miércoles, 2 de septiembre de 2020

EN DEFENSA DEL TRINOMIO CUADRADO PERFECTO... Y OTRAS COSAS

El meme parece muy ingenioso, y puede ser que lo sea. Es muy posible que después de terminar el tercer curso de secundaria, lo que ahora sería décimo EGB, ninguno de nosotros, ninguna de nosotras haya vuelto a usar el trinomio cuadrado perfecto, ni el análisis gramatical, ni la perceptiva literaria ni quién sabe cuántas cosas más. Y no es esta una defensa de la educación tradicional. Es la búsqueda de una explicación a ciertos procesos, nada más. 

En las aulas de un colegio donde trabajé, era frecuente la pregunta de algunos estudiantes, y sus padres: "¿Y esto, para qué nos va a servir?". Me gustaba poner la cara más inescrutable de mi repertorio, y responder: "Para nada". Los dejaba callados. Fríos. Porque... ¿qué es 'servir', en este caso? 

En el mundo del siglo XXI, cuando parecía que íbamos a madurar un poco como especie pero en seguida los poderes oscuros del mundo se entronizan en ese pulpo de mil tentáculos al que conocemos por mal nombre como Neofascismo, todo aquello que no produce dinero parece inútil, y todo lo que no sirve para fabricar un objeto físico vendible es mirado con sospecha. 

Pero... ¿saben para qué les sirvió el trinomio cuadrado perfecto, ese que nunca más usaron? ¿Y el análisis gramatical? ¿Y el conteo de versos de un poema y de sílabas de un verso? Les cuento: mientras se aburrían haciendo esas 'inútiles' tareas, sus neurnoas, y las dendritas, y los axones de sus neuronas desarrollaban nuevas conexiones, se comunicaban entre ellas de manera que nunca lo habían hecho, se hacían amigas a través de la sinapsis más orgiástica que se pueden imaginar. 

Y se me ocurre que es gracias a esas conexiones neuronales que los cerebros se despertaban, quizá se abrían ojos y se comprendían mejor ciertas realidades. Quizá no utilizarían el trinomio para cosas concretas, pero mientras se rompían la cabeza haciendo los inefables ejercicios del Álgebra de Baldor, o de quien fuera, algo sucedía por lo menos a nivel neurológico. ¿Qué importaba que cuatro años después no lo volvieran a usar, así como no volvieron a leer un libro de literatura o investigar un tema de historia o geografía? Pero en ese momento, con sus cerebros todavía en desarrollo, los trinomios cuadrados perfectos y otros ejercicios de factorización, el pretérito pluscuamperfecto y otros perturbadores tiempos verbales, el triste y forense conteo de rimas o la tediosa interpretación de tropos ayudaba a que esos cerebros despertaran y luego pudieran evaluar de mejor manera la realidad y lo que en ella no se ajustaba a una corrección lógica ni ética. 

Han pasado muchos años, y la educación también ha cambiado, aparte de que la tecnología ha suplido muchas de las habilidades de cálculo y otras similares que en aquellos aburridos tiempos se le delegaban a la capacidad neurológica de las personas y su fortalecimiento, casi casi como el movimiento sostenido de una extremidad puede fortalecer y habilitar un músculo. 

Entonces ahí se comprende por qué ciertos sectores se han opuesto siempre a la instrucción de los pobres, de las mujeres, de los niños de familias obreras. Por qué se ha estratificado la educación de los que mandan y de los que obedecen. Por qué ahora muchas personas pudientes de países desarrollados quieren liberar a sus hijos de la tiranía de teléfonos celulares y otros dispositivos cuya única función parecería ser la de atrofiar la más pequeña destreza investigativa o el más simple razonamiento. 

¿Y para qué nos va, ahora, a servir todo esto? Pues... se lo dejo de tarea.

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