Una
historia que siempre me ha llamado la atención por su profundidad y
polisemia es el cuento de navidad de Charles Dickens, mejor conocido
como "Canción de navidad", publicado por primera vez en diciembre de
1843. +De esta conocida historia se han editado innumerables versiones ilustradas, unas más infantiles que otras, y seguramente bastantes muy poco fieles al texto original. También se han producido obras de teatro, películas, comedias musicales, y un vasto etcétera de adaptaciones a diversos géneros y modalidades, por lo que narrar la historia podría resultar ocioso y repetitivo.
Si bien Dickens es un autor perteneciente al Realismo, como escuela literaria, este relato presenta una serie de elementos fantásticos, unos quizá emparentados con la narrativa gótica y de misterio, y otros altamente simbólicos y alegóricos. Sin embargo, lo que llama la atención en relación con esta historia es que adelanta algunos elementos del cambio de paradigmas de pensamiento que se iniciaría en el pensamiento humano desde mediados del siglo XIX, y se desarrollaría a profundidad hacia finales de siglo y durante los primeros años del siglo XX.
Lo primero que se nota en la historia es una no tan sutil crítica al sistema Capitalista que por entonces estaba en auge y eclosionaba gracias a una de las Revoluciones Industriales. Ebenezer Scrooge, el protagonista de la historia, es codicioso y avariento, llegando incluso a volverse ridículo con ciertas afirmaciones como la de que la ropa bastaba para proteger del frío y así evitar el gasto 'innecesario' en carbón. En este contexto, Dickens también alude a los derechos laborales, representados en la figura del secretario de Scrooge, Bob Cratchit, quien tímidamente insinúa una petición de un día libre y un aguinaldo, y solamente recibe negativas burlonas, al menos en un principio, lo cual nos hace odiar muy cordialmente a Ebenezer. A lo que va este artículo es a que en esa crítica no tan velada encontramos ya, tal vez en embión, las teorías sociaistas o incluso marxistas respecto de los derechos de los trabajadores.
Otro elemento llamativo es la presencia de elementos psicológicos y/o psicoanalíticos relacionados con las teorías de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung que se acuñarían y se darían a conocer en las décadas siguientes a la publicación del cuento. Para empezar, en este relato se da, como en otros, una gran impotancia a los sueños, ya sea como una reelaboración de las experiencias de la vigilia, así como en su función compensatoria de señalar aspectos desatendidos de la vida y la psique de las personas, o incluso de predecir hechos futuros a partir de la reelaboración de lo que sucede en el presente. El fantasma de Marley se figura mucho una alucinación relacionada con la culpa del personaje principal por su avaricia y falta de empatía, que con un verdadero fantasma, así como otras acciones o sucesos que podrían considerarse leves insinuaciones de actos fallidos. De igual manera, se valoran mucho las experiencias de la primera infancia, los traumas por pérdidas infantiles, y también las imposiciones de la cultura y la sociedad por encima de los pensamientos y sentimientos de los seres humanos.
Mención aparte merece la aparición de los 'fantasmas' de las navidades pasadas, presentes y futuras, arquetipos que nos hacen pensar en seguida en el concepto junguiano del término: seres y experiencias representativas y altamente movilizadoras no solamente de los individuos, sino de la humanidad que comparte vivencias, dolores y aprendizajes como especie. De igual forma, los 'sueños' o experiencias oníricas del protagonista nos hacen pensar en el inconsciente colectivo y la importancia de los símbolos que en ellos aparecen.
Si bien para mí es difícil comprender, y peor explicar la teoría de la relatividad del tiempo planteada por Albert Einstein, de alguna manera en esta historia el tiempo se vuelve relativo, al menos desde el punto de vista psicológico, pues al final del cuento todos, incluido Ebenezer Scrooge, pensamos que han transcurrido tres noches tal solo para enterarnos luego que en realidad ha transcurrido solamente un día, echando por tierra la percepción del tiempo lineal que parece la más lógica y plausible incluso en este tiempo de New Age y extrañas teorías pseudocientíficas.
A veces, en conversaciones con amigos o conversando con mis estudiantes, he planteado y sostenido que en la literatura, concretamente en las narraciones, se encuentran en embrión muchas teorías filosóficas o científicas que luego se manifestarán e incluso probarán desde otros campos del saber humano. Este aparentemente tierno y muy aleccionador relato clásico de la mejor literatura del siglo XIX es quizá una de las más palpables pruebas de que así mismo es.
Les adjunto el enlace a la versión cinematográfica con George C. Scott y una pléyade de artistas de los años 70 y 80 del siglo pasado, mi favorita, aunque después hayan venido otras con más animación tecnológica y otros artilugios que, a mi juicio, nada le añaden a un guión magistral y una maravillosa y dramática actuación.
Disfrútenla y feliz navidad.

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