domingo, 15 de enero de 2012

A RASGARSE LAS VESTIDURAS SE HA DICHO


Uno de los más hermosos pasajes del evangelio de San Juan es aquel en el cual una mujer adúltera es llevada frente a Jesús para que él dictamine lo que se tiene que hacer con ella. Es una trampa, y Jesús lo sabe: si dice que la apedreen, como ordena la ley de Moisés, le reclamarán que dónde está la misericordia que tanto ha predicado, y si dice que no la apedreen, le acusarán de estar yendo contra la sagrada Ley. Entonces Jesús calla y se pone a trazar rayas en el suelo, en una actitud que si no fuera de él resultaría altamente descortés para los próceres que lo acosan. Al cabo de un rato (me gusta imaginar su gesto, su expresión), levanta los ojos, mira de lleno en los rostros de sus detractores, y les dice, serenamente:
-El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra.
Esta escena me ha venido a la mente en el momento en el que las voces femeninas  y feministas del país se han alzado, ofendidísimas, porque el presidente Rafael Correa ha hecho algunos comentarios en relación con las minifaldas y la manera de moverse en el baile de algunas de las funcionarias que participaron en la fiesta de año nuevo. Cunde la indignación. Circulan cartas. Correos electrónicos. Entrevistas. Me recuerda la época de la "gordita horrorosa", en la cual a todas las gordas y gordos (e incluso a algunos flacos) del Ecuador se les consteló de golpe el complejo no superado de la gordura infantil, de la gordura postparto, de la gordura temida y sobre todo el de que la gordura o lo que sea sirve para tener de qué achacar con fe y alegría a Rafael Correa. 
Sin abrogarme nada del mayor y más hermoso arquetipo de la cultura judeo cristiana, me gustaría que alguien les dijera a las personas que con lágrimas de indignación en los ojos censuran las frases de Correa en relación con la fiesta de año nuevo lo mismo: 
-Quien no tenga pecado, que arroje la primera piedra. (Aunque si las palabras fueran piedras el pobre Correa ya estaría más lapidado que cualquier adúltera de por esos lares.)
Porque a ver, con la mano en el corazón: ¿quién no hace, de vez en cuando, un chiste sexual? ¿a quién no se le escapa un comentario machista? ¿quién no alaba o censura la manera de bailar de alguien en alguna cosa, refiriéndose a su sexualidad o a su sensualidad? ¿quién, por feminista que sea, no pondera una minifalda de cuando en vez, o en sentido inverso unos buenos biceps, unos brazos masculinos, un six pack de músculos en el abdomen?
La oposición a Correa, no importa si es de derecha o de izquierda, si viene de los movimientos sociales, de los medios de comunicación o de donde sea, con la práctica se va volviendo cada vez más experta en aquella entrañable figura psicológica de la tormenta en el vaso de agua; esto, unido a la ecuatorianísima costumbre de llevarlo todo al plano de la ofensa personal. Están llenos de argumentos, de sensibilidades e hipersensibilidades con las que ocultan muy bien la intención última que los ampara: desprestigiar por donde haya cómo; quitar la fe de la gente en un proceso que, con defectos y todo, ha ido avanzando le duela a quien le duela; detenerse en minucias por encima de la visión de conjunto, y bien en últimas, ver cómo, por donde sea y de la manera que sea (aquí no hay ética que cuente) se puede desestabilizar aunque sea medio minuto. 
Podría referirme yo también al Presidente. Podría decirle que en una guerra tan sucia como la que él enfrenta tiene que andar "pisando en huevos" (perdón, gallinas y pollitos, por el comentario gallináceo, y si algún masculinista también se siente ofendido, mil veces perdón) y cuidarse de todo lo que dice, hace, piensa o sueña porque quienes se le oponen están a la que cae. Pero, bien mirado, ¿por qué? ¿Cómo así?
Leo entrevistas y otros comentarios y me quedo con la boca abierta, porque las mismas feministas y feministos (muchos y muchas recién inscritos) que tan dolidas y dolidos están comienzan a hacer insinuaciones, esas sí, muy ofensivas en relación a las mujeres de la administración y el gabinete que no se han rasgado las vestiduras frente a los comentarios del Presidente. Por otro lado quienes censuran estas palabras de Correa ni siquiera disimulan la intención de sembrar cizaña al interior del régimen con todo lo que dicen.
No faltará quien me diga: "Es que el presidente..." y la acostumbrada monserga sobre la mujer del César. Y de seguro que después de este artículo me ganaré algunos odios no tan gratuitos como otros que me han venido de algunas partes. No me importa. Cuando he visto algún defecto en Correa, lo he dicho. Pero por otro lado, más allá de la perfección que los imperfectos le exigen a ultranza (nadie sabe por qué) me gustaría preguntarles a las mujeres que tan ofendidas se sienten si se arreglan, si se pienan, si compran cosméticos, si se pintan las canas, si se han hecho un lifting, un peeling o cualquiera de esos procedimientos; si se ponen minifalda o escotes... y si la respuesta es afirmativa, ¿para qué lo hacen? Esos son comportamientos que buscan desde todo punto atraer sexualmente desde la potenciación de sus atributos de hembra, cosa que tampoco está mal. Y cosa que en nuestros ámbitos privados comentamos con el mayor entusiasmo posible cada vez que se ofrece, en comentarios que van del inocente "qué guapa" a expresiones mucho más gruesas sin que nadie se quiera morir de la indignación por eso.
No voy a hablar de la obra pública. No voy a hablar de los mejoramientos en un montón de aspectos en la vida cotidiana del país. Ya no, porque no hay peor ceguera que la de quien, por conveniencia, se niega a ver. Pero si reflexionamos un poco, observo que hay gente cuya mezquindad solamente le lleva a ver los errores, los lunares, la basura. Dicen que cada uno se fija en lo que está cerca de su corazón y de su alma, y lo triste resulta entonces que en nuestro país haya tanta gente incapaz de levantar los ojos hacia los logros y continuar buscando la podredumbre que compagina mejor con sus complejos. 
Y sí, respecto de esos comentarios y otras cosas, también convendría que cada uno y cada una se encargara de lo suyo y se acogiera a la frase más sabia que Jesús dijo en contra de quienes se regodean en el 'pecado' ajeno: 
-Quien no tenga pecado, que arroje la primera piedra.

3 comentarios:

Enrique Zamora dijo...

Pero los honestos somos más y vemos con agrado las virtudes de ese ser humano que gobierna de manera acertada el país y que es incluso admirado a nivel internacional.

G. dijo...

Qué gratificante resulta encontrarse, casualmente, una opinión así, tan lúcida y sensata.

Anónimo dijo...

"la intención última que los ampara: desprestigiar por donde haya cómo; quitar la fe de la gente en un proceso que, con defectos y todo, ha ido avanzando le duela a quien le duela; "
El PROCESO claramente se refiere a la acumulación de poder y dinero en un grupo muy identificado.