jueves, 13 de junio de 2019

"NOS IMPUSIERON EL MATRIMONIO GAY"


Así dicen algunos indignados, dando a entender que ahora no les va a quedar más remedio que divorciarse de su matrimonio héterosexual (si lo tienen) y buscar a alguien de su mismo sexo para cumplir con la normativa. Pero para su decepción hay que decirles que no. Que no es necesario. Que sigan nomás con su doble vida porque nadie les va a obligar a nada. Que no se preocupen tanto. Que todo bien, vamos.

¿Por qué la gente conservadora entra en pánico cuando la Corte Constitucional del Ecuador elimina las palabras que señalan que en este país el matrimonio era la unión entre hombre y mujer para convertirse en la unión de dos personas? ¿En qué afecta? Parecería que nunca se hubiera dado algo parecido en nuestro medio. Porque, ¿qué es el matrimonio sino la formalización de una relación que en ciertos casos ya lleva larga data y a la que solamente le falta la firma de un papel o la bendición de un clérigo? 

La homosexualidad es tan vieja como la humanidad. Para algunos es una aberración; pero también es una aberración la guerra, y nadie le da tanta contra. Ahora último, un padrecito grosero que anda youtubeando por ahí, imitando grotescamente y ridiculizando a todo el que en ejercicio de su libertad de pensamiento se confiesa no católico, dice que la homosexualidad es un pecado porque 'no da paso a la vida', o sea, en cristiano, porque no permite la reproducción. Es verdad que en sociedades con una alta mortalidad de jóvenes y adultos por el motivo que sea, y más cuando esa alta mortalidad es masculina, la homosexualidad apenas se manifiesta. Obviamente, son sociedades en las cuales la reproducción es primordial para la sobrevivencia. Y en seguida surge otra pregunta: a estas alturas del partido, con el mundo a punto de reventar, ¿no es preferible, por el bien de la vida en el planeta, evitar la reproducción humana por donde más y mejor se pueda? 

Pero, regresando al tema que nos ocupa, decíamos que la homosexualidad es tan vieja como la humanidad. Hubo culturas que no le prestaron mayor atención y le permitieron existir sin cuestionamientos ni reprobaciones. Otras no. Concretamente, aquellas culturas basadas en la religión monoteísta del dios castigador, celoso y vengativo la estigmatizaron desde siempre, y en sus orígenes incluso con pena de muerte o exclusión total de la sociedad. Sin embargo, no lograron terminar con esta condición natural de ciertas personas.

Al igual que la gente héterosexual, muchas parejas gais y lesbianas han optado por vivir juntas. Otros, no. La diferencia era que las parejas homosexuales no podían formalizar esas uniones. Pero, en un tiempo en el cual incluso el matrimonio héterosexual es una institución desprestigiada, ¿por qué la gente homosexual insiste en poder casarse legalmente? Más allá de lo romántico y sentimental, también hay motivaciones logísticas y prácticas para luchar por la legalización de estas uniones: la posesión de bienes en sociedad conyugal, las decisiones extremas en caso de vida o muerte, la sucesión en caso de fallecimiento. Porque, no nos engañemos, el matrimonio es, ante todo, el contrato que regula estas situaciones. Y sincerándonos un poco más, con mucha frecuencia la misma familia que los repudiaba por su condición, en cuanto fallecían iba a tomar posesión de los bienes y propiedades alegando los lazos de la sangre.

Por otro lado, la gente está preocupadísima de que les vayan a permitir adoptar niños. Ahá. Ya no pueden de la preocupación. Pobres niños, dicen, con dos madres o dos padres. Y... ¿no será de esperarse un poquito? O de observar la realidad y meditar cinco minutos: ¿no han visto las atrocidades que pasan en familias héterosexuales? ¿No conocen el sinnúmero de embarazos por incesto héterosexual que existen en nuestro país? Los mismos que se rasgan las túnicas por la hipotética adopción homosexual de seguro envían a sus hijos al catecismo de la parroquia, ignorando los casos de pedofilia católica y cristiana que han pululado desde quién sabe cuándo... pero eso no es tan preocupante porque la iglesia está formada por hombres y la humanidad es imperfecta, así lo justifican.

En realidad, el matrimonio igualitario existe desde que dos hombres o dos mujeres unidos por el amor erótico decidieron compartir un espacio, unas propiedades, una vida en común hasta que la muerte o las vicisitudes de la existencia les separen. No importa si no firmaron un papel o si nadie les dio la bendición. Tampoco importa si se mostraron al mundo como 'roommies', si mintieron que eran primos, primas o mejores amigos. Muchas veces lo hicieron incluso para salvar su vida en ámbitos violentos por lo provincianos y pacatos, para poder vivir en paz el amor de la forma en que les fue dado acercarse a él.

Y mientras un poco de machos y hembras a ultranza ponen el grito en en cielo porque creen que les obligarán a dejar de serlo, y todos los demás nos enredamos en la estéril discusión de cómo será la vida universitaria de los infantes adoptados por parejas homo, ya han extraditado a Julian Assange y Galápagos es declarada 'honrosamente' un portaaviones natural que el Ecuador le regala al Imperio a cambio de nada. Lo que realmente importa.

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