Hace algunos días
los televidentes de TC se vieron sorprendidos por una (otra) curiosa puesta en
escena en la cual el ‘periodista’ Rafael Cuesta jugaba a ser viajero en el
tiempo, tal cual los Douglas y Tony de nuestra infancia. Aparentemente, Cuesta
iba a buscar en el futuro respuestas que fácilmente le habría podido
proporcionar el pasado, pero haciéndonos eco de un antiguo chascarrillo de
borrachos, él no quería buscar la llave donde mismo se le perdió, sino
aparentemente donde hay más luz… o tal vez menos.
Lo que deseaba Rafael
Cuesta era ver lo que pasaría en el hipotético caso de que ganara uno u otro
candidato a la Presidencia de la República, y para eso supuestamente viaja dos
años en el tiempo y nos muestra los noticieros de fines de febrero de 2027.
Sin embargo, el
equipo productor de la nota olvida un par de cositas que parecerían verdades de
Perogrullo, y es que para averiguar lo mismo podríamos no ni siquiera hacer un
viaje, sino volver la mirada al pasado y obtener la misma información que el
conocido periodista pretende otorgarnos en un exceso de fantasía.
Nos dice, por
ejemplo, en la nota imaginaria correspondiente al supuesto triunfo de Daniel
Noboa, que el plan Fénix ha dado resultados… ¿por fin? Porque si miramos un año
atrás podríamos ver que ni siquiera se sabe en qué consiste el tal plan, y
muchos incluso dudan de que siquiera existe, por más que la ex ministra del
Interior haya exhibido un voluminoso legajo de hojas en blanco.
También nos dice
que se aumentará el monto del Salario Básico Unificado, sin embargo, en estos
mismos días hemos podido ver cómo se les ha negado el pago de cierto bono a
algunos jóvenes que fueron subrepticiamente cooptados como parte de la campaña
electoral. Aparte de que, desde el gobierno de Moreno hasta este, pasando por
el de Lasso, el índice de empleo ha caído en picada. Entonces, repito… ¿para
qué irse al futuro si el pasado reciente ya nos da la información?
Otra de las
posibles noticias que se plantean es que, si gana Noboa, Fito, el delincuente
fugado entre diciembre del 2023 y enero del 2024, sería por fin capturado. ¿Es
en serio? ¿Se va a demorar dos años más en capturarlo? Y además avalan la
invasión a otra embajada, la de Venezuela (que ya ni hay), en donde se habrá
refugiado el narcotraficante y pedido además un salvoconducto. Este apartado
podría considerarse como uno de los capítulos más notables de la Historia
Universal de la Infamia, pues pretenden equiparar la figura de Fito a la de
Jorge Glas, que ni es narcotraficante, que cumplió la mayor parte de su
sentencia y a quien nada se le ha comprobado digan lo que digan los fanáticos
del anticorreísmo enfermo.
Si gana Luisa
González, dicen ellos, en cambio, se establecerá una ley de comunicación que
incluso controlará hasta las redes sociales, y la vuelven a llamar “Ley
mordaza”. Solo faltaban las imágenes de Ortiz y Vera con sendas X de
esparadrapo sobre sus bocas, algo que tal vez tuvieron la delicadeza de
ahorrarnos porque hasta Cuesta tiene algún sentido estético. Pero si recordamos
los diez años de la Revolución Ciudadana veremos que no solo los pseudo
periodistas titulados por la dictadura, entre otros, dijeron lo que se les vino
en gana sin la menor comprobación, sino que además pulularon portales digitales
financiados por la Usaid con el expreso fin de difamar al gobierno y que,
además, cuando se estableció una pena para algunos comunicadores el mismo
Rafael Correa les perdonó la prisión y la multa.
Hablan de un tal
‘nuevo sucre’ como la moneda en la que se harían los pagos dentro de dos años,
de ganar Luisa González, pero no se contestan una simple pregunta: ¿se desdolarizó
la economía nacional en los diez años de gobierno de la Revolución Ciudadana?
La puesta en
escena de Cuesta y sus ayudantes, sospechosamente parecida en colores y estilo
a aquella del 9 de enero de 2024, está llena de sofismas y falacias, y vuelve a
tratar a la gente, a sus televidentes, como si fuesen imbéciles (perdón, pero
no existe otro término). Pero lo más grave no es solamente eso, sino que además
está llena de manipulaciones burdas y malintencionadas, de sugerencias absurdas
y de maldad, para seguir con la tónica de los últimos tres gobiernos. Y aunque
se enfoca en un futuro que ni ellos mismos se creen, ignora las siempre válidas
e innegables lecciones de un pasado que ya vivimos y que, de acuerdo a los
intereses de sus actores, no tendría por qué cambiar.