIÉN DE TU INDIVIDUALIDAD Y A SER TU MEJOR COMPAÑÍA EN SOLEDAD

X
ALÉGRATE TANTO DE TU FELICIDAD COMO DE LA FELICIDAD DE LOS OTROS


(basado en una idea de Alejandro Jodorowsky)