domingo, 4 de marzo de 2012

LO QUE MÁS LES DUELE


La sonada pelea Correa-El Universo ha sembrado un confuso sentimiento en las almas de sus espectadores ecuatorianos, sobre todo de algunos de clase media que tienen una preocupación válida por la cantidad de juicios por injurias que ahora se supone que están en las cortes y juzgados de nuestro país. 
No les preocupa, como se podría pensar, el nivel de violencia y agresividad verbal que esa circunstancia puede evidenciar. Se supone que el castellano es uno de los idiomas que más insultos y formas agresivas tienen, en todo el mundo, y por lo mismo, tal vez la preocupación va de la mano de que desde ahora, como están las cosas en el país, no podremos utilizar los maravillosos y abundantes recursos que la lengua de Cervantes nos proporciona, brinda y ofrece para ofender, insultar y hacer sentir mal a cualquier persona que haya pretendido hacer lo mismo con nosotros o que, sencillamente, nos caiga un poco mal. 
La gente está muy asustada porque ahora, según dicen, ya no va a "poder expresarse". "Cualquier cosa va a ser tomada como injuria", comentan, preocupados algunos ciudadanos. Otros añaden: "no importa si hay buenas carreteras u hospitales, lo grave es que no haya libertad". ¿Libertad para qué? Bueno, pues: libertad para, como ya les dije, valiéndonos de los muy expresivos recursos de nuestro idioma, poder manifestar nuestra disconformidad, nuestra aprensión, nuestra ira y en últimas nuestro odio con las palabras que la misma lengua nos ha brindado a lo largo de nuestra historia y vida. 
La gente está muy preocupada, entonces, porque ya no va a poder insultar, cizañar ni calumniar con el mismo éxito que antes sin que exista el peligro de que le caiga encima la garra de la ley. En lugar de decir: bueno, ahora voy a tratar de que mis chismes se ajusten a la verdad, de que mis discrepancias no terminen en trompones, de que mi ira tenga una manifestación constructiva, de reservarme la profusión de palabrotas que pueblan mi discurso... en lugar de eso, lamenta tener que controlar el enojo, y sobre todo, tener que controlar los arteros recursos que antes empleaba cuando la agresividad tenía que salir sin control de ningún tipo. 
Y claro, poniéndose a pensar, dejar una inveterada costumbre de siglos, por mala que sea, a cualquiera le quita el sueño.

No hay comentarios: