miércoles, 26 de octubre de 2011

LIBERTAD...


Libertad es una palabra que suena ahora último por todas partes. Las grandes revoluciones de la historia se han hecho en su nombre, y con frecuencia han terminado reprimiéndola con brutalidad cuando se dieron cuenta de que su concepto de libertad difería radicalmente del que tenían sus detractores. La iglesia católica, por ejemplo, es hoy por hoy una gran defensora de la libertad de culto, pero cuando detentaba el poder bastaba que alguien se refiriera colateralmente al tema para que lo incineraran sin mayor trámite. Todo el mundo se llena la boca con la palabra y manosea el concepto de diversas maneras. Sin embargo, con frecuencia me pregunto si saben de lo que están hablando. 
En nuestro medio, por ejemplo, hay un conflicto muy fuerte debido a los conceptos de libertad de prensa y libertad de expresión. Y esta última, algo que durante mucho tiempo ni siquiera existió, es una importante bandera de lucha en nuestros días, sobre todo debido a los conflictos gobierno-prensa. 
A mí, personalmente, me resulta bastante divertido observar cómo muchos medios se quejan a voz en cuello a través de sus editorialistas, articulistas y voceros de toda laya de que en el Ecuador no hay libertad de expresión. ¿No hay?, me pregunto. ¿Están seguros? Cae de cajón la pregunta: ¿y cómo es que les dejan quejarse tanto de la falta de libertad si es que no mismo hay libertad? Que yo sepa, no hay un solo peroódico o canal de televisión clausurado por ese tema. 
Lo que veo en la prensa es, aparte del lloriqueo constante, otra cosa, y la voy a llamar por su nombre: mala fe, artería, doblez, mezquindad. Están en guerra. Y esa guerra hace, por ejemplo, que no se refieran en una sola ocasión a ninguno de los logros del actual gobierno del Ecuador, o que si ya les toca hacerlo porque lo contrario resultaría clamorosamente estúpido, lo minimicen y le resten cuaquier clase de importancia. Esa misma guerra los conduce a exagerar cualquier incidente. Y a mentir, se ha visto con frecuencia. ¿Será entonces que lo que quieren es libertad para mentir descaradamente? 
Pero más allá de los temas mediáticos, y regresando sobre nuestro tema, ¿qué es la libertad? ¿Hasta dónde cabe respetarla?  Si su hijo, amable lector o amable lectora, le hace una seña de dedo o lo insulta con lenguaje soez, ¿usted, en nombre de la libertad de expresión le agradecerá por mostrar enfáticamente su inconformidad con su manejo del control familiar o le aplicará la consecuencia correspondiente? ¿Si su hermano o hermana lanza una calumnia contra usted, usted la dejará seguir, total, hay que respetar la libertad de expresión? Si en esta franciscana ciudad alguna persona se dedica a correr desnuda por las calles, ¿respetaremos su libertad?
Y más allá: ni siquiera nacemos libres. Lo sabemos. Venimos ya al mundo con las ataduras de nuestros árboles genealógicos, de los miedos ancestrales de las familias. Y luego establecemos lazos que son precisamente eso: lazos. Ataduras. Rupturas de la libertad.
A lo largo de la historia de la humanidad, ¿quiénes fueron completamente libres?¿Cómo se puede ejercrer la libertad si no se tiene poder? ¿Es cierto que libertad es una cosa y libertinaje otra? ¿Cuántas veces al día nos tenemos que autocensurar porque no conviene que hagamos o digamos lo que queremos?
No estoy de acuerdo con la tiranía, y pienso que ni las ideas ni los afectos se pueden imponer. Pero también sé que la libertad está dentro de las personas más que fuera de ellas. Y no se pueden defender en su nombre la artería, la mezquindad, la mala fe, porque eso es insultar una de las más grandes y bellas utopías de la humanidad, como todas las utopías, inalcanzable, porque como afirma Alejandra Pizarnik en su magistral relato La condesa sangrienta: "La libertad total del ser humano es horrible". Y a todos nos consta.

1 comentario:

luisitococinero dijo...

Totalmente en desacuerdo con el post. La sodomía constituye pecado mortal, ¿Cómo se atreve a llamar "homofóbicos" a los católicos que condenan las prácticas homosexuales?
En una parte Vd. afirma:
"Hablan de mal ejemplo para los niños y una se pregunta de nuevo: ¿no es igual o peor mal ejemplo un padre héterosexual que aporrea a su mujer delante de sus hijos?"
Como Vd. misma lo ha dicho, ambos son mal ejemplo, lo acaba de admitir.
Así que en vez de afirmar que el mundo sería hermoso si las personas pusieran en práctica la décima parte de lo que exigen a los demás, considere que señalar un error nunca está de más, porque así es como se construye una sociedad con valores: Destacando lo que está mal. El verdadero problema está en defender libertades, cuando el error y el mal no tienen derechos, y no merecen de por sí ningún respeto.
Por cierto, que me llamen homofóbico no me tiene en cuidado, porque no existe la homofobia. Pero sé a qué ideología pertenece ese término, y la verdad que no me gusta.