sábado, 24 de marzo de 2012

LA PRENSA NO ES CORRUPTA

Solemos relacionar la palabra corrupción con temas sobre todo de dinero. Y en esta tónica, no consta, hasta donde me alcanza el entendimiento, que la prensa sea corrupta. O sea, no tengo noticia directa -ni indirecta - de que haya hecho trampas o robado dinero por alguno de los muchos canales por los que los podría hacer. Así que por eso inicio este artículo con esa afirmación, en la que además, me sostengo. 
Sin embargo, hay otras cosas que sí constan, y no es necesario ser muy inteligente, ni siquiera tener mucho sentido de la observación, para advertirlas. La primera es que la prensa está en guerra, y aquí en Ecuador esa guerra es contra Rafael Correa, el presidente, así como en Argentina es contra Cristina Fernández y en Bolivia contra Evo Morales. Bueno, tampoco puedo hablar mucho de la prensa y los periodistas de esos países. Me voy a referir a lo que se ve aquí, lo que salta a la vista, quiero decir:
  • Hay una queja en todos los tonos sobre la supuesta falta de libertad de expresión. Un lloriqueo constante, que además aprovechan quienes lo corean para llamar "dictador" a un presidente elegido democráticamente varias veces seguidas, para llamar "tirano" a alguien que si lo fuera ya los habría callado hace rato, para decir que es "grosero" alguien que se defiende utilizando la misma conducta de los quejumbrosos, para lamentarse como ancianitas con corazón de cristal de Bohemia que se ha ofendido a quienes no cesan de ofender... En realidad, en el Ecuador hay un nivel altísimo de libertad de expresión, incluso sobrepasa lo sensato, pues aquí cualquier persona que trabaje en un periódico, emisora de radio o canal de televisión puede decir cualquier cosa y no le pasa nada. Incluso cuando le llega a pasar, el mismo ofendido termina perdonándola.
  • Con cierta preocupante frecuencia, las fuentes de información están más cerca del rumor que del dato fidedigno. Para protegerse, utilizan un ingenuo artilugio gramatical: el verbo en condicional. Es obvio que se pretende preocupar a la población, pero detrás de esto hay una actitud nada profesional, y con frecuencia nada inteligente. 
  • Se centra en lo criticable (a veces hasta parecería que se inventa cosas criticables) y no dice una palabra sobre los méritos y logros. Cuando ya resulta obvio, los minimiza, o los relega a las páginas interiores en donde consigna brevemente alguna información cuya supresión resultaría escandalosa. Ante la gran obra pública emprendida por el gobierno de turno y los cientos de miles de beneficiarios, entrevista a quienes se quejan, utiliza casos particulares y aislados para generalizar, descontextualiza. 
  • Crea conceptos e ideas inexactos y muchas veces falsos. Ya lo dijimos: habla de dictadura, de conculcación de libertades, de abusos. Sin embargo, no existen datos ciertos que comprueben estas afirmaciones.
  • Entrevista siempre a los mismos: que son -¿adivinaron? - los enemigos acérrimos del gobierno actual. De vez en cuando, para despistar, algún funcionario es sometido a un interrogatorio plagado de ironías, risitas sarcásticas, interrupciones francamente groseras, datos cruzados, mensajes y llamadas en contra y toda clase de recursos que en alguna ocasión debieron ser utilizados por la Gestapo en sus buenos tiempos... todo esto unido, con frecuencia, al pésimo carácter y total ausencia de autocontrol del entrevistador.
Seguramente quienes lean esta entrada del blog podrán aportar con más características y ejemplos en forma de comentario. Pues es obvio que buena parte de la prensa tradicional y privada de este país (aunque no exclusivamente) se muestra artera, sesgada, cínica, parcializada y de mala fe. 
¿Corrupta? No me consta.

miércoles, 7 de marzo de 2012

MÁS FIRMAS PARA LA CARTA DE APOYO A LA REVOLUCIÓN CIUDADANA

Han firmado hasta la fecha destacadas personalidades internacionales como:

Nicanor Parra, Antonio Skármeta, Luis Eduardo Aute, Roberto Fernández Retamar, Ignacio Ramonet, Luis Britto García, Frei Betto, entre otras.
Han firmado también personalidades de Argentina como: Horacio González, Felipe Pigna, Atilio Borón, Ricardo Forster, Stella Calloni, Liliana Heer, Eduardo Jozami, Ernesto Villanueva, Hugo Urquijo, Alicia Dujovne Ortiz, Inés Izaguirre, Olga Cosentino, Enrique Dacal, entre otras


Los intelectuales, artistas, científicos, profesionales independientes y ciudadanos que suscribimos este documento manifestamos nuestro repudio a los intentos de desestabilización de la democracia ecuatoriana, puestos en marcha por una alianza de fuerzas internas e internacionales, que buscan frenar al proceso de transformaciones emprendido por el pueblo del Ecuador mediante su Revolución Ciudadana.
Desde hace cinco años, el gobierno democrático de Rafael Correa, con el pleno y reiterado respaldo de una amplia mayoría ciudadana, ha efectuado notables transformaciones en la vida social, económica y política del Ecuador, especialmente orientadas a beneficiar a la población pobre, antes marginada y excluida de la atención estatal.
La salud pública es hoy totalmente gratuita y de la mejor calidad. La educación pública y laica ha sido atendida con programas de alimentación, uniformes y útiles escolares sin costo, mejorada en su infraestructura, ampliada en su gratuidad hasta el nivel universitario y enriquecida con la creación de las “Escuelas del Milenio”, equipadas con la más alta tecnología para educar a indígenas y pobladores marginales. Se ha enfrentado la falta de vivienda mediante bonos y programas masivos de construcción. Una preocupación especial han merecido los discapacitados y las gentes ubicadas en extrema pobreza, para quienes se han creado sistemas especiales de atención y protección estatal. Las reformas laborales han elevado en forma constante los salarios y su poder real de compra, y han devuelto la dignidad al trabajo humano, proclamada por la Organización Internacional del Trabajo, al suprimir las expoliadoras políticas de flexibilización laboral y tercerización del empleo. Hoy, cada trabajador ecuatoriano tiene contrato de trabajo indefinido y prestaciones sociales, y los jubilados tienen garantizadas sus pensiones y atención médica en un renovado y fortalecido Seguro Social.
Todo ello ha sido financiado, en buena medida, con los recursos producidos por una nueva política fiscal, de corte redistributivo, y por la notable disminución de la deuda externa, renegociada en términos de dignidad nacional. En fin, una enorme obra constructiva ha mejorado y multiplicado la infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria del Ecuador, y, junto con una política una política de estímulo y relanzamiento de la producción nacional, han desarrollado el mercado interno, ampliado la ocupación y disminuido el desempleo y los índices de pobreza.
Ese notable proceso de cambios explica las elevadas cifras de aceptación y aprobación pública que tienen el presidente Correa y su gobierno, superiores al 70%, que han sido certificadas por diversas encuestadoras internacionales.
Sin embargo, desde el primer momento la Revolución Ciudadana ha enfrentado el acoso de los poderes fácticos vinculados a viejos privilegios y en especial del poder mediático. Así, los dueños y portavoces de los grandes medios de comunicación privados han optado por convertirse en agresivos actores políticos, reemplazando a los hoy difuminados partidos de derecha, que en las últimas décadas habían llevado al país a una situación de ruina y desesperanza colectiva. Parte de ello ha sido la campaña de escándalo mediático, encabezada por un grupo de escritores vinculados a esos mismos medios.
Queremos enfatizar que el Presidente Correa no ha clausurado medios, censurado informaciones o perseguido a inocentes periodistas, como se sostiene por parte de sus enemigos o de críticos desinformados. Por el contrario, ha recurrido a la justicia, en uso de sus derechos ciudadanos, para buscar el refrenamiento legal de un grupo de personas que han utilizado la calumnia como arma política. Y jueces de varias instancias, aplicando las leyes del país, han dictado sanciones contra los autores y propiciadores de esos delitos.
Finalmente, la digna y generosa actitud mostrada por el gobernante al perdonar legalmente a sus ofensores y pedir la remisión de las penas impuestas a ellos, es una prueba más de su vocación humanista, que ha buscado superponer los altos intereses de su pueblo a los legítimos derechos de vindicación de su honra.
Por todo lo expuesto, los abajo firmantes expresamos nuestro respaldo al pueblo ecuatoriano y su Revolución Ciudadana, y convocamos al gobierno del Ecuador a encabezar un gran esfuerzo de ampliación de su base social, mediante la negociación de acuerdos políticos con todas las fuerzas populares del Ecuador, acerca de temas vitales para la vida presente y futura del país. Esto dejará sin piso a la nueva conspiración internacional montada en su contra.

Febrero de 2012

Jorge Núñez Sánchez, historiador y periodista, Ecuador.
Raúl Pérez Torres, escritor y comunicador social, Ecuador.
Sara Vanegas Cobeña, filóloga y escritora, Ecuador.
Juan Paz y Miño, historiador, Ecuador.
Jorge Marcos Pino, arqueólogo, Ecuador.
Roberto Fernández Retamar, Presidente Casa de las Américas, Cuba.
Jenny Londoño López, socióloga e historiadora, Ecuador.
Sergio Guerra Vilaboy, historiador, Presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe.
Alfredo Vera Arrata, arquitecto y promotor cultural, Ecuador.
María Isabel Silva, arqueóloga, Ecuador.
Francisco Jaramillo Villa, músico, Ecuador.
Humberto Mata, escritor, Venezuela.
Nancy Ochoa Antich, filósofa, Ecuador.
Samuel Guerra Bravo, filósofo, Ecuador.
Margarita Zapata, socióloga, México.
Lucía Moscoso Cordero, historiadora, Ecuador.
César Paz y Miño, genetista e investigador científico, Ecuador.
Ricardo Melgar Bao, antropólogo, México.
Fina Guerrero Cássola, escultora, Ecuador.
Rosa Echeverría, socióloga, Ecuador.
José Fco. Sáez Cornejo, sociólogo y dirigente socialista, Chile.
Pilar Núñez, comunicadora social, Ecuador.
José Regatto Cordero, abogado y escritor, Ecuador.
Horacio López, escritor, Argentina.
Alfonso Monsalve Ramírez, comunicador social, Ecuador.
Xavier Lasso, periodista, Ecuador.
José Herrera Peña, politólogo, México.
Gustavo Pérez Ramírez, sociólogo y periodista, Ecuador.
Tatiana Hidrobo, historiadora y promotora cultural, Ecuador.
Sergio Grez, politólogo, Chile.
Oscar Chalá, antropólogo, Ecuador.
Wilson Vega y Vega, bibliotecario, Ecuador.
Carmen Bohórquez, historiadora, Venezuela.
Víctor Albornoz, cantante, Ecuador.
Isabel Terán, comunicadora social, Ecuador.
Rafael Julián Cedano, antropólogo, República Dominicana.
Fernando Buen Abad Domínguez, filósofo, México.
Rafael Nodarse Lanier, entrenador deportivo, Ecuador.
Jorge Enrique Elías Caro, historiador, Colombia.
Antonio Vergara Lira, editor y promotor cultural, Chile.
Julio Peña y Lillo Echeverría, politólogo, Ecuador.
Ismael González, promotor cultural, Cuba.
Norma Segades, escritora y difusora cultural, Argentina.
Marcelo Vega Arguello, Ecuador.
Medófilo Medina, historiador, Colombia.
Alejandro Pisnoy, comunicador social, Argentina.
Guadalupe Acosta, Ecuador.
Silvia Olga Starkoff, escritora, Argentina.
César Albornoz, sociólogo, Ecuador.
Lucrecia S. Cuesta, escritora, Argentina.
Cristina Villanueva, Ecuador.
Omar H. Etcehgoncelhay, escritor, Argentina.
Edgar Páez, editor, Venezuela.
Pedro Martínez Pirez, periodista, Cuba.
Salvador Morales, historiador, Cuba.
Pavel Égüez, artista plástico, Ecuador.
Linda Castillo Rodríguez, abogada, República Dominicana.
Ángela A. Fernández, catedrática universitaria, República Dominicana.
Pedro Pablo Rodríguez, filósofo e historiador, Cuba.
Pablo Imen, investigador, Argentina.
Lucas Ricci Marchand, promotor cultural, Argentina.
Eduardo Montebello, diseñador, Argentina.
Diana Coblier, sicóloga, Argentina.
Julián Andrés Monsalve Aguilar, periodista, Colombia.
Martha Gabriela Sánchez Alustiza, escritora, Argentina.
Edgar Palacios, músico, Ecuador.
Alejandro Sigüenza, farmaceútico, Ecuador.
Luz Marina Rumazo Echeverría, Ecuador.
Julia Erazo Delgado, poeta, Ecuador.
Marcos D Cappellacci, Grupo de trabajo “Hacer la Historia”, Argentina.
Leonel Muñoz Paz, historiador, Venezuela
José Stiensleger, periodista y escritor, México.
Stella Calloni, periodista y escritora, Argentina.
Yamila Cohén, escritora y promotora cultural, Cuba.
Wiston Orillo, Premio Nacional Cultural del Perú.
Marilia Guimaraes, Capítulo Brasileño de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad.
Lionel Muñoz Paz, historiador, Venezuela.
María Cristina Satlari, historiadora, Argentina.
Manuel Góngora, escritor, Perú.
James Counts Early, política cultural, Estados Unidos.
Javier Couso Permuy, camarógrafo y activista contra la Impunidad, España.
Carlos Barros, historiador, España.
Manuel Abelleria Durán, estudiante de Galicia, España.
Lucrecia Maldonado, escritora de Quito, Ecuador.
Estuardo  Vallejo, editor.
Francisco Delgado Santos, escritor y profesor universitario, Quito, Ecuador.
Miguel Vallejo, editor, Ecuador.
Elsye Suquilanda Jaramillo, escritora y cineasta de Quito Ecuador
Manuel Benjamín Suquilanda Valdivieso, Ingeniero Agrónomo, Ecuador
Manuel Ernesto Suquilanda Jaramillo, Comunicador Social, Ecuador
Alexis Ponce, Defensor de DD. HH., Ecuador.
Eduardo Soto, Director del Museo de la Caricatura, México.
Marcelo Carpita, muralista, Argentina.
Javier Corcuera, cineasta, Perú.
Carlo Frabetti, escritor y matemático, Italia.
Ramiro Cazar, Ecuador.
Marcelo Gomezcoello Vicuña, jurista, Ecuador.
Ramón Chao, escritor, Francia.
Jane Franklin, historiadora, Estados Unidos.
Carmen Gloria Bravo, profesora universitaria, Chile.
Francisca López C., profesora universitaria, Premio Nacional de Historia, Cuba.
Felipe de J. Pérez Cruz, Cuba.
Ana Buriano, historiadora, Uruguay.
Marcos Roitman Rosenmann, académico universitario, España.
Ramiro Mantilla, sociólogo y periodista, Ecuador.
Feliciano García Aguirre, economista e historiador, México.
Dante Ortiz Núñez, historiador, República Dominicana.
Víctor Hugo de la Fuente, periodista y Director de la Edición Chilena de Le Monde Diplomatique, Chile.
Luciano Mogollón, Ecuador.
Mélida Jumbo, docente, Ecuador.
Marcelo Llobet, abogado y profesor universitario, Argentina.
Giovanni Parapini, promotor cultural, Italia.
Felipe Vega de la Cuadra, Ecuador.
Aminta Buenaño, escritora y periodista, Ecuador.
Santiago Alba Rico, escritor, España.
Fernando Rendón, poeta, Director del Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia.
Patricio Zambrano, Relaciones Internacionales, Ecuador.
Florence Baillón, académica, Ecuador.
Jorge Amable Luna, promotor cultural, Ecuador.
Manuel Cabieses Donoso, Director de la Revista Punto Final, Chile.
Irene León, socióloga, Ecuador.
Eugenia Viteri de Vera, escritora, Ecuador.

domingo, 4 de marzo de 2012

LO QUE MÁS LES DUELE


La sonada pelea Correa-El Universo ha sembrado un confuso sentimiento en las almas de sus espectadores ecuatorianos, sobre todo de algunos de clase media que tienen una preocupación válida por la cantidad de juicios por injurias que ahora se supone que están en las cortes y juzgados de nuestro país. 
No les preocupa, como se podría pensar, el nivel de violencia y agresividad verbal que esa circunstancia puede evidenciar. Se supone que el castellano es uno de los idiomas que más insultos y formas agresivas tienen, en todo el mundo, y por lo mismo, tal vez la preocupación va de la mano de que desde ahora, como están las cosas en el país, no podremos utilizar los maravillosos y abundantes recursos que la lengua de Cervantes nos proporciona, brinda y ofrece para ofender, insultar y hacer sentir mal a cualquier persona que haya pretendido hacer lo mismo con nosotros o que, sencillamente, nos caiga un poco mal. 
La gente está muy asustada porque ahora, según dicen, ya no va a "poder expresarse". "Cualquier cosa va a ser tomada como injuria", comentan, preocupados algunos ciudadanos. Otros añaden: "no importa si hay buenas carreteras u hospitales, lo grave es que no haya libertad". ¿Libertad para qué? Bueno, pues: libertad para, como ya les dije, valiéndonos de los muy expresivos recursos de nuestro idioma, poder manifestar nuestra disconformidad, nuestra aprensión, nuestra ira y en últimas nuestro odio con las palabras que la misma lengua nos ha brindado a lo largo de nuestra historia y vida. 
La gente está muy preocupada, entonces, porque ya no va a poder insultar, cizañar ni calumniar con el mismo éxito que antes sin que exista el peligro de que le caiga encima la garra de la ley. En lugar de decir: bueno, ahora voy a tratar de que mis chismes se ajusten a la verdad, de que mis discrepancias no terminen en trompones, de que mi ira tenga una manifestación constructiva, de reservarme la profusión de palabrotas que pueblan mi discurso... en lugar de eso, lamenta tener que controlar el enojo, y sobre todo, tener que controlar los arteros recursos que antes empleaba cuando la agresividad tenía que salir sin control de ningún tipo. 
Y claro, poniéndose a pensar, dejar una inveterada costumbre de siglos, por mala que sea, a cualquiera le quita el sueño.