jueves, 27 de marzo de 2025

POBESHITO SHOY

En realidad, él es una víctima. O víctimo, como quieran. Pobrecito, da una ternurita verle ahí, acanallado por esa mala mujer, esa hidra de siete cabezas dispuesta a usarlas todas para proferir ofensas en su contra. Mamío, sin poder levantar la vista del papel porque dizque tiene TDAH o no sé qué cosa parecida, trastorno de atención e hiperactividad dicen unos. Otros dicen autismo grado uno, Asperger, no sé qué. Bonito. Por eso no dizque puede organizar dos oraciones seguidas. Por eso dizque no ve a los ojos de la gente. Por eso dizque maneja mejor el inglés que el castellano, porque es más fácil, más práctico, más mejor, ya, como todo lo gringo.

Por eso dizque le han hecho adecuaciones del grado 3 en el debate, para que no le vaya a ir mal, porque se frustra, y si se frustra tampoco le va mal a él, pero puede irle mal a mucha gente. Para que la situación esté a su altura y tenga el mismo éxito que tuvo cuando, ignorando todas las disposiciones del derecho internacional, ordenó que invadan la embajada de México. Y no fue de malo ni de desobediente de la ley. No. Fue porque hay un montón de cosas que no entiende, el derecho internacional entre ellas. Estas criaturas son bien inteligentes, pero no captan las reglas, hay que tenerles mucha paciencia. Por eso se portan mal a veces. Y además si se les reclama se alteran, boniticos. Por eso toda la prensa corporativa, comprensiva como es ella, le aplaudió el patriotismo. Porque eso era, no otra cosa. Porque así entienden estas criaturas las cosas abstractas. Hay que comprenderles, o por lo menos tratar.

Es necesario tener mucho cuidado y preferiblemente no decirles que no a nada porque eso sí puede tener consecuencias impredecibles. Eso le pasó a la primera mujer. No tomó en cuenta que es especial, y cuando supo que… bueno, que le gustaba otra persona no le supo comprender. No aceptó lo que cualquiera aceptaría, tratándose además de tantos millones en juego: que él es especial, que no hay que meterse con su voluntad, que hay que aprender a manejarle o a darle la razón como mismo a… Bueno, no tanto, pero darle la razón porque esta gente especial cuando no lo hacen se pone bien malita y de la pura baja tolerancia a la frustración te mete más de cuarenta juicios de una sola. Porque sufren mucho cuando se les niega algo. Se les activa el complejo de abandono y eso se transforma en enojo. No es tan difícil de comprender y adaptarse. Pero una, que está sana, puede mejor que él eso de la adaptación.

No hay que exigirle demasiado al bonito, pobrecito. Si le hablan duro se siente bien mal. Hay que esperar, nomás. Aprender a esperar hasta que tenga ganas de hacer lo que toca. Por ejemplo, saber que algún rato ha de pagar a las dializadoras o ha de traer medicinas para los hospitales. No es de ponerse tan impacientes. Si se han muerto algunas personas es porque les llegó la hora, no por otra cosa. Porque él sí va a hacer, solo que a su ritmo y cuando se sienta bien con eso. De ganita le reclaman tanto.

Y no hay que levantarles la voz. Se alteran. Se asustan. Por eso puso esas vallas alrededor del palacio de Carondelet y también está poniendo planchas de metal en algunas partes. Levantarle la voz a él es como levantarle la voz a un perro, para que entiendan, creo que oye cincuenta veces más que un humano, algo así. Por eso nada de manifestaciones. O si pueden hacer manifestaciones con adaptaciones grado 3 tal vez resulten mejor. Averigüen a la ministra de Educación. Ella creo que sabe cómo es eso.

Por eso tampoco hay que reclamarle lo de los niños de las Malvinas ni cosas por el estilo. Se impresiona, bonito, con lo sensible que es. No importa que él haya dado alguna orden de que los militares salgan a las calles y hagan lo que hagan él les va a perdonar. Es su manera de ser, mejor dicho, de entender las cosas. En el fondo (pero bien en el fondo) eso demuestra su buen corazón. ¿Ya les dije que no hay que darle la contra? Aunque haya dicho que es un pésimo enemigo (y si le cogen del mal lado, sí es) en el fondo es bueno, por eso les quiso declarar héroes a los niños. Es que a veces les viene el impulso de la reparación, de la ternura, algo así. No es muy difícil de comprender. Pobrecito.

Los que sí le entienden son los del CNE y los del TCE. Ellos saben cómo tratar a estas personas. Ya les dije que hasta le adaptaron el debate a su condición. No es que le tengan miedo ni que les haya dado nada a cambio. Solo entienden de lo que se trata. Si han muerto miles de personas por enfermedades catastróficas, si ha violado leyes internacionales o si no tiene idea de para qué sirve una constitución…

Ah, y me olvidaba, estos seres de luz (en el fondo lo son) tienen fuerte complejo materno. Ninguna mujer es como su madre. Por eso a veces se porta un poquito… no, no quiero darle la razón a la malvada… pero a veces sí se ponen un poquito majaderos con las mujeres. Solo con algunas, casi siempre con las que les dan la contra. Pero igual que en todo hay que entender que no sabe portarse de otro modo, que así son ellitos. Cierto que a veces puede pasar alguna cosa grave, pero son efectos colaterales. En el fondo es digno de comprensión, cariño y ternura. Eso necesita, y eso no supo entender la otra candidata, mala, que no sabe tratar a seres especiales como mi pobrecito candidato-presidente (por eso mismo no puede diferenciar qué mismo es, pobeshito).  

 

viernes, 21 de marzo de 2025

¿CONTRA QUIÉN MISMO ES LA 'GUERRA INTERNA'?

En las pasadas fiestas de Carnaval, un par de hermanos adolescentes, de la zona de Putumayo, tomaron la moto de un amigo para dar una vuelta por el pueblo. Según su madre, era una fiesta de la localidad, llena de alegría y sobre todo de confianza mutua entre los participantes, una celebración normal y corriente del lugar, pero dejó de serlo en cuanto un piquete de militares encontró a los jóvenes paseando en moto. Los chicos se asustaron y se alejaron, los militares hicieron lo que han acostumbrado a hacer ahora último cada vez que la vida les pone delante a gente menor de veinte años que no está haciendo nada malo: disparar.

Sí, como se lee: disparar. Dos tiros a cada chico. Cuando cayeron gravemente heridos no permitieron que sus amigos ni la gente los socorriera, y ellos tampoco lo hicieron. Los dejaron durante más de una hora en el suelo, según cuentan testigos del hecho. En el momento, uno de ellos ha fallecido y el otro se encuentra en estado crítico. La familia, destruida de dolor. El pueblo entero, aterrorizado y sorprendido. Todos insistiendo, como si fuera necesario, en que los niños no hacían nada malo, que no eran delincuentes, que el pueblo entero los conocía como buenos hijos, deportistas, chicos sanos y felices.

Ya en diciembre del año pasado tres familias del sector de Las Malvinas, en Guayaquil, vivieron el horror de la desaparición y el posterior hallazgo de los cuerpos calcinados de sus hijos: cuatro niños menores de dieciséis años, el menor de ellos de tan solo once, que también, al decir de sus padres, amaban la música, el deporte, la amistad, la vida de familia… en fin, porque una de las cosas más tristes de esta situación es que las familias deban ir por ahí explicando que sus niños no hacían nada malo, que estaban realizando las actividades normales de la vida de un adolescente de su edad y condición en sus barrios o sus pueblos.

Unos meses atrás, también en Guayaquil, un par de jóvenes, primos entre sí, habían ido a vender un cachorrito de raza para apoyar económicamente a su familia, acuciada por extorsionadores. Tras un incidente entre vehículos, los miembros de las fuerzas del orden también dispararon a los jóvenes. El dueño del cachorrito e hijo de la familia afectada falleció al poco rato. ¿Era un delincuente? Para nada. Quienes lo conocieron lo describen como un joven alegre, solidario, miembro activo de una iglesia evangélica.

Estos no son los únicos casos en que jóvenes y niños resultan atacados e incluso asesinados por miembros del ejército o las fuerzas del orden en general. Se han dado muchos más, con el denominador común de que los uniformados atacan con armas de fuego a chicos jóvenes, menores de edad, cuya única transgresión es no ser blancos y rubios ni pertenecer a las clases y familias pudientes de la ciudad en la cual residían. Con frecuencia, en los informes y partes inmediatos a los hechos, se esbozan calificativos o descripciones que pretenden criminalizar a las víctimas, pero los testimonios de gente allegada o conocida afirman todo lo contrario.

Esto ocurre en el contexto del llamado “conflicto armado interno”, o si se abrevia, “guerra interna”, por el Presidente de la República, que según él se da entre los grupos delincuenciales organizados y las fuerzas del orden del país. Sin embargo, hasta la fecha, y mientras caen presos o abatidos muy pocos malhechores, lo que se ha visto es que en el país se dan, a vista y paciencia de todo el mundo, cientos de muertes violentas por sicariatos, ajustes de cuentas y un vasto etcétera que incluye actos de delincuencia común como asaltos y robos; pero las víctimas de los ataques de la fuerza pública provienen más bien de estratos sociales populares, y son niños y jóvenes con historiales limpios, aunque sus asesinos pretendan luego ensuciar su buen nombre y el de sus familias con crueldad y artería, y con el único fin de justificar lo injustificable.

Para colmo, el presidente de cartón ha anunciado ya el indulto automático para policías y militares que asesinen a ‘delincuentes’ en actos de defensa o represión del crimen, dice él, pero lo que se viene dando son ataques a jóvenes inocentes que tuvieron la mala suerte de encontrarse con uniformados en el lugar y el momento inadecuados.

Entonces, ¿contra quién es la tan sonada ‘guerra interna’? ¿Contra los GDO o contra los pobres? ¿Contra los delincuentes o contra los jóvenes de los barrios y los pueblos? ¿Habrá que advertir a nuestros niños y muchachos que, si ven un policía o militar en las inmediaciones, se oculten, que no corran, que traten de pasar desapercibidos, y que finalmente se encierren en sus casas y dejen de salir, como en otro tiempo, a conversar, jugar o hacer música y deporte por las noches en las canchas de sus barrios, a participar de las fiestas y la vida cotidiana de las comunidades porque la muerte puede agazaparse en cualquier esquina? ¿Será de explicarles que, incomprensiblemente, la guerra interna es contra ellos y no contra nadie más?

El poeta español Miguel Hernández escribió hace ya casi noventa años unos versos que describen el horror de la Guerra Civil Española, mejor dicho, de cualquier guerra, y que tristemente podrían aplicarse a esta extraña ‘guerra interna’ en la que no se entiende por qué se ataca la vida humana en sus más bellas formas y se permite que los verdaderos enemigos continúen campantes por nuestros pueblos y calles:

La vejez en los pueblos.
El corazón sin dueño.
El amor sin objeto.
La hierba, el polvo, el cuervo.
¿Y la juventud?

En el ataúd.

(…)

El odio sin remedio.

¿Y la juventud?

En el ataúd

Y así es como estamos en estos tristes y desconcertantes tiempos.

martes, 11 de marzo de 2025

DE VIAJES EN EL TIEMPO Y OTRAS TRAPACERÍAS


Hace algunos días los televidentes de TC se vieron sorprendidos por una (otra) curiosa puesta en escena en la cual el ‘periodista’ Rafael Cuesta jugaba a ser viajero en el tiempo, tal cual los Douglas y Tony de nuestra infancia. Aparentemente, Cuesta iba a buscar en el futuro respuestas que fácilmente le habría podido proporcionar el pasado, pero haciéndonos eco de un antiguo chascarrillo de borrachos, él no quería buscar la llave donde mismo se le perdió, sino aparentemente donde hay más luz… o tal vez menos. 

Lo que deseaba Rafael Cuesta era ver lo que pasaría en el hipotético caso de que ganara uno u otro candidato a la Presidencia de la República, y para eso supuestamente viaja dos años en el tiempo y nos muestra los noticieros de fines de febrero de 2027.

Sin embargo, el equipo productor de la nota olvida un par de cositas que parecerían verdades de Perogrullo, y es que para averiguar lo mismo podríamos no ni siquiera hacer un viaje, sino volver la mirada al pasado y obtener la misma información que el conocido periodista pretende otorgarnos en un exceso de fantasía.

Nos dice, por ejemplo, en la nota imaginaria correspondiente al supuesto triunfo de Daniel Noboa, que el plan Fénix ha dado resultados… ¿por fin? Porque si miramos un año atrás podríamos ver que ni siquiera se sabe en qué consiste el tal plan, y muchos incluso dudan de que siquiera existe, por más que la ex ministra del Interior haya exhibido un voluminoso legajo de hojas en blanco.

También nos dice que se aumentará el monto del Salario Básico Unificado, sin embargo, en estos mismos días hemos podido ver cómo se les ha negado el pago de cierto bono a algunos jóvenes que fueron subrepticiamente cooptados como parte de la campaña electoral. Aparte de que, desde el gobierno de Moreno hasta este, pasando por el de Lasso, el índice de empleo ha caído en picada. Entonces, repito… ¿para qué irse al futuro si el pasado reciente ya nos da la información?

Otra de las posibles noticias que se plantean es que, si gana Noboa, Fito, el delincuente fugado entre diciembre del 2023 y enero del 2024, sería por fin capturado. ¿Es en serio? ¿Se va a demorar dos años más en capturarlo? Y además avalan la invasión a otra embajada, la de Venezuela (que ya ni hay), en donde se habrá refugiado el narcotraficante y pedido además un salvoconducto. Este apartado podría considerarse como uno de los capítulos más notables de la Historia Universal de la Infamia, pues pretenden equiparar la figura de Fito a la de Jorge Glas, que ni es narcotraficante, que cumplió la mayor parte de su sentencia y a quien nada se le ha comprobado digan lo que digan los fanáticos del anticorreísmo enfermo.

Si gana Luisa González, dicen ellos, en cambio, se establecerá una ley de comunicación que incluso controlará hasta las redes sociales, y la vuelven a llamar “Ley mordaza”. Solo faltaban las imágenes de Ortiz y Vera con sendas X de esparadrapo sobre sus bocas, algo que tal vez tuvieron la delicadeza de ahorrarnos porque hasta Cuesta tiene algún sentido estético. Pero si recordamos los diez años de la Revolución Ciudadana veremos que no solo los pseudo periodistas titulados por la dictadura, entre otros, dijeron lo que se les vino en gana sin la menor comprobación, sino que además pulularon portales digitales financiados por la Usaid con el expreso fin de difamar al gobierno y que, además, cuando se estableció una pena para algunos comunicadores el mismo Rafael Correa les perdonó la prisión y la multa.

Hablan de un tal ‘nuevo sucre’ como la moneda en la que se harían los pagos dentro de dos años, de ganar Luisa González, pero no se contestan una simple pregunta: ¿se desdolarizó la economía nacional en los diez años de gobierno de la Revolución Ciudadana?

La puesta en escena de Cuesta y sus ayudantes, sospechosamente parecida en colores y estilo a aquella del 9 de enero de 2024, está llena de sofismas y falacias, y vuelve a tratar a la gente, a sus televidentes, como si fuesen imbéciles (perdón, pero no existe otro término). Pero lo más grave no es solamente eso, sino que además está llena de manipulaciones burdas y malintencionadas, de sugerencias absurdas y de maldad, para seguir con la tónica de los últimos tres gobiernos. Y aunque se enfoca en un futuro que ni ellos mismos se creen, ignora las siempre válidas e innegables lecciones de un pasado que ya vivimos y que, de acuerdo a los intereses de sus actores, no tendría por qué cambiar.