Fue Dale Carnegie, el famoso motivador norteamericano, quien dijo una gran verdad respecto de ciertas conductas humanas, parafraseándola: "con mucha frecuencia las personas (y las instituciones, diríamos nosotros) tienen dos razones para sus acciones: la primera siempre apela a lo justo, lo noble y lo bondadoso; la segunda es la verdadera razón".
Y esto se puede aplicar como anillo al dedo a la última Consulta Popular efectuada en Ecuador hace unos pocos días. Dijeron de todo: que la lucha contra la corrupción (con Abdalá Bucaram por delante), que la 'alternabilidad' (defendida a capa y espada por Jaime Nebot), que la introducción de nuevos cuadros en la administración de la cosa pública en Ecuador (tan nuevos como Enrique Ayala, Julio César Trujillo, León Roldós y la inefable embajadora de Vulgaria, Lourdes Tibán), que la naturaleza (asegurando concesiones mineras unos días antes de la consulta), y sobre todo colocando groseramente como un parapeto a los niños y a las niñas que han sufrido el horrendo crimen del abuso sexual, cuya peor expresión es la violación directa.
Sabemos (no creo, sinceramente, que nadie lo ignore) que las verdaderas razones eran otras: la destrucción total de la institucionalidad creada por el gobierno de la Revolución Ciudadana, y la anulación de Rafael Correa como posible contrincante en nuevas elecciones per secula seculorum. Y también sabemos por qué: lo primero, porque ya llevaban demasiado tiempo sin poder hacer las cosas a su manera, y lo segundo, porque nadie, pero nadie, está capacitado para competir limpiamente con Rafael Correa en las urnas... y ganarle.
Pero es concretamente a la pregunta cuatro, a la de la imprescribilidad de los delitos sexuales contra menores de edad, a la que me quiero referir, y me quiero referir a ella porque entre sus líneas aparentemente sacrosantas se esconden unas cuotas de honda perversidad difíciles de alcanzar en una sola vida humana.
Yo, lo confieso con dignidad y convicción, voté que NO en esta pregunta, al igual que en las otras. Y a los sobrevivientes del infarto que esta afirmación les puede haber provocado, les voy a explicar mis razones, si quieren leerlas:
En primer lugar, no era necesario preguntarlo. Bastaba un decreto presidencial o un proyecto de ley para establecer la reforma legal correspondiente. El presidente Rafael Correa (sí, él, odiadores, ningún otro) ya había enviado a la Asamblea un proyecto de ley en donde se proponía que no prescribieran estos delitos durante cuarenta años, un plazo amplio y razonable, pero si no estaban conformes podían cambiar los cuarenta años por un "a perpetuidad" y ya.
Lo segundo: la manipulación burda. La manipulación es una de las peores y más arteras herramientas que los seres humanos suelen emplear para conseguir lo que quieren. Es muy común entre toda la gente, pero su uso se da con mayor fuerza en personas con graves trastornos de neurosis, como los alcohólicos, los adictos e incluso en condiciones más graves y oscuras como la psicopatía. Y una de sus formas más perversas es pretender apelar a un sentimiento noble para conseguir un rédito personal. En este caso, aunque las verdaderas intenciones ya quedaron determinadas más arriba, la idea era hacer sentir a la población que votar por el SÍ en todas las preguntas demostraba bondad, nobleza, grandeza de alma, justicia... en fin; pero...
... la pregunta, en sí, ofende. Si han observado con atención, cuando un miembro de una pareja le pregunta al otro "¿me quieres?", generalmente el preguntado reacciona mal. ¿Por qué? Porque solo dudarlo es ofensivo. Se supone que en estos casos el amor se debería dar por sentado. Igual, si preguntan a alguien, en circunstancias normales "¿quieres a tu mamá?" La misma pregunta es, por lo menos inoportuna. Preguntar a toda una población si quiere castigo ejemplarizador para los abusadores sexuales de menores de edad es ofender a esa población, en su mayoría al menos. ¿Cómo no va a querer? ¿Qué se está insinuando? Existen por lo menos dos posibilidades: o se insinúa indolencia, o se insinúa que esa misma población es abusiva con los menores en ese aspecto. En ambos casos, la pregunta es ofensiva.
En cuarto lugar está el uso de algo sagrado para obtener réditos de otro tipo. Simonía, creo que se llama. O tal vez blasfemia. La integridad total de nuestros niños, niñas y adolescentes es algo sagrado, o debería serlo. Utilizarla con artería para mover a la población en favor de dos propósitos que nada tienen que ver con eso es jugar con algo que merece mucho respeto. Si realmente estuvieran tan interesados en darle una pronta solución al tema se habrían puesto manos a la obra agilitando y reformando el proyecto de ley y por otro lado creando todo el aparato de prevención y de apoyo necesario sin detenerse a "preguntar" a la gente demostrando que, o nos creen estúpidos, o lo son ellos. O las dos cosas.
En quinto lugar está la manipulación informativa, el acolite perverso de la prensa canalla, y perdón si alguien se ofende, pero en este rubro sí lo fueron. Nada más plantearse la pregunta comenzaron a buscar con palo de romero casos de abuso sexual e incluso hubo un crimen de dudosas características con el que pretendieron seguir manipulando la situación. Repregunto: ahora, que ha ganado el SÍ, ¿han vuelto a ver alguna noticia al respecto, o aunque sea el reciclaje de alguna información? Parecería que de un día para otro los violadores de niños se escondieron en las alcantarillas, se infartaron o simplemente nunca existieron, al menos no en la intensidad y cantidad con que pretendieron hacernos creer que obraban. Los medios se han olvidado por completo de ellos, aunque sigan yendo por sus fueros en otros aspectos de la misma consulta.
Y en sexto lugar: el ejemplo. El presidente Lenin Moreno, aparente abanderado de esta causa, en la inauguración del ciclo escolar de la Sierra, en un conocido colegio capitalino, recordó con nostalgia su tiempo de adolescente, cuando se escapaba de clases para ver películas porno (uno de los principales métodos para abusar de niños y niñas así como para promover el tráfico ilegal de personas), o para, "disfrazado de viejo" siendo menor de edad, ir a buscar servicios de prostitución gratuita en el parque de El Ejido (a más de morboso, explotador y estafador ya desde chiquito); en otra fotografía se lo mira muy feliz dándose un 'pico' con una niña que no tendrá cinco años; y en la inauguración de un importante parque en la ciudad de Portoviejo dijo literalmente que una de las utilidades del parque era que "los niños y jóvenes puedan hacer el amor"... ¿los niños...? ¿con quién? Entonces, ¿quién es lo suficientemente ingenuo como para creer realmente que hay una buena intención detrás de esta pregunta?
Y para colmo, ahora, los defensores y nuevos acólitos de Moreno pretenden que quienes votamos por el NO en las siete preguntas nos sintamos culpables por haberlo hecho, particularmente en la pregunta cuatro.
Si me preguntan, fuera de esta burda consulta popular amañada, si creo que los abusadores sexuales de menores de edad merecen un castigo ejemplarizador, digo que SÍ, claro. Si me preguntan si pienso que es necesario que toda la sociedad cree medidas de prevención y control para esta tremenda lacra social, vuelvo a decir que SÍ, por supuesto. Pero NO acepto que se dude de mi integridad, NO acepto tampoco que se juegue con algo tan sagrado como la integridad de nuestros niños, NO soporto que se me trate como a una imbécil porque NO lo soy, y puedo leer entre líneas sus sucias intenciones mejor de lo que creen, y NO me trago el cuento de la bondad de quién llegó al poder con engaños y nos sigue engañando sin la menor vergüenza cada vez que abre la boca, aunque sea para bostezar.