lunes, 7 de septiembre de 2020

UNA CASA MÁS

Estuve ahí cuando la inauguraron, hace ya un poco más de doce años. Mi vida hacía olas, y grandes, sin embargo, el bar y restaurante La Estación, que había empezado en la calle Almagro, más o menos entre Wilson y Pinto, se convirtió en uno de esos hogares que tenemos todos quienes amamos la buena música y nos cobijamos en la amistad en momentos complicados. 

No importa su ubicación. Yo conocí tres: Almagro, Pinto, y la última, alucinante y original, en la Francisco Andrade Marín. Y en las tres viví momentos inolvidables porque, más allá de cualquier filiación con sus propietarios y administradores, siempre encontré en ella calidez, acogida, buena vibra y disfrute. 

Como ese "Cafetín de Buenos Aires" del tango, La Estación es de esos lugares entrañables, cuyas memorias se atesoran no solamente en la memoria, sino también en el corazón. Si hay un hilo conductor en esa memoria sentimental es la buena música, los momentos agradables compartidos a media luz y con una banda sonora inolvidable, tanto de música ambiental como de inmejorables shows en vivo con lo mejor de la oferta nacional en muchos géneros y estilos. 

Y es así como hoy por hoy La Estación se sigue sosteniendo: a través de la manifestación quizá más pura y profunda del alma y la emoción humanas, la música. Continúa reeditando nuestros recuerdos, nuestros deseos, y acompañando todos nuestros momentos en medio del encierro y el peligro a través de aquello que más conmueve y nos hace más humanos. 

Cuántas veces La Estación de Quito llenó de alguna forma algún vacío de nuestro corazón o simplemente la necesidad de buena compañía o el deseo de disfrutar un momento agradable en alguna noche de viernes, o de cualquier otro día. Y ese lugar acogedor siempre y siempre dispuesto para entregarnos un instante de esparcimiento hoy, al igual que tantos otros, necesita que la miremos y que retribuyamos de alguna manera la acogida que nos ofreció y el placer que nos brindó. 

Volverán los días de reunión, amistad, buena música en vivo y calor en el corazón. Por el momento, mantengamos la memoria, y el deseo de que vuelvan mejores días para todos. Mientras tanto,  esperamos a que se reabran sus puertas cuando el peligro haya pasado de verdad. 

Y no la olvidemos, pues ya forma parte de nuestra memoria sentimental.


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