miércoles, 16 de noviembre de 2011

TIPOLOGÍA DE LA GENTE QUE CONDUCE AUTOMOTORES EN QUITO

Una de las más grandes y desesperantes Odiseas de la vida cotidiana en Quito puede ser conducir auto por las calles de esta ciudad. Y si bien puede suceder que el vehículo ideal para la crítica a esta circunstancia sea el comentario mordaz, pienso que en mucho una tipología de quienes conducen auto en la ciudad puede ayudar por lo menos a identificar a quienes circulan por la urbe y el riesgo que pueden representar. Entonces veamos, en una lista no exhaustiva, algunos tipos de conductores y conductoras de nuestra ciudad:
  • No tiene ningún apuro: Piensa que la diferencia de ir a pie e ir en auto no radica en la velocidad, sino en el hecho de que en el auto no se va caminando, sino sentados y disfrutando del paisaje. Su parsimonia causa bloqueos, y generalmente a ella se une un muy errático sistema de maniobras como cambiarse de carril sin poner luz direccional, detenerse a leer detalladamente un letrero, a silbar a una muchacha o simplemente buscar una dirección durante veinte cuadras manejando casi siempre por la izquierda a una velocidad inferior a la de arranque de un vehículo normal (15km/h). 
  • Necesita un baño: Es completamente diferente al caso anterior. Su tiempo promedio de viaje, por ejemplo, Quito-Latacunga es de cuarenta y cinco minutos, o menos. Seguramente siempre va con retraso. No le importa un pito la vida ajena con tal de alcanzar su meta en el menor tiempo programado: rebasa sin poner luces, pone luces intensas en los semáforos en rojo y zigzaguea constantemente. En una congestión de tránsito fácilmente puede sufrir un infarto a causa de la ansiedad.
  • La beldad sin tiempo para...: Se maquilla en el espejo retrovisor, y obviamente lo ajusta no para ver el camino que va dejando atrás, sino sus ojos, sus labios o su cabello. Utiliza para ello los semáforos en rojo (y a veces también los que están en verde). Hay momentos en que emplea ambas manos en el maquillaje mientras el auto está en movimiento, creando pánico en todos quienes conducen a su alrededor.
  • El "Odio mi vida... y la de los demás", también comocido como "El vengador de las vías": Por su actitud, se supone que acaba de enterarse de una infidelidad o simplemente lo desmamantaron con leche de tigre (si no algo más grave). Generalmente es hombre, y sus niveles de machismo se encuentran en el percentil superior. Insulta a todo ser humano que interfiere en sus propósitos al volante, manda a realizar tareas domésticas a toda mujer que conduce en su presencia, de cuatro palabras que utiliza, cinco son palabrotas... y todo a gritos. 
  • El enfermo de crueldad: Se caracteriza, sobre todo, porque cuando ve una direccional encendida que pide paso para sortear un obstáculo en la vía, decide no dar paso pero ni por nada y pasa pitando y sintiéndose feliz de su mala acción. Siempre vienen en tandas de por lo menos cincuenta unidades.
  • El hijueputa crónico: Existe una canción de Fito Páez que sentencia, sabiamente: "El mundo está lleno de hijos de puta...", y para comprobarlo basta con hacer cola para curvar a la izquierda en un semáforo con flecha que esté muy concurrido. Todos hacemos cola, un poco impacientes, pero también resignándonos a nuestra suerte cuando, de la nada, surge como una flecha este ejemplar, rebasa toda la cola y se sitúa en primer lugar de una cola paralela que no solo pretende 'ganar' a quienes hicimos la cola, sino que también entorpece la circulación en el otro carril sin que le importe para nada el desajuste urbanístico que produce.
  • El serial killer: Suele ir al volante de un bus interprovincial o urbano. De seguro, si se le pregunta qué es un semáforo o una señal de tránsito se queda en blanco, no sabe de qué se habla. Cree firmemente en el destino, y está convencido de que la gente se muere cuando le llega la hora o cuando él lo decide. Su ventaja sobre Daniel Camargo Barbosa, Ted Bundy o Jack el Destripador es que el destino le permite matar gente por tandas de cincuenta en cincuenta de una sola maniobra. Su desventaja es que con frecuencia él también se cuenta entre los fallecidos. 
Esos son los que se me han ocurrido hasta ahora. Si alguien puede enriquecer esta tipología, mande un comentario a esta entrada del blog.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cómo te digo?: eres una cámara fotográfica con un sentido ácido del humor que da un guuussstooooo!!!!

Negro