lunes, 24 de abril de 2023

CLAROSCURO

Hace cuatro años y medio tuve la suerte de asistir al encuentro de Literatura Infantil y Juvenil “Trompo”, en las instalaciones de la Universidad San Francisco de Quito y organizado por la gran profesora y experta en el tema Alejandra Zambrano. Fue un encuentro muy iluminador e interesante, en donde pudimos compartir con muchas personas dedicadas a escribir e ilustrar, editar y difundir libros escritos y hechos para niños y niñas y para jóvenes lectores. 

También suelo utilizar con frecuencia los servicios de los Sistemas Médicos de la Universidad San Francisco de Quito, pues hay uno cercano al lugar en donde vivo, y, como lo he dicho en otra parte, allí me encuentro con gente de todo nivel social, aparte de que la atención está llena de calidez y consideración. 

No puedo, entonces, renegar de la institución per se, pues me he beneficiado no solo de los dos ejemplos que cito, sino de otras actividades y eventos de innegable calidad. E incluso trabajé un corto tiempo como docente, antes de que comenzara la construcción de su campus actual. 

Sin embargo, tampoco se puede desconocer algunos detalles acerca de su fundación y sobre todo de la ideología de su dueño y creador, que tal vez deslucieron de un proyecto cuya excelencia no dependió solamente de él sino del trabajo, inventiva, creatividad y dedicación de muchas otras personas. 

Es turbia la obtención de los terrenos donde se sitúa ahora el campus. No está muy clara la situación impositiva del fundador y de la universidad. Incluso se afirma que con algún pretexto el doctor Gangotena ni siquiera pagaba las alícuotas del conjunto donde vivía. También recuerdo la época de su fundación, un tiempo en el cual en Quito había tres universidades como opción: la Central, la PUCE y la Escuela Politécnica Nacional. Por aquel entonces, en la década de los 80, la naciente Teología de la Liberación estaba siendo atacada, desde la misteriosa muerte del papa Juan Pablo I, por la actitud extremadamente conservadora de su sucesor, Juan Pablo II. Sin embargo, la doctrina de la opción por los pobres había calado hondo en algunos grupos de estudiantes de la PUCE que por fin encontraban en su fe una salida para sus ideales de cambio social y solidaridad humana. Es entonces cuando, oh sorpresa, aparece una universidad particular, privada y laica. Justo después de la represión del régimen Social Cristiano de Febres Cordero que había visto, entre otras cosas, alguna manifestación conjunta en su contra por parte de las tres universidades citadas, y se pudo notar que la religión no alcanzaba a frenar la inconformidad con el statu quo, como se había pretendido en los años 40, ante la combatividad de la universidad Central. 

Más allá de lo que en sus aulas y campus se realizaba, el doctor Santiago Gangotena se caracterizó, en los últimos años, por un discurso excluyente y anti derechos. No comentaré lo de ‘longo cualquiera’ porque me parece que fue una trivialización bromista del discurso clasista de la clase alta quiteña, a la cual perteneció. Sin embargo, sí era preocupante escucharlo decir que solo quienes poseen propiedad privada debían tener derecho al voto, y que la educación no era un derecho, aparte del otorgamiento del doctorado Honoris Causa a Guillermo Lasso, dizque por la vacunación (¿a alguien más en el mundo se lo otorgaron, por el mismo motivo?), pero en el fondo la distinción se otorgaba por no ser Rafael Correa (otrora brillante profesor de la misma universidad, acuérdense). 

En medio del desastre nacional, Santiago Gangotena olvida la civilizada conveniencia de cruzar por un puente peatonal y muere, irónicamente, atropellado por un bus interparroquial, típico transporte de los “longos cualesquiera”. Por cierto, el bus ya está localizado, y no sé si su conductor también, haciendo gala de una velocidad en el proceso que la familia de cualquier longo o longa ya se quisiera si le llega a suceder lo mismo. 

Institución respetable, cuyo aporte a la sociedad y la cultura quiteñas no se puede negar ni desconocer, la USFQ siempre vivirá, sin embargo, bajo la sombra (en el sentido junguiano) de su fundador, que es a la vez la enorme y dañina sombra de los grupos excluyentes, manipuladores, racistas y clasistas que hoy por hoy detentan el poder en nuestro país.