lunes, 30 de mayo de 2011

DEL MISMO BARRO VENIMOS...


Estos días, a  propósito del conflicto provocado en Sucumbíos por un radical giro dado desde Roma para seguir barriendo del mundo los rastros de la Teología de la Liberación que pudieran quedar, he encontrado algunas páginas de Internet de individuos o agrupaciones ateas. Las he seguido con interés, pues puedo ver en ellas, tal vez como su mayor mérito, una sinceridad elemental, un deseo de encontrar una verdad menos manipulada que las que las iglesias (y sobre todo las iglesias cristianas) pretenden vendernos. 
Un punto aparte son las críticas y comentarios que estos blogs y páginas reciben. Los cristianos, de la denominación que sean, y que supuestamente obedecen la doctrina de alguien que propuso poner la otra mejilla si se recibe una bofetada en la una, que predicó el amor, el perdón, la oración por los enemigos y la piedad por quienes nos ofenden, estos cristianos, decía, olvidan de golpe y porrazo todas estas enseñanzas y a quien en la mayoría de casos ni siquiera los ofende, sino que simplemente discrepa de algunos aspectos de sus creencias, no solo no le ponen la otra mitad de creencias a disposición para que igual las refute (teoría de la otra mejilla), sino que insultan y vituperan con términos del más grueso calibre, mandan votos por verlos arder en los infiernos y porque la justicia divina les caiga encima con todo su peso haciéndolos trizas. Se los tacha de ignorantes (algo de lo que no se les puede acusar, pues en la mayoría de los casos conocen unos cuántos libros más que la Biblia). Se los envía al infierno. Y se los insulta de varias maneras, que por decoro es preferible  no citar aquí.O sea, el Jesús del amor y del perdón, después de leer alguna de las cartas de sus defensores más acérrimos, terminaría con un imparable ataque de vómito. 
Otra son los argumentos. La gente cristiana, y sobre todo de las iglesias reformadas, llamadas 'evangélicas' en nuestro medio, no esgrime más argumento que los versículos de la Biblia, y poco importa que tengan algo que ver con aquello que están atacando o defendiendo. No apelan a más  lógica que los versículos de la Biblia y los citan a diestra y siniestra sin darse cuenta de que aquellos a quienes refutan o critican no creen pero para nada en esa 'lógica versicular', por llamarla de alguna manera.
Sin embargo, y contrariamente a lo que se pudiera pensar, los ateos de algunas páginas y publicaciones llegan a ser tan recalcitrantes en la defensa de sus ideas como los cristianos en la de las suyas. Agresivos. Hirientes. ¿Por qué lo digo? El otro día, entusiasmada por el contenido de una página de internet (visítenla e infórmense, pero no se les ocurra decir ni mú si no piensan exactamente-lo-mismo que sus administradores) que supuestamente defiende el libre pensamiento, les escribí una carta y, para mi mala suerte, me permití expresar una defensa de la validez del pensamiento mítico y mi afición por la psicología de Carl Gustav Jung. Ahí fue Troya. Se sintieron insultados y me dijeron de todo, menos gracias por haberles escrito (como sí lo hacen con algunos de los cristianos que terminan insultándolos de verdad).
En fin, pasada la impresión, y enviada una respuesta que no ha sido contestada (tal vez afortunadamente para mí), me puse a pensar en que cristianos unos, ateos otros, del mismo barro (o, curándonos en salud, de las mismas estructuras moleculares) estamos hechos. ¿No les parece?

No hay comentarios: