Vivimos en un mundo de escándalos a la
orden del día, y nuestros ojos se enfocan siempre hacia fuera. El útlimo
escándalo en mi país se ha producido por temas de homofobia: la
negación de la inscripción a una niña hija de una madre lesbiana que
hace pareja con otra mujer, como hija de las dos; la aparición en la
prensa de artículos y opiniones abiertamente homofóbicas; los
comentarios de un sacerdote ídem en revistas y periódicos.
No
va a ser este un artículo de defensa de ni de ataque a determinadas
orientaciones sexuales. Sin embargo, sirve este tema para volver sobre
el lema que nos ocupa: "Vive y deja vivir". Porque es frecuente que,
como seres humanos, tengamos muy clara la película de lo que deben hacer
las otras personas y no tengamos la menor idea de cómo tenemos que
vivir cada uno y cada una de nosotras.
Sabido
es, por ejemplo, que los clérigos y sacerdotes son expertos en
dictaminar cómo se tiene que comportar la humanidad. De hecho, el Papa,
por ejemplo, sea quien sea, siempre está opinando, entre otros temas,
con fe y alegría, sobre cuál debe ser la conducta sexual de toda la
humanidad, o de toda la humanidad que se dice católica, menos de él...
pues se supone que él no tiene conducta sexual. Él sabe exactamente
cuándo, cómo, con quién y por dónde cada individuo de la especie humana
debe obtener su cuota cotidiana de placer. Pero se calla cuando estallan
en sus propias narices los escándalos de sus pastores que se han
dedicado, con igual fe y alegría, a violentar la inocencia de las ovejas
del mismo rebaño.
Dos periodistas,
por otro lado, están afectadísimos porque gays y lesbianas han ’salido
del clóset’ y según ellos (los periodistas) mismo afirman, ’andan
cogidos de la mano’ por todas partes. La pregunta es: ¿por qué se
alteran tanto? ¿cuál es su problema con eso? Hablan de mal ejemplo para
los niños y una se pregunta de nuevo: ¿no es igual o peor mal ejemplo
un padre héterosexual que aporrea a su mujer delante de sus hijos? ¿no
es igual o peor mal ejemplo la misma mujer, héterosexual ella, que
permite que su esposo la aporree delante de sus hijas? Yo, la verdad, ni
me he percatado de que haya gente del mismo sexo caminando a granel
agarrados y agarradas de la mano por las calles del mundo. No tengo
tiempo para eso. Bastante tengo con mirar hacia mi interior, observar
mis cualidades y defectos y tratar de mejorar lo que soy y lo que hago
como para andar fijándome en quién se toma de la mano con quién y enfermar de angustia e indignación por eso. Mi orientación sexual, así como la de mis hijos, y la de todos
los seres de este mundo ya está dada. Ante eso, poco es lo que pueda
hacer, por más que me emberrinche.
Tenemos
la creencia de que nuestra sesuda opinión expresada en una columna de
periódico o una rimbombante carta al editor podrá cambiar el mundo.
Estos escritos jamás hablan de quienes las escriben: critican al
gobierno, acaban con la honra ajena, dicen lo que deberían hacer los que
mandan, los que no mandan, los que legislan, los que... Pero solamente
prefiguran una verdad: si la gente se exigiera a sí misma la décima
parte de lo que exige a los demás, este planeta sería un paraíso nunca
visto en la historia del Universo entero. Echar la culpa es una de las
más grandes aficiones del género humano. Y decir, en la cara o a
espaldas del implicado, cómo tendría que haber hecho las cosas, ¡ni se
diga!
Y ni qué decir del ámbito
privado. Vivimos metiendo las narices en donde no nos llaman cada dos
por cuatro: pónte esta ropa, no lo hagas así sino así, esa cartera no te
combina con ese conjunto, mejor contrata a este obrero que cobra más
barato, te lo digo por tu bien, yo en tu lugar... Y si nos ponemos a
observar el fondo de nuestras vidas, advertiremos que no nos va mejor ni
peor que aquellos a quienes con tanto entusiasmo aconsejamos con la
mejor intención de la Tierra.
"Vive y
deja vivir". Sabias palabras que no encierran indiferencia, sino
respeto: saber delimitar el espacio de nuestra influencia sobre los
demás. Entender que no por ser quienes somos tenemos por qué darle a
nadie instrucciones para vivir. Y comprender, finalmente, que si vivimos
como pensamos que se debe vivir, nuestro ejemplo de integridad y de
consecuencia se convertirá en un foco de atracción que nuestras sabias,
sesudas y profundísimas palabras admonitorias jamás llegarán a ser.
Tomado del blog codependencia
1 comentario:
Haber Lucre "Vive y deja vivir", encierra en cierto modo respeto pero màs de verdad INDIFERENCIA,es como decir allà ellos que se entiendan que no es mi problema.Es lamentable e increìble que la ciencia-sus determinaciones hayan sido torcidas por amenazas de este grupo llamàndolos a los psiquiatras "bestias negras",de ahì que se optò por considerarlo como opciòn.No es culpa de los homosexuales ser como son ni tampoco a un diabètico de ser como es.Ambos necesitan la ayuda mèdica y aquì no procede la frase con que titulas tu post.
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