jueves, 8 de febrero de 2018

por qué voté NO en la pregunta cuatro


Fue Dale Carnegie, el famoso motivador norteamericano, quien dijo una gran verdad respecto de ciertas conductas humanas, parafraseándola: "con mucha frecuencia las personas (y las instituciones, diríamos nosotros) tienen dos razones para sus acciones: la primera siempre apela a lo justo, lo noble y lo bondadoso; la segunda es la verdadera razón". 

Y esto se puede aplicar como anillo al dedo a la última Consulta Popular efectuada en Ecuador hace unos pocos días. Dijeron de todo: que la lucha contra la corrupción (con Abdalá Bucaram por delante), que la 'alternabilidad' (defendida a capa y espada por Jaime Nebot), que la introducción de nuevos cuadros en la administración de la cosa pública en Ecuador (tan nuevos como Enrique Ayala, Julio César Trujillo, León Roldós y la inefable embajadora de Vulgaria, Lourdes Tibán), que la naturaleza (asegurando concesiones mineras unos días antes de la consulta), y sobre todo colocando groseramente como un parapeto a los niños y a las niñas que han sufrido el horrendo crimen del abuso sexual, cuya peor expresión es la violación directa. 

Sabemos (no creo, sinceramente, que nadie lo ignore) que las verdaderas razones eran otras: la destrucción total de la institucionalidad creada por el gobierno de la Revolución Ciudadana, y la anulación de Rafael Correa como posible contrincante en nuevas elecciones per secula seculorum. Y también sabemos por qué: lo primero, porque ya llevaban demasiado tiempo sin poder hacer las cosas a su manera, y lo segundo, porque nadie, pero nadie, está capacitado para competir limpiamente con Rafael Correa en las urnas... y ganarle. 

Pero es concretamente a la pregunta cuatro, a la de la imprescribilidad de los delitos sexuales contra menores de edad, a la que me quiero referir, y me quiero referir a ella porque entre sus  líneas aparentemente sacrosantas se esconden unas cuotas de honda perversidad difíciles de alcanzar en una sola vida humana. 

Yo, lo confieso con dignidad y convicción, voté que NO en esta pregunta, al igual que en las otras. Y a los sobrevivientes del infarto que esta afirmación les puede haber provocado, les voy a explicar mis razones, si quieren leerlas: 

En primer lugar, no era necesario preguntarlo. Bastaba un decreto presidencial o un proyecto de ley para establecer la reforma legal correspondiente. El presidente Rafael Correa (sí, él, odiadores, ningún otro) ya había enviado a la Asamblea un proyecto de ley en donde se proponía que no prescribieran estos delitos durante cuarenta años, un plazo amplio y razonable, pero si no estaban conformes podían cambiar los cuarenta años por un "a perpetuidad" y ya. 

Lo segundo: la manipulación burda. La manipulación es una de las peores y más arteras herramientas que los seres humanos suelen emplear para conseguir lo que quieren. Es muy común entre toda la gente, pero su uso se da con mayor fuerza en personas con graves trastornos de neurosis, como los alcohólicos, los adictos e incluso en condiciones más graves y oscuras como la psicopatía. Y una de sus formas más perversas es pretender apelar a un sentimiento noble para conseguir un rédito personal. En este caso, aunque las verdaderas intenciones ya quedaron determinadas más arriba, la idea era hacer sentir a la población que votar por el SÍ en todas las preguntas demostraba bondad, nobleza, grandeza de alma, justicia... en fin; pero... 

... la pregunta, en sí, ofende. Si han observado con atención, cuando un miembro de una pareja le pregunta al otro "¿me quieres?", generalmente el preguntado reacciona mal. ¿Por qué? Porque solo dudarlo es ofensivo. Se supone que en estos casos el amor se debería dar por sentado. Igual, si preguntan a alguien, en circunstancias normales "¿quieres a tu mamá?" La misma pregunta es, por lo menos inoportuna. Preguntar a toda una población si quiere castigo ejemplarizador para los abusadores sexuales de menores de edad es ofender a esa población, en su mayoría al menos. ¿Cómo no va a querer? ¿Qué se está insinuando? Existen por lo menos dos posibilidades: o se insinúa indolencia, o se insinúa que esa misma población es abusiva con los menores en ese aspecto. En ambos casos, la pregunta es ofensiva. 

En cuarto lugar está el uso de algo sagrado para obtener réditos de otro tipo. Simonía, creo que se llama. O tal vez blasfemia. La integridad total de nuestros niños, niñas y adolescentes es algo sagrado, o debería serlo. Utilizarla con artería para mover a la población en favor de dos propósitos que nada tienen que ver con eso es jugar con algo que merece mucho respeto. Si realmente estuvieran tan interesados en darle una pronta solución al tema se habrían puesto manos a la obra agilitando y reformando el proyecto de ley y por otro lado creando todo el aparato de prevención y de apoyo necesario sin detenerse a "preguntar" a la gente demostrando que, o nos creen estúpidos, o lo son ellos. O las dos cosas.

En quinto lugar está la manipulación informativa, el acolite perverso de la prensa canalla, y perdón si alguien se ofende, pero en este rubro sí lo fueron. Nada más plantearse la pregunta comenzaron a buscar con palo de romero casos de abuso sexual e incluso hubo un crimen de dudosas características con el que pretendieron seguir manipulando la situación. Repregunto: ahora, que ha ganado el SÍ, ¿han vuelto a ver alguna noticia al respecto, o aunque sea el reciclaje de alguna información? Parecería que de un día para otro los violadores de niños se escondieron en las alcantarillas, se infartaron o simplemente nunca existieron, al menos no en la intensidad y cantidad con que pretendieron hacernos creer que obraban. Los medios se han olvidado por completo de ellos, aunque sigan yendo por sus fueros en otros aspectos de la misma consulta. 

Y en sexto lugar: el ejemplo. El presidente Lenin Moreno, aparente abanderado de esta causa, en la inauguración del ciclo escolar de la Sierra, en un conocido colegio capitalino, recordó con nostalgia su tiempo de adolescente, cuando se escapaba de clases para ver películas porno (uno de los principales métodos para abusar de niños y niñas así como para promover el tráfico ilegal de personas), o para, "disfrazado de viejo" siendo menor de edad, ir a buscar servicios de prostitución gratuita en el parque de El Ejido (a más de morboso, explotador y estafador ya desde chiquito); en otra fotografía se lo mira muy feliz dándose un 'pico' con una niña que no tendrá cinco años; y en la inauguración de un importante parque en la ciudad de Portoviejo dijo literalmente que una de las utilidades del parque era que "los niños y jóvenes puedan hacer el amor"... ¿los niños...? ¿con quién? Entonces, ¿quién es lo suficientemente ingenuo como para creer realmente que hay una buena intención detrás de esta pregunta?

Y para colmo, ahora, los defensores y nuevos acólitos de Moreno pretenden que quienes votamos por el NO en las siete preguntas nos sintamos culpables por haberlo hecho, particularmente en la pregunta cuatro. 

Si me preguntan, fuera de esta burda consulta popular amañada, si creo que los abusadores sexuales de menores de edad merecen un castigo ejemplarizador, digo que SÍ, claro. Si me preguntan si pienso que es necesario que toda la sociedad cree medidas de prevención y control para esta tremenda lacra social, vuelvo a decir que SÍ, por supuesto. Pero NO acepto que se dude de mi integridad, NO acepto tampoco que se juegue con algo tan sagrado como la integridad de nuestros niños, NO soporto que se me trate como a una imbécil porque NO lo soy, y puedo leer entre líneas sus sucias intenciones mejor de lo que creen, y NO me trago el cuento de la bondad de quién llegó al poder con engaños y nos sigue engañando sin la menor vergüenza cada vez que abre la boca, aunque sea para bostezar. 

lunes, 5 de febrero de 2018

cuando la gente aprenda a pensar


Dicen los conspiranoicos que una de las consignas de las sinestras fuerzas que pretenden mantener a la humanidad en la esclavitud es impedir que desarrollemos nuestra consciencia y que miremos la realidad tal como es, o lo más cerca posible de esa esencia. Pues si pudiéramos mirar los acontecimientos de la vida y sacar de ellos consecuencias y conclusiones lógicas adquiriríamos más consciencia y podríamos ser más libres. Tal vez por ahí va esa frase que se le atribuye a Jesís: La verdad les hará libres.

Estas mismas teorías (y no creo que anden muy descaminadas) sostienen que esa, la de anular nuestra capacidad de conocer, observar y entender la realidad desde una perspectiva inteligente y amplia, es precisamente la tarea de la gran industria del entretenimiento, sobre todo de cierta música, de ciertas películas y más que nada la verdadera intención con que se crearon primero la televisión y más tarde los teléfonos inteligentes.

Y es que hay sucesos y situaciones que parecerían obvias  no para una mente preclara, ni siquiera muy lúcida, sino para un razonamiento lógico bastante elemental. Sin embargo, al observar las actuaciones de ciertas personas, de ciertas comunidades e incluso de ciertos pueblos podemos advertir que es muy posible que el aparataje aludido por los conspiranoicos sea cierto.

Miramos por ejemplo las elecciones del día de ayer, domingo 4 de febrero, en donde la opción por el NO pierde con un honroso (dicen) 37% y la opción por el SÍ gana con un 63%. Perder es perder, aquí o en Marte. Y ganar también. Pero la pregunta es... ¿por qué perdió el NO? Los defensores de la opción contraria, y también algunos msericordiosos detractores, justifican esta pérdida como el rechazo a Rafael Correa, presidente de la República durante los diez años anteriores. Pero... ¿por qué el rechazo? ¿Por qué la mayoría de la gente votó por el NO?

Una de las primeras causas es que en el gobierno de Correa hubo actos de corrupción. Y está bien. Rechazar la corrupción es una actitud de gente decente y pulcra. Lo que no se logra comprender, aunque se traten de poner en juego todas las conexiones neuronales es: si tanto están contra la corrupción, ¿por qué votan por el SÍ, que es una opción electoral defendida por el inefable Abdalá Bucaram (posiblemente el gobierno más corrupto en toda la historia del Ecuador), Lucio Gutiérrez (el segundo lugar en lo mismo), Jaime Nebot Saadi (no solamente corrupto, sino torturador y asesino, aunque sea por complicidad ya que no consta por acción directa), Lasso, de ingrata participación por haber medrado, a través de actos de corrupción, de la crisis bancaria de fines del siglo pasado, y el mismo Lenin Moreno, quien llegó a ocupar la silla de Carondelet por medio de una sarta de mentiras que no son precisamente muestras de una gran virtud, y que no parece hacerlo por mera convicción, sino porque de alguna manera ha sido cooptado por otros poderes en la sombra, y de seguro no a través de actos íntegros y puros? Entonces, si sacamos cuentas, mirando el gobierno de Rafael Correa y haciendo simples operaciones matemáticas no entendemos realmente si se entiende qué es la corrupción, si hay casos de amnesia histórica, problemas aritméticos o qué mismo. Parecería que lo que les gusta es la corrupción selectiva. Porque si tanto odian la corrupción pues deberían votar a favor del menos corrupto (en caso de que lo haya sido), o anular el voto,pero... ¿votar por los más corruptos contra la corrupción del menos corrupto...? No se entiende, a no ser que les haya hecho falta más, quién sabe.

Otra de las causas que se barajan es que no quieren que nadie se eternice en el poder, entonces votan que sí para impedir, con retroactividad además, la sola postulación de Rafael Correa a la cadidatura para ser presidente de la república. La pregunta es... si no se le quiere reelegir, basta con no votar por él cuando se presente. Gente como Álvaro Noboa Pontón se postula cada vez que hay elecciones y nunca ha ganado. Es tan simple como eso. Y si por eso vamos... ¿se lo impedirán a Jaime Nebot, el eterno alcalde de Guayaquil?

Dicen que Rafael Correa era un tirano que cooptó todas las funciones del estado. Pero para contrarrestar esa barbaridad le dan el voto a quien no solo lo ha hecho, sino que se vale de algunas de ellas para meter miedo a quien se opone a sus planes y ejerce un poder perverso a todos los niveles sin que le tiemble la mano ni se le borre la sonrisa.

Una de las constantes críticas al gobierno de Rafael Correa fue que se despilfarraba dinero. Pues ahora no les importa que se dilapiden en una consulta popular absolutamente innecesaria alrededor de sesenta millones de dólares, y no solamente eso: que se propongan elecciones populares de los funcionarios del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social que cada vez que se efectúen le costarán al país igual, millones de dólares, cuando la cosa puede ser mucho más simple.

Y así. Podríamos seguir pregunta por pregunta, pero no es ese el objetivo de este artículo, sino reflexionar un poco sobre lo que nos puede estar pasando. Sabemos, por ejemplo, que los medios de comunicación están llenos de verdades a medias y mentiras completas, pero continuamos creyéndoles. Damos por cierto cualquier rumor y lo difundimos sin constatar la veracidad ni averiguar la fuente. Para dar fe de la veracidad de algo, decimos: "Salió en el periódico", o "Salió en la tele"... como si ignoráramos que ahí sale solamente lo que a alguien le conviene. Por alguna extraña deformación mental, los pobres piensan que si votan como los ricos tal vez les venga alguna buena fortuna, y ni siquiera se convencen de lo contrario cuando no solo que siguen igual de pobres sino que los empobrecen más.

Y para completar, también está esa peste del alma humana que es la ingratitud: quien recibió educación gratuita, útiles escolares, uniformes, desayuno escolar y transporte, todo gratuito, pero vota que no porque "Correa es prepotente". La mujer que pudo atender a su marido en un hospital de primera gracias a uno de los convenios con la seguridad social pública apoyados por el gobierno anterior, pero que se regodea con maldad al ver el agotamiento en la cara de Rafael Correa después de la derrota del no en las elecciones, y así, se podrían citar miles de casos.

Fue el presidente ecuatoriano que en los últimos cien años hizo la mayor transformación social y económica. Favoreció siempre a los más desposeídos. Siempre antepuso las necesidades de la patria a las suyas propias e incluso a su vida familiar. Buscó la reinstitucionalización y la reorganización del país aun a costa de graves y peligrosas enemistades. Se la jugó por la patria. Y se equivocó, claro, como todo el que pretende hacer algo de buena fe. Pero no sé si realmente un pueblo que a la hora de la hora prefiere favorecer a Lucio y a Bucaram, porque cree en las medias verdades mediáticas y las repite con acuciosidad de loro, se merezca la pena tanto esfuerzo.